Un último y sabio consejo

Me atrevo a calificarlo de sabio porque no es mío. Lo encontré en un libro del siglo XVIII, en el que dan consejos a los oradores sagrados que hablaban desde el pulpito. Era costumbre hacer sermones muy largos y que los fieles escuchasen con devoción. El viejo tratado le da al orador sagrado una norma clarísima para adivinar si debe suprimir los párrafos restantes y poner fin a la plática. Mientras el público escucha atento está quieto, casi no respira. Al cansarse comienzan a cambiar de postura. Es la última oportunidad de que el público no se desilusione; hay que terminar de una vez, como sea, pero acabar. El libro de consejos a los predicadores lo resume de modo gráfico y divertido: «Si ves que ellos mueven los traseros en los bancos, es que tú no estás moviendo los corazones.»

La advertencia sigue siendo válida a fines del siglo XX y en cualquier circunstancia, con tal de que estemos alerta a la movilidad en los asientos desde los primeros minutos.

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