La promesa del rey
Tostig, hermano del rey sajón de Inglaterra, Harold, hijo de Godwin, codiciaba el poder y se alió con Harald Sigurdarson, rey de Noruega. (Este había militado en Constantinopla y en África; su estandarte se llamaba Landöda, Desolador de Tierras; también fue poeta famoso.) Con un ejército noruego desembarcaron en la costa oriental y rindieron el castillo de Jorvik (York). Al sur de Jorvik los enfrentó el ejército sajón. Veinte jinetes se allegaron a las filas del invasor; los hombres, y también los caballos, estaban revestidos de hierro. Uno de los jinetes gritó:
—¿Está aquí el conde Tostig?
—No niego estar aquí —dijo el conde.
—Si verdaderamente eres Tostig —dijo el jinete— vengo a decirte que tu hermano te ofrece su perdón, su amistad y la tercera parte del reino.
—Si acepto —dijo Tostig— ¿qué dará el rey a Harald Sigurdarson?
—No se ha olvidado de él —contestó el jinete—. Le dará seis pies de tierra inglesa y, ya que es tan alto, uno más.
—Entonces —dijo Tostig— dile a tu rey que pelearemos hasta morir.
Los jinetes volvieron. Harald Sigurdarson preguntó pensativo:
—¿Quién era ese caballero que habló tan bien?
—Era Harold, hijo de Godwin.
Antes que declinara el sol de ese día, el ejército noruego fue derrotado. Harald Sigurdarson pereció en la batalla y también el conde.
Del capítulo XCI del décimo libro de la Heimskringla.