La facilidad de la palabra
—Es que usted tiene facilidad de palabra.
La tengo, no la tenía, la he adquirido. Ésa es la tarea que ahora le corresponde a usted.
—Pero habrá una disposición natural que hace que a algunas personas les sea muy fácil. A otros nos puede resultar imposible.
Difícil sí, imposible no.
Hablar bien en público es una capacidad que se puede cultivar. Casi cualquier persona con el adiestramiento adecuado es capaz de hacer un buen papel en este terreno. Por supuesto hay gentes que «nacen», como existen personas de constitución atlética, hércules sin esfuerzo; pero todos hemos conocido algún amigo escuchimizado que se empeñó en convertirse en un Sansón y con tenacidad, a través de uno de esos métodos, como el «Atlas» o alguno parecido, se transforma en un forzudo de barraca de feria.
No hago esta reflexión como un cliché consolador. Hay facultades que no se adquieren, que es muy difícil potenciar por el adiestramiento. Por ejemplo, el canto. Si usted tiene una mínima disposición, por supuesto que mejorará con la enseñanza musical, pero si padece, como a mí me ocurre, de «sordera musical», si no tiene oído y es incapaz de emitir a voluntad una nota en do, en re, en mi, en fa o en sol, ya le puede dar clases particulares diez años Monserrat Caballé, será inútil.