CAPÍTULO 17.

 

 

 

Portela Valladares, presidente de la República tras la dimisión de Azaña, no había encontrado el suficiente apoyo parlamentario para formar un gobierno estable, no le quedó más salida que convocar elecciones. La convocatoria de elecciones quedó fijada para el 16 de febrero de aquel año de 1936.

Nicolás Espinosa, pese a las insistencias de Sánchez Dalp y otros personajes de la provincia, declinó la oferta de formar parte de la candidatura que representaría a la derecha onubense, conocida como antirrevolucionaria o antimarxista.

–La edad no perdona, no estoy ya para estos trotes, gente como tú son la que necesitamos para defender nuestros intereses en Madrid, sangre nueva, gente joven, con energía, que luche por esta patria que los bolcheviques están destrozando… –le dijo a Sánchez Dalp.

Junto al Marqués de Aracena la lista estaba formada por personajes destacados como Joaquín Urdáiz, Ministro de Estado del último gobierno de Portela Valladares, Francisco Pérez de Guzmán, Jefe Provincial de la CEDA, Fernando Rey Mora, jefe provincial del Partido Radical y Dionisio Cano López, independiente y ex Gobernador de la provincia. El Partido Agrario, encabezado por el antiguo cacique, Manuel de Burgos y Mazo, se presentaba por separado a la coalición de derechas.

Los republicanos de izquierda mostraban mayor unión, la persecución a la que los socialistas se habían visto sometidos después de octubre de 1934, había propiciado unos vínculos de solidaridad dentro de la izquierda nacional, y de la onubense en particular. La candidatura del Frente Popular estaba conformada por socialistas y republicanos de izquierdas y presentaba una candidatura a la altura que exigían las circunstancias de la provincia. Como representantes del grupo socialista aparecían Crescenciano Bilbao, abogado del sindicato Minero y presidente de la Federación Socialista, Juan Gutiérrez Prieto, abogado de la UGT y Ramón González Peña, al que admiraba la clase obrera de la provincia. Junto a los socialistas formaban parte de la candidatura del Frente Popular Santiago López Rodríguez, de Unión Republicana y el líder indiscutible del Partido Federal, Luis Cordero Bel.

La campaña para la captación de votos por uno y otro bando fue intensa y agresiva. Espinosa volvió a publicar en el diario “La Provincia”, desde sus páginas arengaba a los votantes para que acudieran a las urnas a votar por su patria y por el orden:

– ¡Votad, por el orden, por nuestra España! ¡Rechazad la anarquía que sólo conduce a la miseria! ¡Votad por la paz y por el trabajo, dejaos de quimeras! ¡Ya basta de la sangre y de las lágrimas que el marxismo ha traído a estas tierras! ¡Civilización o Barbarie, eso es lo que los onubenses deciden el próximo 16 de febrero!

Desde las páginas del diario onubense trataba, por todos los medios que tenía a su alcance, de amedrantar a los votantes y no dudó un solo instante a la hora de sacar a la luz los trágicos sucesos que tuvieron lugar en octubre del 34:

–…el octubre rojo, ahora disfrazado burdamente de democracia, en manos del Frente Popular, no trajo más que sangre, lágrimas y miserias a este país. ¡Miles de muertos y heridos, miles de edificios arrasados y millones de pesetas que desaparecieron de nuestras arcas! Recordad lo que ocurrió hace poco más de un año en estas tierras, los vecinos que perdieron la vida, la barbarie y la locura. En mi casa tengo acogida a una desgraciada viuda con un hijo de poco más de un año, ¡eso es lo único que deparó la revolución del 34! En los ojos de esa muchacha tan sólo hay lugar para el dolor y las lágrimas, acordaos pues de esa muchacha cuando acudáis a las urnas el próximo 16 de febrero…

Pese a que no formaba parte de la candidatura provincial, Nicolás Espinosa se volcó en la campaña electoral con todas sus energías. En su finca tuvieron lugar distintas reuniones para preparar la campaña. Hasta su finca se desplazaron miembros de Acción Popular, de la CEDA, ultraderechistas, miembros de la Falange y también algún que otro personaje con claras tendencias monárquicas. Todos mostraban interés por conocer a Paula Gómez, esa pobre víctima del bolcheviquismo que representaba el fracaso de la revolución que pregonaban los socialistas y que, finalmente, había sido acogida benévolamente por el marqués en un acto de caridad inconmensurable dados los antecedentes de la joven y las diferencias políticas, económicas y sociales de uno y otro.

El nueve de febrero, a la reunión que se celebró en el Círculo Mercantil de Huelva acudieron más de trescientos comensales, el discurso de Nicolás Espinosa fue acogido con entusiasmo por los asistentes, la verdadera intención de aquella reunión no era otra que captar los votos femeninos. Espinosa llegó a comparar el matrimonio civil con el concubinato.

– ¡Pretenden además esos marxistas, arrancar a Dios de los Templos, de las escuelas y de nuestra España…!

La campaña del Frente Popular también fue intensa, la prisión provincial estaba repleta de izquierdistas desde octubre de 1934. Los presos políticos se convirtieron en mártires de la revolución, se habían creado fuertes lazos de solidaridad entre los socialistas y los sindicalistas, buscaban el apoyo de los obreros para hacer una República de todos y para todos. Tobías Rufino destacó como orador, las plazas de los pueblos se abarrotaban para escuchar al joven sindicalista. Sus discursos se basaban en el miedo que, tanto caciques como patronos, mostraban ante la llegada de gente del pueblo al poder:

– ¡Temen nuestra libertad! Yo he trabajado en la oscuridad de las minas, donde todo es silencio y sudor, yo he trabajado bajo el yugo de los patronos ingleses, vengo de una familia que lleva generaciones enteras trabajando como esclavos para los caciques de la provincia. Los patronos me dejaron en la calle, no querían tener bajo su techo a gente capaz de pensar… ¡ellos querían súbditos, esclavos! Desde que en 1933 la CEDA llegara al poder su única política no ha sido otra que revertir el orden natural de las cosas, volver al pasado, borrar cualquier cosa que alterara la tranquilidad y la calma en la que han estado viviendo los patronos y los caciques de estas tierras. ¡La CEDA quiere gobernar para unos pocos privilegiados, el Frente Popular quiere que sea el pueblo quien acceda al poder! ¡Tenemos que recuperar el poder compañeros, por más que les pese a los caciques y a los patronos! Hemos de concluir las tareas y las reformas que los derechistas no quieren que culminemos. ¡Nosotros somos la voz del minero, la voz del campesino y del obrero, somos la voz del pueblo! Que nuestro grito se escuche en cada rincón del país. Con la derecha en el poder ya hemos visto cuál sería nuestro futuro, ¡no habría futuro, todo sería pasado! Siempre mandarían los mismos, la derecha es hambre y opresión, representa al fascismo y el fascismo es la esclavitud y la guerra. No quieren cambios, quieren obreros sumisos, tierras baldías, gente sin educación, incapaces de pensar y de razonar, quieren para nosotros la oscuridad de las minas. ¡Acudid a las urnas, por vuestra libertad y la de vuestros hijos! Hagamos de esta España una España libre donde apetezca amanecer. Hagamos de esta España la España que todos queremos y no la España que quieren unos pocos…

El doce de febrero se recibieron en el ayuntamiento de Valencina las instrucciones para que la jornada electoral transcurriera sin incidentes:

 

Las tabernas se cerrarán a las diez de la noche del sábado día 15 y permanecerían cerradas durante la jornada del día 16.

Se prohibirá el consumo de alcohol en bares y cafés.

Se procederá a la recogida de armas y cartuchos de las tiendas que estuvieran autorizadas para su venta.

Los edificios públicos, los bancos y las iglesias estarán sometidas a vigilancia por las fuerzas del orden.

 

La jornada electoral transcurrió sin incidentes dignos de mención. Para nadie fue una sorpresa la victoria del Frente Popular en la capital onubense y, menos aún, su aplastante mayoría en las villas de la cuenca minera. A excepción de en El Berrocal, la coalición de izquierdas había obtenido una amplia victoria en el resto de las villas. También en muchas villas serranas, pese a la presión caciquil, la izquierda había salido victoriosa. Allí donde el elemento obrero constituía una parte importante de la población, el Frente Popular había salido triunfador. Pero no todos estaban dispuestos a aceptar la decisión de las urnas.