Capítulo 15

Completamente loco

Una sensación de satisfacción lo recorrió a Derek al haber notado lo nerviosa que había estado Elena. Él provocaba un efecto en ella, eso significaba que de verdad sentía algo por él. No podía ocultarlo, sentía una inmensa oleada de felicidad al saber que ella lo amaba. Al carajo todo. Por más que se lo propusiera, no podía olvidarla. No quería olvidarla. De pronto dejó de importarle que estuviese casado con Candice, necesitaba a Elena de algún modo en su vida. Ahora olvidarla ya no estaba en sus planes. Ahora se esforzaría por tenerla a su lado. Tal vez no de la forma que él quisiera, pero si de una forma que, aunque doliera, le bastaba.

“Estás siendo egoísta y estúpido”. le susurró su subconsciente.

—¿Doctor Crowell? —escuchó que alguien preguntó. Reaccionó con tres parpadeos rápidos, volviendo a la realidad.

Clementine, una de las enfermeras le tendía unos papeles con las cejas alzadas. Derek se levantó de su asiento recibiendo los papeles.

—Son los resultados de la señorita West —informó la enfermera.

Derek asintió con una media sonrisa.

—Gracias.

—Por cierto. Una muchacha que dice ser su esposa lo está esperando en el comedor, doctor —informó la enfermera antes de marcharse.

Derek soltó un suspiro. Candice nunca iba al hospital, al menos que tuviera algo importante que decirle.

Sin perder más tiempo se dirigió a la cafetería aún con la imagen de Elena entre sus nebulosas ideas; la verdad es que no podía sacarla de sus jodidos pensamientos. Ya sabía que quería a Elena y que tendría que luchar contra ello. Pero también sentía mucho miedo, miedo de no poder dejar de pensar en ella. Y también terror de algo mucho más grande. De no sentir amor por Candice como pensaba. Porque ayer, que la pelirroja había regresado de Virginia, no se sintió como esperaba. Además, Candice intentó tocarlo por la mañana, algo que en absoluto lo excitó, en cambio, se sintió incómodo. Incluso inventó tener mucho trabajo en el hospital para escapar de ella. Había algo que su voz interior quería decirle, pero que prefería no escuchar.

Candice lo recibió con una sonrisa. No entendió por qué se sorprendió al verla demasiado arreglada, tal vez ya se había acostumbrado a la vestimenta sencilla de Elena.

—Qué bueno que no estás ocupado, amor —se alegró Candice levantándose y plantándole un beso en los labios, que al igual que ayer, no provocó un escalofrío en su cuerpo o al menos una reacción.

—Mmm no, pero tengo que revisar unos pendientes. ¿Qué haces por aquí? —preguntó Derek sentándose en la mesa de dos. La pelirroja se pasó los dedos por su larga cabellera.

—Pregunté cuál es tu hora de entrada y resulta que es a las nueve de la mañana. Y tú saliste de casa a las siete mintiéndome que tenías mucho trabajo —Candice apretó los labios en una fina línea.

La pelirroja sentía que algo le pasaba a su marido y tenía que descubrirlo, no podía darse el lujo de perderlo.

—Ah sí... —susurró Derek pensando en algo congruente—. Tenía unos pendientes que hacer con un paciente fuera del hospital —contestó con voz firme.

Candice soltó un respiro de alivio, pero no se sentía tan contenta.

—Bueno, espero que sea eso —soltó entre dientes.

Derek reprimió una mueca de fastidio. ¿Desde cuándo Candice le parecía tan aprensiva? Pero interrumpió sus pensamientos. Era lógico que ella reaccionara así, se recordó. Sobre todo, cuando otra mujer pasaba por su mente.

—Sí bueno... como dije, tengo que...

—Espera, Derek, tenemos que hablar —cortó Candice cruzando una de sus piernas sobre la otra.

Derek resignado asintió.

—¿Qué pasa?

—Caroline y yo hemos estado hablando sobre la empresa de tu familia. Y ya sé lo que quieres y que te reacias a cambiar de opinión. Pero lo he pensado bien y creo que deberías...

Derek frunció las cejas comenzando a molestarse. Candice sabía muy bien lo que pensaba sobre la empresa y le extrañaba que le estuviera diciendo aquello.

—Pensé que ya habíamos hablado sobre esto, Candice —interrumpió más molesto de lo que pretendía. La pelirroja lo miró molesta.

—Por Dios, solo piénsalo un poco. Eso es tuyo y verdadero trabajo Derek. Sabes que Caroline necesita tu apoyo más que nada. Y tú no se lo estás dando. Además, ya no tendrías que trabajar en este hospital, tendríamos más beneficios y más...

—¿Dinero, lujos? —preguntó Derek.

Las fosas nasales de Candice se dilataron, lo que significaba que comenzaba a molestarse también. Derek sabía que su esposa deseaba una vida como la de su hermana Caroline y nunca le había preocupado eso, porque Candice le había prometido que así estaba bien con él.

—Mira, si eso es lo que deseas, lo siento. Pero a mí me gusta lo que hago y no lo voy a cambiar por nada del mundo. Y si quieres una vida con todo eso, mejor te hubieras casado con otro.

Derek supo que había ido demasiado lejos cuando miró la furia en los ojos de Candice, pero sin importarle lo que pensara se levantó de la mesa y salió como una fiera de la cafetería. No entendía el porqué de la forma tan repentina de pensar de Candice respecto a ese tema. Tal vez estar viviendo un mes con su familia en Virginia le había cambiado su perspectiva. Y para terminar por hartarlo más, su hermana le acababa de enviar un mensaje.

Mi madre y yo estaremos de visita dentro de una semana. Ella quiere hablar contigo personalmente, buen día hermanito.

Soltó un gruñido cuando terminó de leer el mensaje. Parecía que se habían puesto de acuerdo para comenzar a molestarlo con la empresa.

El día pasó rápido, por fortuna, para él y, aunque trató de hablar con Elena en algún momento, la joven lo esquivó por completo. Tenía que hablar con ella y llegar a algo. Quería que al menos fuera su amiga, porque estaba claro que no podía simplemente olvidarla.

Derek salió del hospital y vio a Manón y a Elena paradas en la acera, con seguridad, esperando el transporte. La contempló a lo lejos y soltó un suspiro. Ella era tan hermosa para sus ojos y la única que provocaba ponerlo nervioso.

Se acercó a ellas con paso vacilante. Carraspeó cuando estuvo ya casi junto a ellas. Manón lo miró sorprendida y Elena trató de poner una máscara inescrutable en su rostro.

—¿Necesitan que las lleve a alguna parte? —preguntó casualmente metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón. Elena negó con la cabeza, sin mirarlo.

—No, gracias.

—¿Están seguras? —volvió a insistir. Le comenzaba a divertir el fastidio que veía en la mirada de Elena.

—Ya vienen por nosotros, pero gracias por la invitación —intervino Manón dedicándole una sonrisa. Justo en ese momento una camioneta blanca aparcó junto a ellos. Y Jason salió del copiloto para abrirles la puerta a las chicas. El doctor sintió que los celos comenzaban a recorrer su cuerpo cuando Jason le sonrió a Elena.

Derek resignado cruzó los brazos. Elena ni siquiera le había mandado una mirada cuando terminó de subirse a la camioneta. Aunque Jason se dio cuenta de su presencia.

—Hey, ¿eres el marido de Candice, cierto? —lo llamó Jason acercándose a él. Derek asintió tratando de no asesinarlo con la mirada.

—Dile a tu esposa que no puede faltar al campamento, tú también puedes venir si quieres. De cualquier manera, los esperamos en nuestro departamento a eso de las ocho de la mañana.

—Ahí estaremos.

—Vale, nos vemos —se despidió el rubio para después subirse a la camioneta y perderse en la carretera.

Derek pateó una piedra con la punta de su pie de regreso a su coche. Estaba claro que ese chico quería algo con Elena y eso lo asustaba. Iba a estar al pendiente, no quería a nadie tan cerca de ella. Su subconsciente se rio. Elena podía hacer lo que se le viniera en gana y él no era nadie para impedirlo.

Aún con fastidio arrancó el motor y se dirigió a su casa.

Elena y Manón trataban de elegir una casa de campaña, mientras Jason y Jordan compraban los suministros que necesitarían para el campamento.

—No puedo creer que se ofreciera a llevarnos —dijo Elena aún recordando la escena en su mente—. Por Dios, está casado con mi amiga. ¿No te parece ridículo?

Manón ladeó la cabeza.

—Bueno, no me mates, pero de verdad parece que tú lo pones. Solo tienes que ver cómo te mira —contestó su amiga.

Elena arrugó la nariz.

—Claro que no, él ama a Candice. Y seguramente solo lo hace por molestarme o por burlarse. Después de todo, le terminé confesando mis sentimientos; siente derecho sobre mí, ahora me arrepiento de haberme confesado con él —suspiró Elena tomando asiento en uno de los sillones de la tienda.

—Bueno, tal vez solo quiere hacer las paces contigo, no sé. Pero creo que deberías hablar con él, poner en orden las cosas. No puedes estar evitándolo todo el tiempo.

Elena asintió con resignación. No sabía qué era lo que quería Derek con ella tratando de ser amable y solo lo averiguaría hablando con él.

—Tienes razón, pero tengo miedo de no controlar mis instintos. Es como... Cuando está cerca no pienso claramente —se lamentó Elena.

Manón se sentó junto a ella.

—Bueno, apagar los sentimientos no es fácil, de hecho, para nadie. Pero hablando con él ya será un paso y depende en qué términos queden, podrás comenzar a superarlo.

Elena asintió pensativa. No entendía por qué una parte de ella seguía ilusionada esperando una relación con él, si estaba más claro que el agua que era imposible algo entre ellos.

—¿Ya la escogieron? —preguntó Jason interviniendo en su conversación.

—Sí, está es genial. ¿Te parece? Es grande y tiene un diseño que nos encanta —contestó Manón señalando una de las carpas. Todos terminaron con las manos llenas de bolsas por todo lo que compraron cuando salieron de la tienda.

Esta vez Jordan manejó y Manón fue su acompañante en el asiento de copiloto. Para la fortuna de Jason, Elena se fue con él a los asientos de atrás. El rubio sentía algo hacia Elena desde hacía tiempo, solo que no le confesaba lo que sentía por miedo a que Elena no lo viera de esa forma. Aunque esta vez se arriesgaría, ya que pensaba que ella ya había superado a su exnovio y ese sería el momento apropiado.

—Mmm y cómo vas con todo, bueno, supongo que no te molesta hablar sobre tu exnovio —Jason rompió el silencio.

Elena negó con la cabeza encogiéndose de hombros.

—No, Thomas ya no me incomoda para nada —contestó Elena.

Hacía tres meses, hubiera cambiado de tema si le hubiesen preguntado sobre su exnovio, y ahora no le importaría hablar sobre Thomas, con tal de no recordar a Derek.

Jason sonrió por lo bajo.

—Eso es bueno y me alegra mucho. Alguien como él no merece a una chica como tú. Cualquiera se sentiría afortunado si tuviera la suerte de estar contigo —dijo Jason acercándose a Elena y pasándole el brazo por los hombros. Él tenía una buena amistad con Elena, por lo que se daba el atrevimiento de abrazarla.

—Lo dices porque soy tu amiga —contestó Elena.

Jason alzó las cejas reprimiendo una sonrisa.

—Lo digo porque es la verdad. Incluso yo me sentiría afortunado, bueno... Quiero decir que eres muy guapa, noble, simpática y...

—¿Tienes calentura? —preguntó Elena con burla tocándole la frente para comprobar su temperatura.

Elena ya sabía de antemano de los sentimientos de Jason, pero prefería fingir que no sabía nada, ya que no quería comenzar a sentirse incómoda junto a él.

—Creo que estás un poco raro, me acabas de llamar guapa y noble.

Recuerdo que Jordan y tú disfrutan mucho molestándonos a Chloe y a mí quejándose de nuestra comida que, al parecer, nunca es suficiente —indicó Elena.

Jason sonrió.

—Eso es porque no tenemos otra cosa que hacer —se defendió el rubio encogiéndose de hombros—. Y por cierto... Creo que ya va a salir esa película nueva de dinosaurios.

Elena se puso de pronto en alerta. Jason era muy bueno en arrastrar a las chicas a una no-cita, aunque obviamente con ella no sería igual.

—Mmm sí, he visto el tráiler —sonrió Elena.

Antes de que Jason pudiera abrir la boca para invitarla solo a ella, Elena se le adelantó—. ¿Y qué te parece si vamos todos juntos a verla?

La sonrisa de Jason se borró y lució desanimado.

—No creo que...

—Chicos, ¿quieren ver el próximo domingo una película de dinosaurios? Iremos Jason y yo —Elena les preguntó a Manón y a su hermano.

Jordan desvió por un momento la mirada hacia su mejor amigo.

—Sí, estaría genial —aceptó Manón.

Elena le volvió a sonreír a Jason que se había quedado en silencio.

—Perfecto —finalizó Elena.

Jordan negó con la cabeza con una sonrisa burlona, algo que le hizo sospechar a Elena. Probablemente Jordan supiera de los sentimientos de su amigo hacia ella.

Pasaron a dejar a Manón, antes de dirigirse al edificio.

—Te esperamos a las ocho —se despidió Elena de su amiga.

Manón bajó de la camioneta.

—Claro. Nos vemos mañana, chicos.

Jordan y Jason se habían retirado a su departamento, ya que tenían que preparar todas las cosas para el campamento. Para la sorpresa de Elena, su amiga pelirroja estaba con Chloe ayudándola a empacar las cosas.

—Hola, chicas —saludó Elena quitando la liga de su cabeza y dejando caer su cabello castaño sobre sus hombros. No pudo evitar mirar a Candice de arriba abajo. Un sentimiento incómodo comenzó a nacer dentro de ella, no sabía qué había pasado con su amiga en ese año en Virginia, pero parecía otra persona, y perfecta. Era lógico porque se había casado con Derek y por eso preferiría no compararse con ella. Tragó saliva.

—Hey, estamos empacando todo. Nos vendría bien una ayuda —exhaló Chloe quitándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Chloe estaba metiendo todos los objetos grandes en una maleta y Candice preparaba los bocadillos.

—Claro. ¿Y estaremos en buen tiempo? Ya sabes, a veces, hay tormentas por allá. — Señaló Elena mientras se disponía a ayudar a Chloe.

—Según los chicos, el mal clima no molestará. Pero nunca es malo prepararse para todo —contestó Chloe cerrando una de las maletas.

Elena asintió y miró de reojo a Candice. Sabía que ella y Derek irían y eso lo haría el viaje más incómodo que se pudiera imaginar.

—Bueno, esperemos eso.

—¿No les incomoda que vaya mi esposo, verdad? —intervino Candice en su conversación. La voz de la pelirroja le pareció extrañamente irritable para los oídos de Elena. ¿Qué estaba sucediendo consigo misma? No podía comenzar a comportarse de esa forma con su amiga.

—No, por supuesto que no —contestó Chloe mirando a Elena—. Al menos que Elena tenga algo que decir .

La castaña negó.

—No habrá problema, Candice —le dijo Elena dedicándole una sonrisa demasiado falsa—. Bueno, como sea. ¿Ponemos esto aquí? —Elena cambió de tema dejando de mirar a Candice, para dirigirse a la rubia.

En una hora las tres chicas ya estaban en el sofá extenuadas. Elena mantenía los pies sobre la mesa de la sala y comía palomitas mientras fingía poner atención a la película que se reproducía en la pantalla. Mientras tanto Chloe y Candice conversaban sobre un tema bastante incómodo para ella.

—No lo sé, tal vez esté muy agotado con su trabajo. Pero es extraño que no quiera tocarme —dijo Candice en voz alta—. Pensé que lo extrañaría al igual que yo.

Elena se removió en el sofá reprimiendo una mueca.

—Bueno, dale tiempo. De cualquier manera, a los hombres les es muy difícil abstenerse cuando una chica quiere sexo con ellos —contestó Chloe.

—Bien, esta noche le daré una sorpresa. De hecho, estaba pensando en que podríamos probar otras cosas, ya sabes... Con esas cosas que utilizan para tener...

—Creo que me tomaré una pastilla para el cólico —Elena se levantó excusándose. Ya no deseaba escuchar nada más. Su estómago sufriría las consecuencias si seguía ahí. Entró a su habitación y cerró la puerta con seguro.

Con un suspiro se sentó en el borde de la cama. De pronto se llevó los dedos a los labios y volvió a recordar su beso con Derek. Había sido el beso más mágico de su vida y aún lo recordaba con mucha nitidez. Comprendió que ese sería el único recuerdo que tendría de él, nunca habría nada más. Sonrió con tristeza.

El dolor seguía ahí, pero ahora había algo diferente que la estaba asustando. Era como si una parte de ella estuviera esperando algo más con Derek, como si aún no se hubiera resignado totalmente. Y tenía miedo de cometer una locura.

Prefirió tomar una ducha y ponerse a secar su cabello para no tener tiempo de pensar. La dirección de sus pensamientos la estaban desconcertando. Y no tenía que engañarse a sí misma. Pero en lo más profundo de su ser seguía esperanzada y más cuando Derek se había acercado a ella en el estacionamiento. Además no era una estúpida, se daba cuenta de cómo la miraba, en el hospital no había sido nada disimulado.

Elena se metió en su pijama mientras seguía inmersa en sus cavilaciones. Su mejilla tocó la suavidad de la almohada y apretó con fuerza el edredón. Podría... ¿Podría ser que Derek estuviera enamorado de ella también? ¿Y si tal vez Derek no amaba a Candice como pensaba? ¿Y si aún había una esperanza para ella?

Elena detuvo sus pensamientos. ¿Qué estaba sucediendo con ella? Ahora un miedo más grande se adentró en ella. Temía que Derek terminara por volverla completamente loca. Entonces cerró los ojos con fuerza antes de que se desconociera a sí misma.