Capítulo 21

Era la señora Lemon, de la tienda. Creo que nunca había estado en nuestra casa. Bueno, quizás cuando murió mamá. Vino mucha gente a «darnos el pésame», pero si no esta sería la primera visita de la señora Lemon.

—Hola, señora Lemon —dije, abriendo completamente la puerta.

—Hola, Mimi —dijo la señora Lemon, en voz baja—. ¿Puedo hablar con tu padre, por favor?

—¿En qué puedo ayudarla, señora…? —preguntó él.

—Señora Lemon. De la tienda —explicó ella—. ¿Podría tener una pequeña charla en privado con usted, señor Roche? —Hizo un gesto con la cabeza, señalándome. Una de esas formas que los adultos tienen de decir «No delante de los niños, por favor».

Así que papá me dijo que me marchara a acabar los deberes mientras él acompañaba a la señora Lemon hasta el salón. Pero yo me quedé detrás de la puerta y apoyé la oreja silenciosamente contra ella. Podía oír casi cada palabra.

La señora Lemon sonaba muy incómoda. Al principio continuó disculpándose, y yo no sabía de qué iba el asunto. Estoy segura de que papá tampoco tenía ni la menor idea. Era peor que las pizzas y las olivas.

—Lamento muchísimo molestarlo con esto, señor Roche —comenzó—, porque sé que ya debe de haber tenido bastante desde que murió su esposa, y no debe de ser fácil con tres niños… y ellos lo deben de estar pasando muy mal…, así que supongo que no puede culpar a Sally por… —Y ahí se fue apagando.

—Culpar a Sally ¿por qué? —dijo papá.

—Señor Roche, puedo asegurarle que nunca iría a la policía por esto, lamento muchísimo molestarlo con…

—¿La policía? —repitió papá, sonando un poco preocupado.

¡La policía!, pensé yo… ¿Qué habría hecho Sally?

—Verá, cuando conseguí instalar la cámara de vigilancia no había pensado en nada de esto. Ni siquiera sabía cómo hacerla funcionar bien, para serle honesta, pero las cosas seguían desapareciendo de las estanterías.

—¿Qué cosas? —preguntó papá.

Sí, qué cosas, quería saber yo.

—Bueno, artículos de papelería, sobre todo. Bolígrafos y rotuladores y carpetas y ese tipo de cosas.

—Sé lo que es el material de papelería —dijo papá de forma un poco ruda.

Un mal pensamiento crecía en mi mente. Tuve que taparme la boca con la mano.

—¿Está usted acusando a mi Sally de robar en las tiendas, señora Lemon? —dijo papá en voz muy alta y muy enfadada—. ¡Porque si es eso lo que hace, está muy equivocada! ¡Le haré saber que mi hija Sally nunca, jamás, robaría nada de nadie!

Yo desearía poder estar tan segura de eso como parecía estarlo papá.

—Por supuesto que no, por supuesto que no —gimió la señora Lemon, que prácticamente estaba llorando—. Es solo que está grabada en el vídeo…, puede verla usted mismo. Lo siento muchísimo.

Se hizo un silencio. Pude oír a papá poniendo un DVD en el aparato y el zumbido que hacía. ¡Ay! ¿Por qué esta estúpida puerta no estará hecha de vidrio?

Luego oí que papá decía en un susurro, como con la voz quebrada:

—¡Oh, no! ¡Oh, no!

Así que supuse que Sally había sido pillada por la cámara.

—No pasa nada, señor Roche. De verdad —oía a la señora Lemon tratando de consolar a papá—. No debería haber venido. En realidad no es nada. Probablemente es solo porque echa de menos a su madre.

Entonces hubo una ráfaga de sonido repentino y la puerta se abrió de golpe. Yo casi caigo dentro de la habitación.

—¡SALLY! —gritó él—. ¡BAJA INMEDIATAMENTE!