Coños en la morgue

Mi primo Sebastián sacó sus oposiciones de forense al primer intento, y lo destinaron a una ciudad de provincias donde las jóvenes se suicidan con esa fatalidad valiente que sólo poseen las mujeres despechadas. Cada semana, al depósito acude una joven muerta, Ofelia sin Hamlet coronada por las guirnaldas de la locura y la desazón. Sebastián trata estos cadáveres con un mimo especial, los somete a una autopsia que más bien parece el trabajo de un restaurador a quien han encargado arreglar los desperfectos de un cuadro famosísimo. Los coños de las muertas, me comunica mi primo Sebastián, vuelven a la infancia, se repliegan en sí mismos y a veces, incluso, pierden el vello púbico en una calvicie irrevocable que los hace más niños si cabe.

Me temo que el primo Sebastián, sólo ante la hilera de los coñoss recién muertos (y recién nacidos), acabe pervirtiéndose y reclamando para sí el contacto frío de tantos y tantos refugios acogedores que se ocultan bajo la sábana que los protege de las miradas indiscretas. En la morgue donde trabaja mi primo Sebastián las paredes están revestidas de azulejos blancos, las baldosas del suelo reproducen un tablero de ajedrez, y la luz, vertida por un tubo fluorescente, es cenital y fantasmagórica como una luz de pesadilla. Con este ambiente no me extrañaría nada que cualquier día saliese en las páginas de sucesos por haber emulado a esos necrófilos ilustres de la Antigüedad, Petrarca y Cadalso y tantos otros. Quizás, algún día, mientras acaricia uno de esos coños jóvenes y suicidas, la joven a la que pertenece resucite de sopetón, con esa prontitud agarrotada de los vampiros, y entonces a mi primo le dará un infarto mortal y no habrá sustituto que le haga la autopsia. Será una lástima, porque el susto de muerte le impedirá asistir a la metamorfosis retrospectiva del coño, que de ser un coño infantil volverá a su estado habitual de coño adulto, recobrando su abertura de labios y su pelambrera, en una especie de afeitado a la inversa. ¡Menudo espectáculo se perderá mi primo Sebastián!