11
Jura se aseguró de que Rowan la viera alejarse del campamento, pero él no apareció. Entonces, se instaló en el lugar desde el que podía ver la tienda de Brita. Rowan había entrado en ella pero no había salido.
Trató de reprimir su ira, diciéndose a sí misma que en realidad no había creído en su promesa, pero no le fue muy útil. Al amanecer sus ojos estaban enrojecidos y su corazón le pesaba como una piedra.
Montó sobre su caballo y galopó, y en dos ocasiones tuvo la sensación de que Rowan la miraba, pero él no se volvió.
Al mediodía vio que Rowan atendía cariñosamente a Brita, dándole de comer en la boca. Cuando Rowan miró a Jura, ella desvió la mirada.
Esa noche era la última antes de llegar a tierra irial. Jura trató de no pensar y se dispuso a dormir. En medio de la noche despertó. Alguien había apoyado la mano sobre su boca y con la otra, sujetaba su mano derecha, con la que ella sostenía su cuchillo.
—Soy yo — dijo Rowan a su oído.
Jura luchó contra él, complacida cuando lo oyó gemir de dolor, pero luego perdió el conocimiento. Rowan había golpeado su mandíbula con el puño.
Cuando despertó, estaba tendida en la orilla del arroyo. Rowan había colocado una compresa fría sobre su rostro. Ella trató de incorporarse pero él se lo impidió.
—Jura, por favor no te muevas. ¿Te duele la cabeza?
—¿A causa del golpe que me diste? — preguntó ella— . ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Deshacerte de mí definitivamente? Quizá tu amada Brita ha decidido que soy un peligro.
—Sí, así es — — dijo Rowan seriamente— . Nos vio juntos ayer y envió a uno de sus guardias para que te matara. Estaba apuntando una flecha hacia ti cuando le hundí un cuchillo en la nuca.
Jura parpadeó, mirándolo en la oscuridad.
—No pude reunirme contigo anoche — prosiguió diciendo él— . Ella me hizo vigilar.
— De modo que te quedaste, le diste de comer, la besaste y.. — Rowan la besó para interrumpirla y luego acarició sus senos— . Tengo un plan — murmuró, con sus labios junto al cuello de Jura— . Llevaré a Brita junto a Brocain. Quizá se agraden mutuamente.
Había aflojado el cinturón de Jura y le había quitado la túnica.
— En una ocasión el ejército de Brita atacó al de Brocain y lo venció — — dijo Jura, pero no pensaba en lo que estaba diciendo— . No me hagas esto — murmuró.
— Jura — murmuró él— , ¿no comprendes que te amo?
— ¿Amarme? — — dijo ella en voz baja— . Si este sufrimiento es amor, prefiero que me odies.
Rowan comenzó a besar sus senos. Sabía que, en cualquier momento, notarían su ausencia; que Brita podía despertar y ver que el catre que estaba junto al de ella estaba vacío. Entonces enviaría a sus guardianes a buscarlo. Pero el deseo de hacer el amor con Jura era
más fuerte que su temor.
Cuando la penetró, Jura gritó de dolor. Era virgen y estaba tensa a causa de su enojo. Además, los pantalones le impedían abrir las piernas. Trató de empujar a Rowan para apartarlo de ella, pero él la ignoró.
Cuando él cayó sobre su cuerpo, los ojos de Jura estaban llenos de lágrimas.
—Vete — dijo ella, empujando los hombros de Rowan.
El se apartó y abrochó sus ropas, mientras Jura, irritada, se ponía las suyas.
—Jura — dijo él— , será mejor en otra ocasión.
—No podría ser peor — dijo ella con voz tensa. La parte inferior de su cuerpo estaba muy dolorida— . Si hubiese sabido cómo era esto, te hubiese entregado a Brita por la fuerza.
—Maldita seas — dijo él con ferocidad, poniéndose de pie— . He arriesgado tu vida y la mía al venir aquí esta noche y ahora ya no eres una doncella. No me casaré con Brita. — Se inclinó y tomó el mentón de Jura— . Juro que lograré que me ames, Jura. Aunque deba encadenarte a mí, me amarás y gozarás cuando te haga el amor.
—Jamás — dijo ella, mirándolo con furia.
Jura terminó de vestirse y regresó al campamento en silencio. Rowan iba detrás de ella. Esa noche, Jura durmió poco y, a la mañana siguiente, el dolor le molestó para galopar. Al ver a Rowan junto a Brita, no se preocupó tanto como el día anterior.
Al atardecer llegaron al río que señalaba la frontera dela tierra de los iriales. Jura aguardó hasta que Rowan se acercó a ella. Los vatell los rodeaban.
—Cruzaremos el río mientras los vatell aguardan aquí— le dijo en voz baja.
Jura asintió con un gesto y azuzó su caballo para seguido. Cabalgaron juntos en silencio y vadearon el río.
En el sur fueron rodeados por iriales enfurecidos que los tomaron por intrusos, ya que llevaban ropas de los valen. Pero cuando vieron los cabellos rubios de Rowan, levantaron sus espadas a modo de saludo y los escoltaron hasta el pueblo irial.
Llegaron al pueblo de noche. Fatigada, Jura desmontó.
—Ven conmigo — dijo Rowan, tomándola del brazo. — Tengo hambre y...
—Comerás más tarde; ahora debo reunirme con mis hombres.
—Tus ingleses deben estar durmiendo ya. — Mis lanconianos —dijo Rowan enfáticamente, soso
teniéndola con fuerza.
En ese momento, Daire salía de una casa de piedra. Su torso musculoso estaba desnudo y Jura hubiera deseado correr hacia él, pero Rowan no la soltaba.
—Sígueme — dijo Rowan a Daire y siguió caminando, como dando por sentado que su orden sería acatada. Lo mismo hizo cuando vio a Cilean, y luego todos entraron en la casa de la tía de Jura.
La gente del pueblo comenzaba a despertar, pero Rowan dijo a la familia de Jura que continuaran durmiendo. Encendió una vela en la habitación más alejada de la casa y se volvió hacia Jura, Daire y Cilean, que se habían sentado.
—Brita y cincuenta vatell me aguardan del otro lado del río — dijo Rowan— . Los he conducido hasta aquí para que se casen con iriales. Brita está de acuerdo, pero con la condición de que ella se case con el rey.
Cilean, asombrada, miró a Jura, que tenía los ojos fijos en las manos que tenía sobre su regazo.
Daire se puso inmediatamente de pie.
— Tomaré a Jura, reinaré sobre los vaten y ella será mi reina.
Jura le dirigió una sonrisa de agradecimiento.
Rowan se interpuso entre ambos y miró a Daire a los ojos.
—No me casaré con Brita. No repudiaré a Jura. — Cejijunto, añadió— : Jura ya no es una doncella y no la repudiaré.
Daire se sentó en una banqueta cerca de Cilean. Parecía desolado.
Rowan dijo:
— Creo poder contener a Brita hasta que se celebren algunos matrimonios. Luego la llevaré junto a Brocain; él podrá casarse con ella.
— ¿Deseas que mi madre se case con ese hombre brutal y lleno de cicatrices? — dijo Daire a Rowan.
Cilean apoyó una mano sobre el brazo de Daire.
— Brocain tiene esposa. Cumplieron doce años el año pasado. No renunciará a ella por Una mujer de la edad de Bríta. — Caviló un instante— . Pero Yaine no está casado — dijo, refiriéndose al jefe de los fearen.
— Para satisfacer a esta mujer debe ser muy sano y vigoroso — dijo Rowan.
— Mi madre es una reina — dijo Daire . No puedes ordenarle que se case con uno de esos enanos fearen.
—Tu madre ordenó la muerte de Jura — dijo Rowan. Al ver la furia dibujada en el rostro de Daire, su mandíbula se puso tensa. Se dio la vuelta— . Llevaré a Brita ante ese jefe fearen. Necesito ayuda.
Jura levantó la mirada. ¿Era este el mismo hombre que había entrado en terreno vatell sin compañía alguna?
—Deberé llevarla por la fuerza, pero debo hacer ver que va voluntariamente. No puedo desencadenar una guerra a causa de esta mujer. Es fuerte, pero es necesario minar esa fuerza.
— Podría unirse con Yaine en contra de los iriales — dijo Cilean.
— Pero ya espero haber unido a los iriales y los vatell — dijo Rowan con aire fatigado— . Es probable que, para entonces, ella cuente con un ejército menos numeroso. Ha venido con su escolta y espero que algunas de las guardianas principiantes de los iriales se casen con ellos. Un hombre piensa dos veces antes de provocar la ira de su mujer... lo sé. — Se frotó los ojos con las manos— . Daire, deseo que tú y Cilean vengáis con Jura y conmigo cuando lleve a Brita a la tierra de los fearen.
Cilean miró a Jura.
—¿Deseas que dos mujeres te protejan? –preguntó Cilean.
—Daire y yo necesitamos que cuiden nuestras espaldas — dijo Rowan. Luego levantó la cabeza.
Cilean le sonrió.
— Sí, comprendo. Iré contigo, pero ¿crees que Yaine nos recibirá? ¿O deberemos disfrazamos?
— Pienso enviar un mensajero, un poilen o un ulten. Diré a Yaine que le llevo una novia real.
Antes de que pudieran continuar hablando, se abrió la puerta y entró Lora. Estaba hermosa, con un vestido de terciopelo rojo y los cabellos rubios sueltos sobre la espalda.
—Rowan — exclamó y corrió a echarle los brazos al cuello— , estaba tan preocupada por ti. Montgomery me dijo que te habías marchado rumbo a una cita amorosa pero supe que no era verdad. ¿Qué has hecho? ¿Estás herido?
Rowan le sonrió tiernamente. Alisó sus cabellos y besó su mejilla.
—Fui al territorio vatell y he traído conmigo a Brita y a su gente, para que se casen con iriales. No debiste preocuparte tanto.
—Pero lo hice. ¿Por qué lo hiciste sin ayuda y además en compañía de una mujer a la que debías proteger?
Jura se puso de pie al oír esas palabras, pero Rowan dijo:
— Jura no fue un estorbo. — Abrazó a Lora, mirando a Jura— . Incluso me ayudó.
— ¿Tío Rowan?
Todos se volvieron para mirar al somnoliento Phillip, que llevaba una bata y un gorro de dormir. Estaba en el umbral, frotándose los ojos.
— ¡Has regresado! — dijo el niño.
Rowan se puso de rodillas y abrió los brazos para abrazar a su sobrino.
Phillip fue hacia él, pero cuando vio a Jura, sonrió y se dirigió hacia donde estaba ella. Jura lo acunó entre sus brazos. El sonrió y se quedó dormido.
—Por todos los... — dijo Lora, pero Rowan la interrumpió.
—Déjalo — — dijo Rowan— . Desearía acostarme. Haremos planes por la mañana. — Trató de tomar a su sobrino de los brazos de Jura, pero ella lo sostuvo con firmeza.
—Esta noche permanecerá conmigo — dijo Jura, como desafiando a Rowan.
Rowan la miró encolerizado; comprendió que ella no deseaba compartir su lecho. Se irguió y salió de la habitación, llevándose a Lora.
Cilean fue hacia Jura.
— Veo que las cosas no han cambiado entre vosotros. Alenté la esperanza de que...
— No hay esperanzas. Es inglés y jamás aprenderá nuestras costumbres.
—Hmmm — dijo Cilean— . Antes de partir no deseaba ninguna mujer a su lado, pero ahora quiere que dos mujeres cuiden las espaldas de los hombres. Aparentemente, está aprendiendo nuestras costumbres.
Jura se puso de pie, cuidando de no despertar a Phillip.
— ¿Hay un sitio donde el niño y yo podamos dormir?— Mañana los iriales conocerán a Brita y todos necesitarán sus energías.
Cilean asintió y condujo a su amiga hasta otra casa, donde había una cama libre.
Jura despertó por la mañana cuando Rowan la sacudió enérgicamente.
—Me marcharé ahora; iré en busca de Brita y los vatell. Eres mi esposa y debes estar allí cuando se casen.
—y asistir al comienzo de su desdicha –murmuró Jura, abrazando a Phillip que comenzaba a despertar.
Rowan la dejó a solas para que se vistiera. Lora entró para llevarse a Phillip y no dirigió la palabra a Jura.
Cuando Jura salió de la casa percibió la tensión que había en la atmósfera. No había nadie y el pueblo parecía extrañamente desierto, como si Dios se los hubiera llevado a todos al cielo. Jura caminó hacia el río, comiendo un trozo de pan.
La escena que contempló era pavorosa. Todos los iriales, limpios y prolijamente vestidos, estaban alineados junto a la ribera del río. Nadie hablaba; ni siquiera se escuchaba el llanto de un niño o el ladrido de un perro. Todos aguardaban la llegada de los hombres y mujeres vaten.
Los vatell venían a caballo, algunos en parejas, o en carromatos. Jura los había visto llorar durante una semana ante la perspectiva de casarse con iriales, pero ya no había rostros manchados de lágrimas. Los vatell también estaban limpios. Sus ropas aún estaban húmedas, lo mismo que sus cabellos. Erguidos sobre sus caballos o en los carromatos, miraban fijamente a las personas que se hallaban de pie, al otro lado del río.
Jura se adelantó, deteniéndose detrás de los iriales. — Observa al que está en el tercer carromato –dijo una mujer a Jura— . Si pudiera escoger, escogería a ese.
—No — — dijo en voz baja una mujer más joven— . Yo quiero al que monta el caballo negro. Observa sus pantorrillas. Hay fuerza en ese cuerpo. Sonriendo, Jura caminó detrás de la hilera de gente.
Comenzaban a hablar entre sí y todos hablaban de hacer el amor.
Jura tuvo la sensación de que el día era más caluroso que otros. Pequeñas gotas de transpiración comenzaron a formarse sobre su labio superior y su nuca. Vigorosamente, recordó el día en que conoció a Rowan; ese día ella sólo llevaba su túnica y él, un taparrabos. Ella se había sentado sobre su pecho y las manos de Rowan habían acariciado sus piernas, sus senos. Y sus labios...
—Jura.
Jura reaccionó y miró a Cilean.
—Estás distraída — — dijo Cilean— . ¿A quién escogerías tú?
Jura miró a la gente que vadeaba el río. Rowan cabalgaba junto a Brita. Pocas semanas atrás, había odiado sus cabellos rubios y su piel blanca, pero ahora parecía una estrella en un cielo oscuro. No sólo su color era distinto, su cuerpo era más fornido que el de los lanconianos. Antes había pensado que era obeso y poco gracioso, pero sabía que su cuerpo era el producto de años de ejercicios musculares y que no había grasa en él. También sabía cómo era su piel, pues la había tocado.
Cilean rió y Jura parpadeó.
—Puede que te desagrade en otras partes, pero no en la cama — — dijo Cilean astutamente.
Jura se volvió.
—Es tonto y torpe — — dijo. ¿Han preparado comida para esta gente? Nos espera un largo viaje y están fatigados y hambrientos.
—Sí — — dijo Cilean riendo— . Parecen tan hambrientos como los nuestros. Rowan ha dicho que las tribus deberán pasar el día juntas y que, al atardecer, nosotros escogeremos nuestras parejas.
—¿Nosotros? — preguntó Jura— . ¿Tú también te casarás esta noche?
—Si hallo alguien que me agrade. Algunos guardianes parecen interesantes, pero deseo ir con Rowan a ver a Yaine y no querría dejar a mi flamante marido. Ven, organicemos el trabajo. Aún no se han encendido los fuegos.
Jura se alegró de estar ocupada. No quería que Rowan la viera contemplándolo. Cuando él pasó junto a ella, Jura estaba acompañando gente hasta las casas.
Fue un día extraño. Los vatell y los iriales nunca habían estado juntos de forma pacífica. Se decía que, muchas generaciones atrás, los vatell, los iriales y los fearen se habían reunido para parlamentar y luego habían luchado juntos contra los hunos. Pero cuando concluyó la batalla, el hijo del rey fearen había matado al hermano del rey vatell y la victoria terminó con una sangrienta batalla entre ellos. Las tribus lanconianas volvieron a odiarse ferozmente.
Ahora, ambas tribus estaban en el pequeño pueblo irial. En un primer momento resultó incómodo, pues los vatell se agruparon y observaron, sin saber qué hacer. Las mujeres iriales comenzaron a cocinar y los hombres permanecieron a su lado, de forma protectora.
—Esto debe concluir — dijo Lora a Rowan. Jura escuchó sus palabras— . Rowan, debes traducir lo que dicen; mi lanconiano es deficiente. Debemos lograr que estas personas se comuniquen entre sí.
Rowan levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Jura. Su mirada profunda e intensa hizo estremecer a Jura.
—Jura traducirá para ti — dijo Rowan. Lora hizo una mueca.
—Quizá pueda hacerlo Xante... —Jura lo hará — insistió Rowan.
A Jura no le agradó verse obligada a satisfacer los deseos de Lora, pero sabía que Lora estaba en lo cierto y que era necesario hacer algo. Dudaba que alguien tan frágil e inútil como Lora pudiese solucionar el problema, pero ella podría.
Una hora más tarde, Jura cambió de opinión respecto a Lora. Lora comenzó a organizar y a dar órdenes con la autoridad de un aguerrido capitán. Envió a las mujeres vatell para que ayudaran a las mujeres iriales a cocinar. Envió a hombres iriales y vatell a recoger leña, y cuando vio que un apuesto joven vatell y una bonita joven irial se miraban, los envió a pescar... sin cañas ni redes.
—Pero, ¿cómo pescarán? — preguntó Jura.
Lora miró a su cuñada con ojos maliciosos.
Jura se echó a reír y luego, con tono de conspiración, le dijo:
—Esa principiante, la que viste una túnica con borde rojo y que luchó denodadamente por obtener a Rowan, podría sentirse atraída por aquel guardián vatell que está cerca de Brita.
— Ah — dijo Lora— , ¿el de las espaldas anchas y las piernas largas?
—Las he visto mejores — dijo Jura— . Trepando la montaña durante tres horas se llega hasta donde hay unas fresas muy dulces. Habría que recolectarlas.
Jura sonrió cuando vio a la principiante y al apuesto guardián dirigiéndose hacia allá.
Después, Jura y Lora descansaron. La vida de Jura había sido tan distinta a la de Lora. Jura había vivido entre hombres y se había dedicado a actividades masculinas. Sabía afilar la hoja de una lanza, pero no sabía cocinar ni dirigir una casa. Lora, en cambio, sólo conocía los aspectos amables de la vida y, cuando sus primos la asustaban, corría junto a Rowan en busca de protección. Jura hubiera matado a cualquier hombre que la acosara.
Lora estaba alarmada ante el desconocimiento de Jura respecto de las habilidades femeninas y Jura consideraba que Lora era una inútil. Pero ese día comenzaron a comprender el valor de las habilidades de cada una. Y se sintieron unidas por el lazo que tienen en común todas las . mujeres: la necesidad de hablar entre ellas.
Trabajaron juntas y Jura disfrutó con ello. El anciano Thal se hubiera burlado de Jura si ella hubiera hablado de amor, pero Lora estaba fascinada por la posibilidad de poder reunir a las parejas.
—Observa a esos dos — dijo Lora— . Hacen una pareja perfecta, ¿no lo crees así?
—Ella hace tejidos — dijo Jura— . Quizá podamos enviarlos a ver su telar.
—Oh, sí — dijo Lora— . Eres muy eficiente, Jura. Nunca imaginé que fueras una casamentera. Esta noche habrá un cielo límpido y luna llena y todas esas parejas estarán recién casadas. Caminarán junto al río tomados de la mano. Me recuerda mi propia boda.
Jura, con la mirada perdida en el vacío, pensaba que debía ser agradable ser cortejada por un hombre. Cuando Daire le pidió que se casara con él, le obsequió veinte flechas nuevas. En ese momento pensó que hubiera preferido un ramo de flores.
—Esta noche diremos a Rowan que toque el laúd y cante — dijo Lora— . Conoce canciones muy bellas.
—¿Tocar? ¿Cantar? — dijo Jura— . Oh, sí, él tocó el laúd para Brita.
Lora la miró significativamente.
— ¿No lo hizo para ti? ¿No te ha cantado canciones de amor a la luz de la luna?
— En una ocasión me dijo que yo era más bonita que una criada que conocimos.
Lora calló y contempló a Jura.
— Creo que te he juzgado mal. ¿Por qué no deseabas casarte con mi hermano?
—Cilean debía ser la reina. Es más apta que yo. Lora apoyó su mano sobre el brazo de Jura. — No estoy tan segura de ello.
No oyeron que Rowan se acercaba.
—Parecéis divertidas — dijo Rowan, con ese tono de superioridad que adoptan los hombres cuando se divierten a expensas de una mujer.
Lora giró sobre sí misma para mirarlo.
—Tu mujer arriesgó la vida para obtenerte y tú ni siquiera has tocado el laúd para ella — dijo, indignada— . Pero lo hiciste para esa Brita. Mira a la ramera. Está allí rodeada por los hombres más apuestos y tú la cortejas como si fueras a casarte con ella. Deberías rogar a Jura que te perdone. Ven Jura, debemos trabajar.
Jura acompañó a Lora y se sintió muy, pero muy bien.
Esta Lora también sabía manejar sus armas, sólo que las armas de la inglesa no eran de acero. Jura la miró con respeto.
Al mediodía se sirvió un almuerzo sobre largas mesas colocadas en la plaza central del pueblo. Hubo risas y algarabía. La sensación de expectativa era enorme. Los niños, percibiendo que ocurriría algo importante, reían y corrían y nadie se preocupaba de ellos, excepto de que no cayeran en los calderos de sopa. Los iriales adultos contemplaban con beneplácito cómo los jóvenes se miraban entre sí y reían cuando circunstancialmente se tocaban, y ese día hubo muchos acercamientos. Las jóvenes se inclinaban para que sus senos rozaran los hombros de los jóvenes. Ellos, a su vez, se estiraban para tomar algo y "accidentalmente" tocaban los senos de ellas con los codos. Todos dejaban caer cosas para agacharse a recogerlas y mirar con detenimiento el cuerpo de la persona que tenían a su lado. Hubo bromas y risas y, cuando el festín estuvo preparado, ya todos estaban caldeados, y no solamente por la acción del sol.
—¿Estás disponible? — preguntó a Jura un alto y extraordinariamente apuesto guardián vatell— . Si nuestra reina se casa con tu rey, estarás libre. — Se inclinó para murmurarle al oído— : Puedo lograr que olvides a ese inglés.
Jura sonrió.
Pero, antes de que pudiera responder, Rowan la tomó del brazo, alejándola de allí.
—¿Qué haces? Creí que estabas con Lora.
—Y yo, que estabas con Brita. ¿Ya has planeado la ceremonia matrimonial?
Sin soltada, Rowan la llevó hasta la casa de la tía de Jura.
—Debemos hablar. — Cuando estuvieron a solas en una habitación, Rowan dijo— : He dicho a Brita que no puedo repudiarte hasta que se realicen los matrimonios de las tribus. Pero odio mentir. Deberé hacer penitencia por esto. Creo que he hallado una solución temporal para nuestros problemas: tu hermano.
—¿Geralt? ¿Qué tiene que ver con todo esto? — Mientras tú te entretenías y tratabas de formar
parejas, he estado observando. Tu hermano se siente atraído por Brita. No sé si es su belleza o su poder lo que le interesa. Quizá su plan sea unirse a ella y matarme. No, no digas nada. Es tan sólo una conjetura. Deseo que me digas si él podría interesar a Brita, que es tan insaciable.
Jura demoró unos instantes en comprender el significado de su pregunta.
—¿Deseas saber si mi hermano es un hombre? —dijo entre dientes— . ¿Si puede proporcionar placer a una mujer? Más que tú — exclamó en voz alta— . Ha tenido muchas mujeres y ninguna se ha quejado.
Rowan la miró, estupefacto.
—Jura, ¿qué... — comenzó a decir pero luego se interrumpió y la miró fijamente. Después de un momento, desvió la mirada— . Por favor, no discutamos. Dije a Brita que no me acostaría con ella esta noche, pero ella insiste. Pensé proporcionarle un hombre joven y bien dispuesto.
—Controlas todo demasiado dijo Jura.
Ella miró.
—Quizá controlo mi país, pero creo que no puedo
controlar a mi mujer. Esta noche habrá... una atmósfera tensa. Muchas parejas disfrutarán de su noche de bodas y Brita creará problemas si no se mantiene ocupada. — Se detuvo abruptamente— . Ello me preocupa. Iré en busca de tu hermano.
Cuando salió de la habitación, Jura se sentó en una banqueta, en un rincón oscuro. Lo que había comenzado tan bien cuando se conocieron junto al río, había terminado de esta manera.
No levantó la mirada cuando la puerta se abrió. — Jura — dijo Lora, pero Jura no la miró..
Lora contempló a la orgullosa Jura sentada en un rincón, abatida, y experimentó una sensación de culpabilidad. No la había aceptado como esposa de Rowan ni había tratado de comprender sus costumbres lanconianas. Pero, mientras Jura y Rowan estuvieron de viaje, había hablado con Cilean y se había enterado de lo que realmente había sucedido durante el Honorium. Jura se había esforzado para que ganara Cilean, pero Cilean se había desmayado y Jura había vencido por abandono.
Lora había hablado con Daire sobre Geralt y Jura y había comprobado que Jura tenía motivos para pensar que Rowan no debía ser rey. Nada sabía acerca de la forma en que Rowan se había entrenado durante casi toda la vida para ser un buen rey, y Lora había logrado sonsacar a Cilean la verdad respecto del lugar donde se dirigían Rowan y Jura.
Se había preocupado enormemente por ellos, pensando que Jura sería una carga para Rowan. Pero habían regresado, sanos y salvos, y Rowan había dicho que Jura le había ayudado. Luego, Rowan le contó cómo Jura lo había defendido.
La opinión de Lora respecto de Jura comenzó a cambiar. Y además, Phillip adoraba a Jura. La seguía por todas partes y Jura nunca se impacientaba ante sus preguntas; nunca era brusca con él.
Luego Rowan la había obligado a pasar el día con su cuñada y Lora descubrió que Jura le agradaba. Jura no parecía ser celosa como las mujeres que Lora había conocido en Inglaterra. Jura ignoraba la forma en que Rowan cortejaba a Brita, la manera en que le sonreía, incluso la forma en que miraba a las mujeres bonitas, iriales o vatell.
Mientras ella y Jura se ocupaban de formar parejas y lograr que pudiesen estar a solas, Lora había estado pensando en la manera de unir a Rowan y Jura. Estaban casados, pero no parecían compartir secretos ni intimidades.
Habían partido como extraños y regresado como extraños. A medida que avanzaba el día y se formaban las parejas, preparándose para las bodas conjuntas, Lora vio que Rowan se llevaba a Jura. Pero su actitud no era la de un amante, sino la de un padre enfadado, que reprendiera a una niña díscola.
Lora apeló a todo su ingenio. Dijo a Xante que alojara la tienda de Rowan a ocho kilómetros de distancia, lejos de los demás, en un sitio apartado y solitario. Luego aguardó y, cuando Rowan salió apresuradamente de la casa de piedra, fue a buscar a Jura.
Se deprimió al ver a Jura tan desanimada y desdichada. Lora no perdió tiempo.
—Ven conmigo — le ordenó.
—¿ Qué? — preguntó Jura, parpadeando.
—Ven conmigo.
—¿Hay algún herido? ¿Alguien me necesita?
—Sí, tu marido te necesita. Lanconia necesita una reina. Necesitas niños, antes de que me arrebates el mío por completo y necesitas lo que puedo ofrecerte — dijo Lora.
—No comprendo.
—Lo comprenderás. Ahora, ven. Debemos poner manos a la obra.
Jura salió con Lora, que la llevó a la casa donde se alojaba Lora. Ella había escogido una humilde vivienda de piedra, perteneciente a un campesino. Había pilas de baúles y cajas en el suelo. Llamó al joven Montgomery, que estaba cortejando a una muchacha, y le pidió que la ayudara a mover los pesados cofres.
—Te vestiré de acuerdo con la moda inglesa –dijo Lora.
Jura retrocedió hacia la puerta.
— No me pondré uno de esos vestidos ceñidos en la cintura — dijo— . Si nos atacaran, no podría combatir.
—Esta noche solamente te atacará tu marido — dijo Lora. Luego, al oír un sonido emitido por Montgomery, se volvió— . Ocúpate de tu trabajo, en lugar de fisgonear. — Se acercó a Jura.— Daire te propuso matrimonio, ¿no es así? ¿Por qué lo hizo?
Jura sonrió, recordando.
—Lo vencí en una prueba de tiro al blanco.
Lora y Montgomery la miraron boquiabiertos.
Lora reaccionó.
—Existe una diferencia fundamental entre el galanteo inglés y el lanconiano — dijo en voz baja— . No creo que un inglés pretendiera que una mujer lo venciera en un juego de destreza para casarse con ella.
—Pero una mujer debe ser fuerte. — En ocasiones también debe ser blanda — respondió Lora amablemente y esta noche lo serás— . Montgomery — exclamó— , ¿aún no has abierto ese cofre?
El joven, obviamente fascinado por la conversación de las mujeres, abrió un cofre de roble con cerraduras de hierro. Lora examinó su contenido y luego sacó un hermosísimo vestido de terciopelo azul.
—Es el más largo que poseo y estoy segura de que te irá muy bien.
Jura se alejó del vestido como si estuviera contaminado, pero en ese momento, un rayo de sollo iluminó y Jura se acercó. Nunca había visto una tela igual y la mujer que había en Jura anhelaba tocada.
—No podría usado... — dijo. Luego vaciló, mirando a Lora— . ¿A tu hermano le agradaría más que mi buena puntería?
—Jura — dijo Lora seriamente— , cuando yo haya terminado contigo, mi hermano caerá de rodillas y te rogará que lo perdones por las palabras descorteses que pueda haberte dicho.
Jura tomó el vestido.
—Comencemos.
Lora ordenó a Montgomery que se marchara y comenzó a vestir a Jura.
Jura estaba habituada a las túnicas y pantalones suelo tos que usaba diariamente. Ocasionalmente, se había puesto vestidos para alguna ceremonia, pero nunca habían sido como ese. Estaba formado por una ceñida túnica dorada, que según Lora se trataba de brocado italiano. Sobre ella, se colocaba un vestido de grueso terciopelo azul con aberturas a los lados, que dejaban ver la pronunciada curva de la cintura y las caderas de Jura.
Lora desató la trenza de Jura y sus cabellos oscuros cayeron hasta su cintura, formando ondas. Sobre la frente de Jura, Lora colocó una sencilla corona de oro y, en lugar de las botas que siempre usaba, se calzó unas sandalias de cuero muy suave.
Lora retrocedió y miró a su cuñada con expresión crítica.
— Sí — murmuró— , sí.
— ¿Estoy... estoy bien? — preguntó Jura— . ¿Tan bien como Brita?
Lora rió. Jura no tenía conciencia de su belleza ni del poder que le otorgaba. Para Jura, el poder consistía en arrojar flechas con puntería, cabalgar bien y estar junto a un hombre en una batalla. Pero su belleza era un poder nuevo para ella.
—Brita es un orinal a tu lado — dijo Lora y Jura sonrió— . Ahora, sal por esa puerta y ve junto a tu marido. No te apresures; permite que todos te vean y cuando veas a Rowan dile que lo estarás aguardando en su tienda después de las bodas. No le digas dónde se encuentra ni agregues nada más. Sólo di que te reunirás con él en su tienda. Si trata de decirte qué debe hacerse por el bien de Lanconia o qué es necesario hacer respecto de la reina vatell, sólo dile que lleve su laúd. Luego márchate. ¿Me comprendes, Jura? No permitas que te trate como si fueras un hombre.
—¿Como si fuera un hombre? — murmuró Jura— . No creo comprender la mentalidad inglesa.
—y él no comprende a una guardiana lanconiana. No sé en qué circunstancias os conocisteis, pero apostaría que no estabas compitiendo con hombres en una demostración de destreza.
Recordando, Jura sonrió. — No.
—Ahora ve. Mi hermano debe verte. Recuerda que eres hermosa. Mejor aún, deja que las miradas masculinas te digan que eres hermosa. Ve — dijo Lora, empujando a Jura— . Las bodas comenzarán pronto y Rowan las presidirá. Xante te conducirá hasta la tienda de Rowan y mi hermano se reunirá contigo lo antes posible.
—¿ y qué sucederá después? — preguntó Jura. Deseaba retrasar su partida. Se sentía muy extraña con esas ropas ceñidas que se enredaban entre sus piernas y temía tropezar y caer. Le parecía estar desnuda sin sus armas. No llevaba un cuchillo en la cintura ni el carcaj con flechas en la espalda. Ni espada, ni escudo ni lanza.
— Ordenaré que os envíen una cena y te sentarás en una silla, mientras Rowan se colocará a tus pies y cantará para ti. Jura, no estés tan atemorizada. No se trata de un combate.
Jura sonrió débilmente.
—Preferiría luchar contra cuatro lemas simultáneamente.
—Ve — ordenó Lora, dándole un empujón.
Jura inspiró profundamente y salió de la pequeña casa de piedra. Sabía que Rowan estaría junto a Brita y que la reina se había instalado en una silla tallada, situada en el extremo este de la plaza, desde donde podía ver y ser vista. A Jura le pareció un trayecto muy largo. Con la mirada al frente, caminó con paso decidido.
La gente comenzó a detenerse para contemplada. En un primer momento, Jura supuso que la encontrarían ridícula, pero cuando vio la admiración reflejada en sus ojos, recuperó la confianza en sí misma. Las mujeres, aun las más bonitas, fruncían el ceño al verla. Los hombres en cambio... estaban boquiabiertos.
—Es Jura — murmuraban, como si nunca la hubieran visto.
Jura irguió la espalda y sonrió. Era agradable que la mirasen de esa manera. Lentamente,. avanzó hacia donde se hallaba su marido.
Estaba cerca de Brita, pero al menos no estaba atendiéndola como de costumbre. Geralt en cambio, estaba sentado a su lado, devorándola con los ojos. Miró a su hermana, pero no notó el cambio y rápidamente volvió sus ojos hacia Brita. Brita se dio la vuelta y la miró con admiración, como si midiera la fuerza de un enemigo. Continuó mirando a Jura cuando esta se acercó a Rowan.
Rowan conversaba animadamente con Daire y no percibió la conmoción provocada por la llegada de Jura.
Daire miró a Jura y luego volvió a mirar a Rowan. Pero de pronto, la expresión de Daire cambió, y volviéndose lentamente, miró fijamente a Jura. No la había mirado así desde el día en que ella lo venció en la prueba de tiro al blanco. Aquel día había estado orgulloso de ella, pero ahora su mirada era distinta y Jura experimentó una inmensa satisfacción.
Frunciendo el ceño ante la distracción de Daire, Rowan se volvió.
Cuando Jura vio el rostro de Rowan, su inseguridad desapareció. Los ojos de Rowan parecían salirse de sus órbitas y quedó boquiabierto. Parecía paralizado.
Jura se sorprendió a sí misma caminando lentamente y moviendo las caderas, en lugar de hacerla como si marchara, como era su costumbre habitual. Repentinamente, se sintió más poderosa que nunca; mucho más que cuando empuñaba una lanza y un hacha.
Rowan continuaba mirándola con estupor. Ella se acercó.
—Después de la ceremonia, te aguardaré en tu tienda — dijo ella con voz ronca.
El asintió y ella sonrió. Luego se volvió para marcharse.
— Jura — dijo él— , ¿dónde está la tienda?
Ella lo miró por encima del hombro.
—Búscala — dijo— — . Y lleva tu laúd. Quizá te pida que toques para mí.
Jura se alejó con el corazón palpitante, pero sonreía. Detrás de ella, oyó que Brita exigía que le prestaran atención, pero Jura tuvo la sensación de haberla derrotado.
Sólo debía continuar su actuación durante la noche, pensó, estremeciéndose.