Crítica de la religión en el Corán

La crítica de Bakunin a la religión no puede aplicarse al islam, precisamente porque el islam niega toda representación de Al-lâh, hasta el punto de considerar dicha pretensión como el acto más aborrecible. Pero esto es justo lo que han hecho los clérigos de todas las religiones a lo largo de la historia. Siendo así, es lógico que el Corán se haga eco de estas manipulaciones, que denuncie la apropiación de la espiritualidad humana por parte de sacerdotes y políticos.

A partir de esta constatación, sostengo lo siguiente: el Corán contiene una crítica radical de la religión. Y esta crítica puede ser puesta en paralelo a la realizada por pensadores como Nietzsche o Bakunin. Una crítica que no solo puede sino que debe ser aplicada en primer lugar a los clérigos reaccionarios que se autodenominan musulmanes. El Corán crítica determinadas formas de religiosidad, incluida la institucionalización religiosa, la pretensión de representatividad de los clérigos, el seguimiento ciego de la religión heredada, la obediencia debida de las pretendidas autoridades religiosas, o la pretensión de que una religión está en posesión de la verdad. ¿Cómo es esto posible? En primer lugar, es posible históricamente, puesto que el Corán fue revelado en el momento en que otras religiones del Libro (notoriamente el judaísmo y el cristianismo) mostraban su cosificación en dogmas y doctrinas y su institucionalización al servicio del status quo. Es posible también espiritualmente, puesto que la propia experiencia de la revelación significa una ruptura radical, un descentramiento respecto a lo heredado y un empezar de nuevo a partir de la conciencia profunda que une al ser humano con Al-lâh y con el resto de las criaturas. Y es posible teológicamente, en la medida en que el islam se presenta como la religión de la feetra, del retorno a la naturaleza primordial del ser humano y al sometimiento directo a Al-lâh, sin intermediarios.

No tengo mucho tiempo para desarrollar este punto, pues todavía me quedan varias cosas que quisiera compartir. Básicamente:

  • Crítica de la monarquía sagrada o asociación de Al-lâh a un poder humano.
  • Crítica a los hipócritas, que rezan pero no son solidarios.
  • Crítica del seguimiento ciego de la religión heredada.
  • Crítica del seguimiento ciego de clérigos, de hombres religiosos, e incluso de la obediencia ciega a los profetas.
  • Crítica de aquellos que se consideran a sí mismos puros.
  • Crítica del exclusivismo o del sectarismo religioso.
  • Prohibición expresa de sacerdocio.

Resulta ilustrativo darse cuenta de que prácticamente todas las figuras negativas que aparecen en el Corán sean hombres religiosos, como lo son el Faraón y sus magos. En este punto el carácter anarquista del islam parece tan coherente como radical. No se trata de uno o dos versículos sueltos que estiremos para demostrar nuestras tesis establecidas a priori, sino de temas centrales, que se repiten una y otra vez a lo largo del Corán. Esta crítica radical a la religión establecida es el núcleo del mensaje del Corán. Ya hemos visto la crítica a la tiranía religiosa. La vinculación entre tiranía religiosa y shirk es la trampa contra la cual el Corán nos previene una y otra vez, pues a través de ella la potencialidad liberadora de la religión queda castrada, y la religión pasa de ser un medio de liberación a ser una excusa para ejercer la tiranía. Lo que se está criticando es una forma de concebir la religión como instrumento de poder.

Y si les preguntas: ¿Quién ha creado los cielos y la tierra…?

Seguro que responden: «Dios».

¡Qué deformadas están sus mentes!

(Corán 29:61)

Sus mentes están deformadas porque aún siendo creyentes no viven según lo que ha sido revelado, dan la espalda a Al-lâh en su vida cotidiana. Lo que propone el Corán no tiene pues nada que ver con ser creyente o no creyente, sino con nuestro comportamiento hacia Al-lâh y hacia el resto de las criaturas. En la surat a-Maun, el Corán se refiere con dureza a los hipócritas, que rezan pero rechazan al huérfano y niegan su asistencia a los demás (Corán 107:1-7).