LÁGRIMA

No veían la lágrima.

Inmóvil

en el centro de la visión, brillando,

demasiado pesada para rodar por mejilla de hombre

inmensa,

decían que una nube, pretendían, querían

no verla

sobre la tierra oscurecida,

brillar sobre la tierra oscurecida.

Ved en cambio a los hombres que sonríen,

los hombres que aconsejan la sonrisa.

Vedlos

presurosos, que acuden.

Frente a la sorda realidad

peroran, recomiendan, imponen confianza.

Solícitos, ofrecen sus servicios. Y sonríen,

sonríen.

Son los viles

propagandistas diplomados

de la sonrisa sin dolor, los curanderos sin honra.

La lágrima refleja

sólo un brillo furtivo

que apenas espejea.

La descubre la sed,

apenas, de los ojos

sobre los doloridos

utensilios humanos

—igual como descubre

el río que, invisible,

espejea en las hojas

movidas—, pero a veces

en cambio, levantada,

manifiesta, terrible,

es un mar encendido

que hace daño a los ojos,

y su brillo feroz

y dura transparencia

se ensaña en la sonrisa

barata de esos hombres

ciegos, que aún sonríen

como ventanas rotas.

He ahora el dolor

de los otros, de muchos,

dolor de muchos otros, dolor de tantos hombres,

océanos de hombres que los siglos arrastran

por los siglos, sumiéndose en la historia.

Dolor de tantos seres injuriados,

rechazados, retrocedidos al último escalón,

pobres bestias

que avanzan derrengándose por un camino hostil,

sin saber dónde van o quién les manda,

sintiendo a cada paso detrás suyo ese ahogado resuello

y en la nuca ese vaho caliente que es el vértigo

del instinto, el miedo a la estampida,

animal adelante, hacia adelante, levantándose

para caer aún, para rendirse

al fin, de bruces, y entregar

el alma porque ya

no pueden más con ella.

Así es el mundo

y así los hombres. Ved

nuestra historia, ese mar,

ese inmenso depósito de sufrimiento anónimo

ved cómo se recoge

todo en él: injusticias

calladamente devoradas, humillaciones, puños

a escondidas crispados

y llantos, conmovedores llantos inaudibles

de los que nada esperan ya de nadie...

Todo, todo aquí se recoge, se atesora, se suma

bajo el silencio oscuramente,

germina

para brotar adelgazado en lágrima,

lágrima transparente igual que un símbolo,

pero reconcentrada, dura, diminuta

como gota explosiva, como estrella

libre, terrible por los aires, fulgurante, fija,

único pensamiento de los que la contemplan

desde la tierra oscurecida,

desde esta tierra todavía oscurecida.