2. El imperio de Sargón

Aunque al imperio asirio todavía le faltaba anexarse una gran provincia, puede considerarse que el reinado de Sargón fué el período de su mayor fuerza. No heredó a Senaquerib conquista alguna que no pudiera haber hecho efectiva, además de dejarle la máxima extensión de territorio que el poder central podía retener. Por tanto, podemos hacer una pausa, poco antes de la muerte de Sargón en 705, para ver cuál era la extensión de ese territorio.

Claro está que sus fronteras no pueden definirse con la precisión de un moderno geógrafo político. Los territorios ocupados se convertían imperceptiblemente en esferas de influencia, y éstas, a su vez, en tierras habitualmente, y a veces sólo ocasionalmente, devastadas en correrías. De algunas regiones, especialmente del noreste al noroeste, es muy imperfecto nuestro conocimiento actual de los términos de la geografía antigua de los escribas semíticos, y aun en el caso en que un rey asirio registra con cuidado qué tierras, montañas y ríos ha visitado su ejército, no por eso podemos identificarlos con exactitud. Ni se pueden tomar los registros reales al pie de la letra. Algún margen hay que dejar (aunque sea imposible precisar cuánto) a los informes que con frecuencia atribuyen todas las acciones de una campaña en las cuales no participó el rey en persona (como se ha demostrado en algunos casos) a su solo mérito, y enumeran con grandilocuencia dos veintenas de principados y reinos recorridos y sometidos en el curso de una sola campaña de verano a través de terreno difícil. Esta ilusión de inmensa capacidad, que así se trataba de crear, se ha impuesto con frecuencia a los críticos modernos, y se atribuye a Tiglathpileser y a Sargón el haber marchado por grandes provincias hasta las inmediaciones del mar Caspio, conquistando o exigiendo rescate, cuando en realidad sus fuerzas probablemente no hicieron más que trepar de valle en valle en torno a las aguas madres de los afluentes del Tigris, y atacar jefes de tan poca importancia territorial como los reyes kurdos de Hakkiari.

Al este de Asiria, el imperio territorial de Sargón no parece haber llegado hasta la vertiente misma de los montes Zagros; pero su esfera de influencia no sólo incluyó el nacimiento de los valles Zab, sino también una región al otro lado de las montañas, que llegaba hasta Hamadán y el sudoeste de Azerbaidján, aunque ciertamente no alcanzaba los distritos del este o del norte de esta última provincia, ni Kaswan ni parte alguna del litoral del Caspio. Hacia el norte, se podía pasar la frontera del imperio territorial de Asiria, al cabo de unos cuantos días de marcha de Nínive. Las riberas de los lagos Van y Urmia jamás fueron ocupadas regularmente por Asiria, y aunque Sargón incluyó en su esfera de influencia el reino de Urartu, el cual rodeaba el primero de los lagos y controlaba las tribus hasta las riberas occidentales del segundo, no se ha demostrado que sus tropas alcanzaran el norte y el este del lago Urmia, y se sabe también que dejó la región noroeste de las montañas entre Bitlis y el Éufrates medio en poder de las tribus nativas.

Sin embargo, hacia el este y el sur el brazo de Sargón trazó un círculo más amplio. Se apoderó de Mesopotamia hasta Diarbekir, y, más allá de Siria, no sólo invadió la Cilicia del este y del centro, sino también algunos distritos al norte del Tauro, a saber, la baja llanura de Milid o Malatia, y la parte meridional de Tabal; pero es probable que su garra no haya pasado en la meseta de una línea trazada desde las fuentes del Tokhma Su hasta las proximidades de Tyana, y desde ahí a las Puertas Cilícicas. Al otro lado de esa línea empezaba una esfera de influencia que hemos renunciado a definir, pero que podemos asegurar más o menos que se extendía por Capadocia, Licaona y la parte sur de Frigia. Hacia el sur, toda la Siria pertenecía a Sargón, en su mayor parte merced a la ocupación directa, y el resto en virtud de su señorío reconocido y del pago de tributos. Aun los siete príncipes de Chipre se sometieron de esta manera. Una o dos plazas fuertes sirias, Tiro y Jerusalén, por ejemplo, suspendían el pago del tributo si no andaba cerca el ejército asirlo; pero estas muestras de independencia más bien lo eran de la tolerancia del imperio. Las ciudades filisteas, después de la victoria de Sargón sobre sus ejércitos y los de sus aliados egipcios de Rafia, en el año 720, renunciaron a seguir defendiendo sus murallas y la esfera de influencia del Gran Rey se extendió por el este a través del Hamad y por el sur hacia el norte de Arabia. Finalmente, era dueño de toda Babilonia hasta el golfo Pérsico, con el apoyo de los ricos mercaderes que lo apoyaban por interés del comercio de caravanas, a pesar de las murmuraciones de sacerdotes y campesinos. Pero el Elam, cuyo rey y pueblo habían llegado a internarse en la misma Asiria a principios del reinado, apenas puede decirse que dependiera en manera alguna de Sargón, ni siquiera como esfera de influencia. Los pantanos del sudoeste, las llanuras tropicales del centro y las montañas del este la hacían tierra difícil a la conquista de los semitas del norte. Sargón había tenido la prudencia de no meterse con ella. Menos afortunados serían su hijo y sucesores.