Por si acaso
Roedvald, rey de los sajones del Este, había sido admitido, en Kent, al sacramento de la fe cristiana, pero, al regresar a su reino se dejó seducir por su mujer y por ciertos maestros abominables, que lo desviaron de la sinceridad de su fe y, así, en el mismo templo erigió un altar dedicado a Cristo y otro, más chico, en el que ofrecía víctimas a los demonios[4].
BEDA EL VENERABLE, Historia Eclesiástica de la Nación Inglesa, II, 15.