Mary Beard
Mientras los leones no tengan sus propios historiadores, las leyendas de caza siempre glorificarán al cazador.
PROVERBIO NIGERIANO
Le tengo mucho cariño a este proverbio por su encantadora insistencia en que siempre deberíamos recordar que la historia tiene más de un lado.
En mi opinión de historiadora del mundo antiguo, esto es especialmente importante porque casi todos mis testimonios proceden del bando de los cazadores: los hombres (y no las mujeres), los libres (y no los esclavos), los ricos (y no los pobres), los griegos y los romanos (y no los bárbaros), los vencedores (y no los vencidos, aunque, si hemos de ser justos, sean más numerosos los que pertenecen a esta categoría que los que pertenecen a las otras).
Aunque solo sea eso, la idea del «historiador de los leones» me incita a darle la vuelta a parte del lenguaje habitual de la descripción histórica, que puede parecer tan neutral pero que en realidad nunca lo es. En lugar de decir «los romanos obtuvieron otra tremenda victoria», intente el lector decir, «los romanos fueron culpables de otra tremenda masacre». La diferencia en la historia que se explica es inmensa.
En mis clases, les explico este proverbio a mis alumnos a fin de debilitar la idea de historia «objetiva». Es demasiado fácil afirmar que los prejuicios en la historia son malos y que la objetividad es buena. Sin embargo, la objetividad suele ser un eufemismo para la historia de los vencedores, o la historia de los cazadores. ¿Qué aspecto tendría, les pregunto yo, una historia objetiva de la guerra de Irak? ¿Querríamos una historia objetiva, incluso si pudiéramos tenerla? ¿Y qué nos diría una historia objetiva sobre (por poner un ejemplo) la rebelión de Boudica en Britania?
Ignoro de dónde exactamente, o de cuándo, procede este proverbio, pero eso, al fin y al cabo, forma parte de la naturaleza de los proverbios. No puedes ubicarlos fácilmente. Sin embargo, el hecho de que provenga de África le da una mayor mordacidad, incluso algo más cortante. No olvidemos que nosotros, los europeos, hasta hace relativamente poco tiempo, afirmábamos sin problema alguno que África no tenía historia hasta que llegamos allí.
¿Cuánto nos equivocábamos? Mucho, pero eso ya es otra historia.