Capítulo 11
El fin de semana en la playa fue un fin se semana de estrenos. Era la primera vez que Carrie y Tyler funcionaban como pareja, la primera vez que los trillizos hacían un viaje tan largo, y la primera vez que salían los cinco como si fueran una verdadera familia.
Así era como los veía todo el mundo; como una madre y un padre con sus hijos pequeños. Tyler estaba asombrado por la cantidad de comentarios que hacía la gente al ver a los trillizos. No tardó en perder la cuenta de los que se acercaba a ellos para preguntar por la edad de los niños y pedir todo tipo de información sobre ellos.
Carrie, que había sido siempre una trilliza, ya estaba acostumbrada.
—La curiosidad va disminuyendo a medida que creces porque ya no te pareces tanto a tus hermanos.
Tyler disfrutaba con la atención que despertaban los críos. Estaba orgulloso y le gustaba hablar sobre ellos. Y ni una sola vez se le ocurrió decirle a alguien que en realidad él no era su padre.
Fue muy divertido llevar a los niños a la playa, verlos maravillarse con las olas, y meter las manitas y los pies en el agua. Ninguno tuvo miedo al mar, más bien al contrario, Carrie y Tyler tenían que vigilarlos de cerca para que no se metieran solos en el agua.
Ante la insistencia de Tyler, hicieron todas las comidas en un restaurante con servicio para niños pequeños. Los padres comían juntos mientras los niños lo hacían en otro pabellón, especialmente preparado para ellos.
Cuando por la noche los metieron en las cunas, estaban los tres agotados. Les cerraron la puerta y Tyler levantó en brazos a Carrie para llevarla al dormitorio.
—Me lo he pasado muy bien con los niños, pero cada vez que te miraba me moría de ganas de hacer el amor contigo —le confesó con voz ronca mientras la desnudaba. En cuestión de segundos, descansaban las ropas de ambos en el suelo.
Tyler le rodeó la cintura con las manos y después fue subiendo lentamente hacia sus senos.
—Te deseo mucho, Carrie. No puedo dejar de pensar en lo maravilloso que es estar dentro de ti.
Carrie alargó la mano para sentir la poderosa respuesta del cuerpo de Tyler.
—Quiero que hagamos el amor —susurró la joven con pasión.
Tyler cubrió su boca y la abrazó para acercarla todavía más a él. Quería que fuera un beso largo y profundo, pero la fuerza de la pasión los llevó rápidamente a tumbarse en la cama y acariciarse al ritmo que les marcaba un frenético deseo.
Tyler se colocó entre los muslos de Carrie, y la joven se abrió para recibirlo; lo rodeó con las piernas y susurró su nombre mientras se hundía en ella. Tyler gimió extasiado al sentir el húmedo calor que lo acogía.
Empezaron a moverse al ritmo de la primitiva danza del sexo, encerrados por las llamas de una pasión que los condujo hasta los límites del placer.
—Podría hacerme adicta a esto —comentó Carrie, al cabo de un rato, con la cabeza apoyada en el hombro de Tyler—. Te quiero, Tyler.
Tyler la estrechó contra él y la besó en la frente. Sabía que él ya era adicto a ella, pero no iba a decírselo. Sus recelos de soltero no habían muerto; todavía no estaba preparado para confesar sus sentimientos, no podía contárselo todo. Ya tendría tiempo para hacerlo. Prefería tomarse las cosas lentamente y ver hasta dónde lo llevaban.
—En la cama formamos una pareja increíble —dijo satisfecho.
—Sí, pero también lo hacemos fuera de la cama —repuso Carrie, suavemente. Estaba deseando oírlo decir que la amaba, pero sabía que no iba a hacerlo, que iba a contenerse. Era absurdo. Sabía que Tyler la quería, y no sólo por el sexo. Estaba segura de que para él significaba mucho más que eso; incluso habría apostado cualquier cosa a que hasta quería a sus hijos.
Pero el hecho de que ella lo supiera no significaba que Tyler estuviera dispuesto a admitirlo. ¿Cuánto tiempo tardaría en hacerlo? ¿Semana? ¿Meses? ¿Años? Por primera vez, desde que se había enamorado de él, Carrie se permitió pensar en su corta relación con Ian. Había sido una suerte que Ian no hubiera tardado prácticamente nada en decidir lo que sentía por ella. Se habían comprometido mutuamente y habían seguido adelante, sin saber lo que los deparaba el destino.
La vida le había enseñado una gran lección: el tiempo pasaba muy rápidamente y jamás ofrecía garantías. Suspiró. Cuánto le habría gustado que Tyler compartiera su creencia.
—¿Estás bien? —le preguntó Tyler, preocupado al oírla suspirar.
—Estoy estupendamente —contestó Carrie, y lo besó—. Mejor aún, estoy maravillosamente. Sólo estaba pensando… —se interrumpió para tomar aire. No quería que hubiera secretos entre ellos—. Estaba pensando en Ian.
—A Ian no le importaría que siguieras disfrutando de la vida —dijo Tyler rápidamente. ¡No estaba dispuesto a perder a Carrie por el fantasma de Ian Wilcox!—. Por lo que he oído de él, creo que le gustaría que me quisieras.
Carrie asintió. Ian había sido un hombre muy generoso y estaba segura de que habría querido que su esposa volviera a enamorarse otra vez. Una sonrisa cargada de ironía curvó sus labios. Sospechaba, sin embargo, que también le habría gustado que el hombre al que amara fuera capaz de sentir lo mismo por ella.
* * *
Eran cerca de las nueve de la noche del domingo cuando llegaron a la casa. Los niños estaban dormidos. Carrie y Tyler intercambiaron miradas cuando el coche se detuvo.
—No quiero que esto termine —dijo Carrie, con nostalgia—. Ahora tú tendrás que estar en tu casa y yo en la mía.
—No hay ninguna razón para que no pueda pasar la noche contigo. Mañana me levantaré un poco antes de lo habitual para volver a mi casa y…
Fueron interrumpidos por un golpe en la ventanilla. Era Alexa que gesticulaba y los miraba con los ojos abiertos de par en par. Tyler bajó rápidamente la ventanilla.
—¿Qué pasa? —le preguntó, intentando no gruñir al ver que detrás de Alexa se acercaba Ben.
—¿Alexa, qué está pasando aquí? —le preguntó Carrie preocupada; no esperaba encontrarse allí a sus hermanos, pues ambos sabían que se había ido con Tyler.
—Papá y mamá han venido esta mañana de Alemania, y están —no tuvo oportunidad de terminar. En ese momento, el coronel y la señora Shaw se dirigían corriendo hacia ellos. Carrie salió rápidamente del coche y fue al encuentro de sus padres.
—¡Cuánto me alegro de veros! —les dijo después de abrazarlos—. ¿Pero qué estáis haciendo aquí? ¿Ha pasado algo malo?
—Nada, excepto que os echábamos terriblemente de menos a ti y a esos preciosos bebés —dijo su madre emocionada—. ¡Tengo que verlos! Alexa, Ben, ayudadme a meterlos en casa.
Tyler pensó en los planes que tenía con Carrie para poder meter a los niños en la casa sin que se despertaran. Pero después de aquella inesperada visita, todas las posibilidades de pasar la noche juntos parecían haberse evaporado.
La madre y los hermanos de Carrie desaparecieron dentro de la casa, dejando a Carrie y a Tyler a solas con el coronel Shaw. Tyler observó a aquel hombre alto y erguido, de ojos azules.
—Te hemos echado de menos —el coronel abrazó a su hija con cariño—. Tu madre y yo hemos estado…
—Papá, quiero que conozcas a… un buen amigo mío —lo interrumpió Carrie rápidamente, y miró hacia Tyler—: Éste es Tyler Tremaine, Tyler, éste es mi padre, el coronel Shaw. Tendría que haberte presentado también a mi madre, pero parece que ha desaparecido.
—Estaba deseando volver a abrazar a nuestros nietos —dijo el coronel con indulgencia. Miró brevemente a Tyler—. Tengo entendido que usted y Carrie son vecinos, ¿no? Me han dicho que ha llevado a Carrie y a los niños a la playa este fin de semana.
Tyler frunció el ceño y se aclaró la garganta. No podía permitir que el coronel hablara de él como si se tratara de un vecino cualquiera.
—Quiero darle las gracias por ser un buen vecino para mi hija y para mis nietos —continuó diciendo el padre de Carrie—. Pero creo que ya no va a poder seguir asumiendo ese papel. Mi esposa y yo hemos venido para llevarnos a Carrie y a los trillizos a Alemania con nosotros.
—¿Qué? —preguntaron Carrie y Tyler a coro.
—Carrie, cariño. Cometí un terrible error al animarte a quedarte sola en esta ciudad con los niños. Pensaba que estaba haciendo lo mejor para ti, pero…
—Lo sé, papá.
—Carrie, estaba equivocado. Y cuando me equivoco, prefiero admitirlo. Tu madre y yo hemos estado muy preocupados por ti y por los trillizos, estábamos tan lejos que no podíamos ayudarte. Así que hemos decidido que vengas con nosotros.
—Pero papá, ¡si estamos estupendamente! —le dijo Carrie, exasperada—. Sinceramente, no tenéis ninguna razón para preocuparos.
—El horario que tienes en el hospital es agotador, y cuando vuelves a casa te encuentras con tres niños que demandan atención y cuidados. Sé que yo fui el que te dijo que trabajaras, pero en eso también me equivoqué. Es más importante que dediques todo tu tiempo y tus energías a tus hijos.
—Sé que tengo un horario bastante largo, papá, pero puedo soportarlo —insistió Carrie—. Y Alexa se queda con los niños cuando voy a trabajar…
—Lo cual me recuerda otro de los motivos por los que está preocupada tu madre —tronó el coronel—. Tu hermana vive prácticamente recluida. Por lo que nosotros sabemos, no tiene vida social de ningún tipo. Pasa todos los fines de semana cuidando a tus hijos y escondiéndose del mundo.
—¡Papá!
—De acuerdo, no nos meteremos en eso ahora. En cualquier caso, creo firmemente que los niños necesitan que su madre esté con ellos todo el tiempo posible.
—En eso estamos de acuerdo, coronel Shaw —dijo Tyler.
El coronel miró a Tyler como si lo sorprendiera verlo todavía allí.
—Muy interesante —dijo educadamente—. Puede irse cuando quiera, señor Tremaine. Estoy seguro de que se sentirá más cómodo marchándose. Esto no es asunto suyo. La señora Shaw y yo nos ocuparemos de todo —rodeó a Carrie por los hombros y se dirigió con ella hacia la casa.
Tyler se quedó en el jardín, mirando fijamente cómo se cerraba la puerta tras ellos. Estaba confundido, casi desorientado. Todo había sucedido tan rápido que todavía estaba procesándolo. Momentos antes, estaba pensando en pasar la noche con Carrie, pero Carrie acababa de ser alejada violentamente de él por su padre, ¡que estaba pensando en llevarse a ella y a los niños a vivir a Alemania!
Por un instante, se imaginó viviendo sin Carrie y sin los niños. Se abría ante sus ojos un oscuro abismo de soledad y se rebeló inmediatamente contra él.
Fue corriendo hacia la casa y golpeó con fuerza la puerta.
—¡La puerta está abierta! ¡Entre!
Tyler aceptó la invitación y entró en la cocina a grandes zancadas, donde estaba reunida toda la familia.
—Carrie, quiero hablar contigo —dijo en tono enérgico—. Y con usted también, coronel —añadió, dejando claro que no aceptaba una negativa por respuesta.
Tomó a Carrie de la mano y casi la arrastró hacia la sala. El coronel los siguió, con expresión enigmática.
—Coronel Shaw, lo primero de todo, quiero que sepa que no soy solamente el vecino de su hija —declaró Tyler, mirándolo a los ojos. Agarró a Carrie posesivamente—. Carrie, debemos ser honestos con tu padre. Y antes de decir nada más, antes de que las cosas se nos vayan de las manos, quiero que sepas que no vas a irte a Alemania con tus padres.
—Bueno, señor Tremaine, ¿no le parece un poco atrevido por su parte? Creo que ésa es una decisión que tiene que tomar Carrie por sí misma. Es ella la que tiene que considerar las opciones que tiene, pensando en los niños en primer lugar.
Carrie miró a su padre. Había algo en su voz, en sus mirada… algo indefinible que alguien que no lo conociera sería incapaz de advertir. Algo iba a pasar allí… y cuando vio a Ben en el marco de la puerta, tuvo la absoluta seguridad de que no se equivocaba.
—Papá, ¿qué estáis haciendo…?
—Carrie, yo… yo te amo —dijo de pronto Tyler, haciendo que Carrie se olvidara de todo lo que estaba pensando—. No voy a permitir que te vayas de aquí, y tampoco voy a permitir que te lleves a los niños. ¡También son mis niños, Carrie! Los quiero, y ellos me quieren a mí. De alguna manera, es como si me pertenecieran. Tienes que quedarte conmigo, Carrie, lo sabes tan bien como yo. Nosotros… —se interrumpió para tomar aire—. Carrie, quiero que nos casemos tan pronto como sea posible.
En el momento en el que pronunció aquellas palabras, se dio cuenta de la importancia de su significado. Casarse con Carrie y ayudar a crecer a los trillizos era lo que más deseaba hacer. No se había permitido pensar en ello hasta entonces.
—Bueno —el coronel esbozó una ancha sonrisa—. Desde luego, eso pone las cosas en una perspectiva completamente diferente —se volvió hacia el exultante Ben, que había estado escuchando furtivamente desde la puerta—. Creo que deberíamos dejar solos a Carrie y a Tyler, hijo. Vamos a echar una mano a tu madre y a Alexa con los trillizos.
Una vez a solas, Tyler abrazó a Carrie y la miró con una sonrisa tan ancha como la de Ben y un brillo triunfal en la mirada. Jamás se había sentido tan feliz. Inclinó la cabeza para besar a la que iba a ser su esposa, pero Carrie se lo impidió, poniéndole la mano en los labios.
—Tyler, no puedo permitir que sigas con esto —le dijo con los ojos llenos de lágrimas—. Tú… bueno, no tienes que casarte conmigo para impedir que me vaya a Alemania. Antes de que entraras en casa, ya les había dicho a mis padres que no tenía ninguna intención de marcharme. Vamos a quedarnos aquí.
—Carrie, te he pedido que te cases conmigo —le dijo precipitadamente. De repente se le ocurrió pensar que era posible que Carrie no aceptara su proposición matrimonial—. Tú me amas, Carrie. Los dos lo sabemos. Y yo te amo a ti —al decirlo por segunda vez, le resultó mucho más fácil; tanto, que decidió decírselo una vez más—. Te amo, y quiero casarme contigo y adoptar a tus hijos. Quiero que formemos una familia.
—Tyler, tú no lo entiendes —musitó Carrie, intentado contener un sollozo—. Me temo que estés cayendo en una trampa al hacerme esa proposición. Todavía no me lo han confirmado, pero juraría que Ben tiene algo que ver con el hecho de que estén mis padres aquí. No sé qué les habrá dicho, pero estoy segura de que con su visita y su repentina insistencia en llevarme con los niños a Alemania pretendían forzarte a asumir un compromiso.
—¡Y ha funcionado! —Tyler estalló en carcajadas. Era demasiado feliz para hacer otra cosa—. Por lo que se ve, he subestimado a Ben. Tiene el sentido común y el instinto creativo que Tremaine Incorporated necesita. Tendré que echar un vistazo a sus ideas, quizá hasta le ofrezca un puesto de trabajo, después de la boda, por supuesto…
—¡Oh, Tyler! —Las lágrimas que había intentado contener empezaron a correr por sus mejillas. Le rodeó el cuello con los brazos y lo miró con todo el amor del mundo brillándole en la mirada—. Te quiero con todo mi corazón, y quiero casarme contigo, pero no quiero que nunca tengas la sensación de que te he manipulado.
Tyler gimió con impaciencia.
—¿Vas a decirme de una vez que vas a casarte conmigo, o voy a tener que ponerme de rodillas para pedírtelo? Porque estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para convencerte de que seas mi esposa, Carrie. Te quiero más que a cualquier otra cosa en el mundo.
La besó en los labios, delicadamente al principio, pero poco a poco fue aumentando la pasión.
—Y si te atreves a afrontar otro embarazo, me gustaría que tuviéramos otro hijo.
—Recuerda que teniendo en cuenta el historial de mi familia, es muy probable que sean gemelos, o trillizos —lo advirtió.
—Bueno, si tú te atreves, yo estoy dispuesto. Hablaremos de ello dentro de unos años, cuando los trillizos ya vayan al colegio.
—De acuerdo. Y Tyler, una cosa más…
—Todas las que quieras, mi amor.
—¿No crees que ya es hora de que hagas las paces con Nina y con tu padre? Tendrías que hacer un esfuerzo para conocer mejor a tu hermanastro y aprender a confiar en él. Por lo poco que he visto, yo creo que él quiere ser tu amigo.
Tyler pareció considerar sus palabras.
—El Cuatro de Julio se ofreció a traerme a casa voluntariamente —sonrió—. Y mira cómo hemos terminado.
—Ha sido un auténtico final feliz —repuso la joven radiante.
—Yo iba a decir que en la cama, que es donde vamos a ir ahora mismo. Vamos a mi casa, donde podremos estar solos. Esta noche hay gente suficiente para hacerse cargo de los niños.
Carrie lo besó con toda la fuerza de su amor y de su pasión. Tyler la levantó en brazos y cruzó con ella el jardín para llevarla a su casa, donde pasaron la noche celebrando su amor.
FIN