El legado de Deming
Error 35. No aplicar el principio de la mejora constante
Cierta vez le preguntaron a Einstein cuál consideraba que era la principal diferencia entre su inteligencia y la de otras personas. Einstein contestó: «Cuando la mayoría de la gente busca una aguja en un pajar, se detienen una vez que la han encontrado. Pero yo seguiré buscando hasta descubrir si puedo encontrar una segunda, una tercera y, tal vez, con mucha suerte, una cuarta o una quinta aguja».
¿Se ha parado a pensar alguna vez cómo aprenden los niños a desenvolverse en el mundo? Una de las principales maneras que tienen de hacerlo es copiando a sus padres y madres. Observan cómo hacen las cosas, y las hacen, no sabemos si afortunada o desafortunadamente, de una forma muy parecida. Es decir, copian de quienes tienen a su alrededor. Le propongo que haga lo mismo, pero seleccionando a las personas a las que vaya a copiar. Lo que yo hago, y lo que le invito a hacer, es exactamente lo mismo pero con aquellos profesionales a los que patentemente les marcha bien. Una actitud que he observado que comparten todas las personas a las que les va bien es aplicar el principio de mejora constante. Independientemente de que sepan o no que se llama así. La idea de la mejora constante es sencilla: si algo ya funciona bien, estupendo. Ahora pasamos a pensar cómo podemos mejorarlo. De hecho, estoy seguro de que muchas de las personas que aplican este principio ni siquiera habrán oído hablar de Edgard Deming, padre de la calidad tal y como la entendemos hoy en día. Deming fue invitado por los japoneses, donde sus ideas tuvieron una profunda aceptación. Parte de lo que hoy en día es Japón se debe a Deming. Le resultará fácil encontrar los catorce puntos de Deming para la gestión en Internet y le recomiendo que los lea. Seguro que extrae alguna idea para su caso particular, pero el que más nos interesa aquí es el primero: Crear constancia en la mejora de productos y servicios. Es un error, y de los graves, no pensar continuamente cómo podemos mejorar algo que ya está funcionando porque cuando esto sucede se están perdiendo oportunidades, dinero o clientes, pero, sobre todo, el exquisito placer de saber que estamos haciendo las cosas mejor cada día. No hay nada más satisfactorio que saber que uno está siendo excelente, es decir, siendo lo mejor que puede en cada momento y en cada situación de la vida. La mejora constante es una forma de vida. Y es adictiva. Si empieza a aplicarla comprobará que acabará por afectar a todos los campos de su vida.