El suegro moderno

Aunque no lo parezca, es uno de los más peligrosos. Está medio tirado en el sofá con ropa informal, apretándose un gin-tonic a las seis de la tarde mientras ve el baloncesto, y lo primero que hace es ofrecerte una cervecita o una copita. Esta es una prueba de fuego, porque si le acompañas puede pensar: «Le ha faltao poco para ponerse a beber al niñato, vaya juventud, estará todo el día en el botellón con los porros, pobre Paquita, lo que tendrá que aguantar con el borrachín este». Y, lo peor de todo, te vas a beber su bebida, y eso para un suegro es sagrado. El suegro tiene en el mueble-bar su botellita y no está dispuesto a compartirla con nadie.

Pero el riesgo de decirle que no te apetece o que no bebes puede ser mucho mayor, aquí es cuando puede salir el verdadero monstruo:

—¿Qué pasa que no bebes? ¿Que eres un metrosexual de esos? ¿Quieres un Cola Cao? Esta juventud está amariconada.

Cualquier opción que elijas es peligrosa con este tipo de suegro.