Como si yo fuera
una frágil reliquia
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Serafín Sánchez, héroe de la guerra del 68, y uno de los generales mambises más queridos y apreciados por Martí, entendía que el Delegado no debía ir a la manigua, sino quedarse en el extranjero, encargado de la propaganda y organización revolucionarias.
Preveía una guerra dura y larga, de avances y retiradas tácticas, que se dificultaría, además, con la tremenda responsabilidad de cuidar de la preciada vida de Martí. Y así se lo hizo saber.
—¡Qué arma más formidable tendrían mis detractores y los enemigos de Cuba si me quedara en tierra, seguro, alentando a los demás al peligro y a la muerte! Piénselo bien, Serafín, si es que me quiere como sé que me quiere. Sepa usted que no me expondré irreflexivamente a un peligro innecesario, pero tampoco consentiré que se desatienda cualquier necesidad o acción en el combate para cuidarme y resguardarme como si yo fuera una frágil reliquia.