CAPÍTULO 37
EL CASO DEL LÍDER CAMPESINO SÁNCHEZ GORDILLO
El líder campesino andaluz Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda (Sevilla) desde 1979, no necesita presentación porque él mismo gusta de presentarse «soy comunista como Cristo, Gandhi y Marx»[196]. Dueño de una incultura forjada a trompicones, más panfletaria y folletaria que libresca, es un gran admirador de las democracias socialistas cubana y venezolana (recientemente viajó al paraíso de Maduro en primera clase de Iberia, como un obispo). También se manifiesta devoto defensor de la causa palestina, y organiza ocupaciones de fincas, saqueos de supermercados («expropiación de alimentos») y marchas por la dignidad obrera con banderas rojinegras de la CNT, verdiblancas del SAT, y rojas de la UJCE, al grito o aullido (que en su blog se define como «espartano») de «¡Columna Andalucía, au, au au!».

El líder campesino notablemente maquillado en un cartel electoral.
Hombre de talante desprendido y liberal y como tal enemigo declarado de la avaricia/codicia, en 1996 se filtró a la prensa canallesca que estaba cobrando dos sueldos incompatibles: el de diputado y el de profesor de EGB en excedencia. O sea, por un lado más de trescientas mil pesetas mensuales, dietas aparte, y por otro más de doscientas mil, con sus complementos y demás avíos.
Es el caso que por aquel entonces Sánchez Gordillo aparecía cotidianamente en el telediario con unos vaqueros cochambrosos, una camisa de mercadillo abierta a la legionaria y una barba de profeta refractaria al champú (o quizá el champú refractario a la barba) y, según testimonio de sus más allegados, abandonado del desodorante, pero ajena a esta notoriedad la Consejería de Educación no se daba por enterada y le seguía remitiendo su nómina mensual.
El banco o caja de ahorros le enviaba puntualmente, como es natural, un aviso de ingreso bajo el concepto «Magisterio o Consejería de Educación», pero Sánchez Gordillo, el genuino apóstol de los descamisados, no advirtió la anomalía dado que, como manifestaría al destaparse el pastel: «Soy una persona que le tiene poco aprecio al dinero».
También declaró que rara vez comprueba el estado de su cuenta corriente. Como la mejor defensa es un ataque (de eso entienden mucho los chavistas) exigió que su causa fuera pública. Luz y taquígrafos porque yo no tengo nada que ocultar. Yo soy un hombre del campo, no entiendo ni sé de letras. A sus devotos y seguidores les explicó que su empapelamiento, que al final se quedó en nada, obedecía «a una sucia venganza de los buitres carroñeros que andan cerca del delegado»[197].