Antes de comenzar

Siéntate de manera cómoda, pero no demasiado como para terminar durmiéndote.  Puede ser con las piernas cruzadas sobre un cojín en el suelo o sentado en una silla. La espalda debe estar recta en todo momento. Asegúrate antes de comenzar que la postura que tienes es lo suficientemente agradable de manera que durante la sesión no tengas que estar continuamente ajustando tu cuerpo. Coloca las manos sobre tus piernas.

Busca un lugar tranquilo y silencioso de la casa. Es muy importante que haya poca luz. Por tanto, si es de día baja un poco las persianas.

Programa un temporizador, por ejemplo el teléfono móvil con un tiempo de 10 minutos. De esta manera podrás relajarte sabiendo que automáticamente serás avisado cuando el tiempo haya terminado. ¡Los monjes budista no tenían esta ventaja!.

Es aconsejable que unos minutos antes de comenzar la sesión vayas desacelerando tu ritmo normal. Es decir, ve despejando la mente y aparta los problemas que traigas entre manos. Es muy complicado afrontar directamente una sesión de relajación y meditación si tienes la cabeza llena de tareas que reclaman su sitio. El cerebro necesita un tiempo de adaptación. Es muy complicado pasar del ajetreo diario a un estado de conciencia y claridad plena sin pasos intermedios.