Los hámsteres
Es la mascota más resistente que llega a casa, porque se preocupa de mantener su forma física: se pasa dieciséis horas diarias dando vueltas en la rueda, es un boina verde, parece de La chaqueta metálica, puede convertirse en una máquina de matar. Además, lleva una alimentación muy controlada, solo come pipas, no le gusta mezclar, es todo fibra; siendo un hámster, está hecho un mulo.
Y llega un momento en que sientes miedo, porque piensas que ese hámster podría llegar a abrir los barrotes de la jaula, tomarnos a todos como rehenes y meternos prisioneros dentro de ella, y la verdad es que yo no hubiera podido sobrevivir a base de pipas y dando vueltas en la rueda, porque no tengo paciencia y además hace falta mucha voluntad para entrenar todos los días.
Para que tu mascota se relaje le compras una parejita, y el hámster pierde todo interés por el entrenamiento y se centra en su nueva compañera. Aquí descubres que tu hámster es un romántico. Limpia la jaula, recoge todo, se da un agua en el bebedero, pone luz tenue y prepara una cenita con su nueva compañera: carpaccio de pipas, solomillo de pipas al whisky y, de postre, Comtessa… A partir de este momento hay que poner dos rombos en la jaula porque llega el amor en estado puro… y aquello parece una fiesta de Berlusconi.
La jaula parece primero «La casa de la pradera», luego «Con ocho basta», después «La tribu de los Brady», y al final te crees que tienes allí a los Sabandeños… Llega un día en que no sacas para comprar pipas, y ese es el momento en que tu padre decide que hay que cambiar de mascota.