Capítulo 8

¿Cuántos cometas hay? Cuando Kepler se formuló esta pregunta, hace cuatro siglos, se respondió: «Tantos como peces en el mar».

No fue más que una conjetura a título personal. Carecía de testimonios en que basarse, ya que en su época la cantidad total de cometas registrados en la documentación que había sobrevivido a lo largo de toda la historia humana era inferior a 900.

En la actualidad, como es lógico, vemos muchos más cometas que los hombres de la época de Kepler y de tiempos anteriores, ya que disponemos del telescopio, y ello hasta el punto de que cada dos o tres semanas por término medio descubrimos uno nuevo.

Pese a todo, los cometas que conocemos son sin duda una pequeña parte de todos los que hay. Los cometas mayores tienen una órbita que se extiende mucho, muchísimo más allá de nuestra familia planetaria, y es posible que su enclave original esté en los océanos siderales situados a tremendas distancias.

Una buena idea de hasta dónde puede ir un cometa lejano se formuló en 1973, cuando un astrónomo checo, Lubos Kohoutek, localizó uno que se acercaba, mientras estaba aún del otro lado de la órbita de Júpiter. Como se le pudo ver a mucha distancia, tenía que tratarse de un cometa grande y por tanto de otro más que venía de las lejanas profundidades del espacio. Se le observó mientras giraba alrededor del Sol y luego mientras se alejaba cada vez más hacia el infinito.

Se determinó con gran cuidado un segmento tan amplio de su trayectoria que se pudo calcular toda la órbita con lo que pareció una precisión razonable. Resultó que dicha órbita era la mayor de cuantas se habían calculado respecto de cualquier cuerpo del sistema solar.

En su perihelio, el cometa Kohoutek, como se le llamó, está a una distancia de 37 millones de km del Sol. Una distancia inferior a la mitad de la aproximación máxima del cometa Halley e inferior incluso a la máxima aproximación del planeta Mercurio o el cometa Encke. Sin embargo, el cometa Kohoutek no es un «rasante al Sol».

En el otro extremo de su órbita, cuando está en su afelio (es decir, a la distancia máxima del Sol), el cometa Kohoutek se encuentra a una distancia de 538 050 millones de km de éste. 102 veces más lejos del Sol de lo que se distancia el cometa Halley. Recorrer una sola vez toda esta órbita tremenda le cuesta al cometa de marras unos doscientos mil años.

Además, el afelio del Kohoutek no tiene por qué ser el punto límite. Puede haber cometas a una distancia mucho mayor del Sol. La estrella más cercana a nosotros, Alfa de Centauro, está a 4,3 años-luz. Es decir, está a una distancia que; para recorrerla, la misma luz tendría que viajar durante 4,3 años, y recuérdese que la luz viaja a una velocidad de 300 000 km por segundo. Alfa de Centauro está pues a 40 billones de km de nosotros.

Cualquier objeto que se encontrare incluso a dos añosluz del Sol (unos 19 billones de km) quedaría atrapado por su fuerza gravitatoria. El Sol estaría más cerca de él que Alfa de Centauro en cualquier momento, y no hay ninguna otra estrella que se le acercase tanto que pudiera disputarle al Sol sus derechos gravitacionales sobre tal objeto.

Un objeto situado a dos años-luz de distancia estaría 37 veces más lejos que el cometa Kohoutek en su afelio. Otra forma de decirlo es que el Kohoutek se aleja a una distancia máxima del Sol que constituye sólo la decimoctava parte de un año-luz.

El astrónomo estonio Ernst Julius Opik (n. 1893) señaló todo esto en 1930, mientras especulaba que podía haber cometas que orbitasen alrededor del Sol a tan descomunales distancias. La idea la relanzó en 1950 el astrónomo neerlandés Jan Hendrik Oort (n. 1900).

En 1973, la observación del cometa Kohoutek que aquí vemos en unas fotografías de la Universidad de Arizona, sirvió a los astrónomos para calcular el tiempo que necesitaba este cometa para dar una revolución completa alrededor del Sol: 35 000 años.

Oort señaló que podía haber muchísimos cometas que orbitasen alrededor del Sol alejados de este entre 1 y 2 años-luz. (Hay quienes estiman que puede haber incluso 100 000 millones de cometas pertenecientes a esta familia. Pero ni siquiera todos estos cometas juntos compondrían una masa total superior a la del planeta Tierra).

Oort sospecha que, por regla general, estos cometas giran alrededor del Sol en una órbita que no es muy elíptica, de suerte que en todo momento están muy alejados de él y probablemente sean invisibles desde la Tierra. Según Oort pueden consistir en una pequeña masa de materias congeladas de entre 1,5 y 15 km de diámetro.

Si no fuera por las influencias exteriores, estos cometas lejanos se mantendrían impertérritos en su órbita respectiva durante muchos miles de millones de años, pero hay que contar con la fuerza de gravedad de las estrellas más próximas. No son fuerzas lo bastante poderosas como para arrebatarlos al Sol, pero sí para modificarles la órbita de manera moderada, efecto que va acumulándose y acentuándose con el paso del tiempo. Unos sufren algún empuje que hace que se muevan cada vez más rápidamente; otros sufren algún tipo de freno, de suerte que cada vez se mueven con mayor lentitud.

El cometa diurno de 1910 apareció el mismo año que el Halley. Aquí lo vemos, sin duda en el crepúsculo, sobre Argelia. Apareció en enero, pero fue tan brillante en las latitudes septentrionales como el cometa Halley de aquel año.

Los obligados a moverse más rápido se alejarán cada vez más del Sol y al final es posible que se alejen del sistema solar para siempre; los obligados a moverse más despacio se irán acercando paulatinamente al Sol. Si la deceleración es lo bastante manifiesta, pueden acercarse tanto que acaben por sufrir la influencia de los planetas mayores del sistema solar. Estos pueden originar modificaciones ulteriores que hagan que el cometa se acerque mucho al Sol durante el paso del perihelio; incluso pueden transformar su órbita en otra cuyo afelio no esté muy alejado del Sol.

Los cometas, según Oort, se encuentran repartidos en el interior de una anchísima corteza esférica cuyo centro es el Sol. Esto parece probable, puesto que los cometas nuevos, los que tienen órbita elíptica muy larga, pueden proceder de cualquier punto del espacio. Los planetas mismos dan vueltas alrededor del Sol más o menos en el mismo plano. En otras palabras: todas las órbitas planetarias cabrían en una caja de tamaño descomunal, pero con la forma de esas cajas chatas y anchas que sirven para empaquetar tartas.

Los cometas podrían muy bien salirse, sin embargo, de una caja que tuviera esta forma. Pueden viajar en ángulo recto con el plano planetario general e incluso en dirección contraria al movimiento planetario general. Vistos desde muy arriba del Polo Norte de la Tierra, todos los planetas giran alrededor del Sol en sentido contrario al de las agujas del reloj. Pese a ello, el cometa Halley se mueve en la dirección de las manecillas del reloj, al contrario que los planetas.

La cáscara o corteza cometaria se cree que es un inmenso caparazón esférico que se extiende en los confines del sistema solar. Consiste en una tenue nube de miles de millones de cometas que siguen órbitas situadas a uno o dos años-luz del Sol y los planetas. Dada la escala del dibujo, ¡todos ellos caben muy bien en el punto negro del centro! De vez en cuando, un cometa sale de su lejana órbita, gira alrededor del Sol y se le ve desde la Tierra.

Si todos los cometas lejanos están repartidos en una zona esférica, cabe la posibilidad de que dos tropiecen. Al hacerlo, ambos movimientos pueden neutralizarse mutuamente y puede resultar de aquí que las dos órbitas se estrechen más en tomo del Sol.

Oort ha calculado que aproximadamente un quinto de todos los cometas ha abandonado la corteza esférica de un modo u otro desde que el sistema solar existe. Unos han salido del sistema solar y otros, merced al influjo de los planetas, se han acercado al Sol y han acabado por desintegrarse. Esto, sin embargo, arroja todavía un saldo de muchos miles de millones en la corteza esférica para engrosar el número de cometas nuevos que podrán verse desde la Tierra.

El cometa Halley sobre los techos de París, primera hora de la madrugada de un día de mayo de 1910.