vestida a la última moda. Llevaba unos vaqueros muy ajustados, unos que jamás podría ponerse ella, y unas botas preciosas. Le bastó una mirada para saber que era Eva. Se mordió el interior de la mejilla: al parecer el destino había decidido gastarle una broma de muy mal gusto.
-¿Qué has dicho? –preguntó David furioso.
-He dicho que quiero casarme contigo –repitió ella quitándose la chaqueta con unos movimientos más que estudiados-. Y antes de negarte escucha lo que voy a decirte.
É l n o d i j o n a d a. ¿ P o r q u é n o d i j o n a d a? Y e l l a co nt i nu ó .
-Mi padre me está haciendo la vida imposible. Dice que está harto de mis tonterías y que si no siento la cabeza tendrá que tomar medidas.
O dicho de otro modo, pensó Amanda, dejará de mantenerla.
-¿Y Charles? –dijo David enarcando una ceja. La arpía se rió.
-¿Charles? Vamos, no digas tonterías. A mi padre jamás le gustará Charles. En cambio tú... Mírate. Eres perfecto: trabajador, responsable –lo dijo como si fueran insultos-, y por lo que sé, en todo este año no has estado con nadie.
Ah no, eso sí que no, Amanda no iba a tolerar que esa bruja volviera a herir a David. Se desabrochó dos botones del escote de la camisa y entró en la habitación. La cara de Eva no tuvo precio.
-Ah , h o l a, v e ng o a bu s c ar m i v e s t i d o . – Ca m i n ó co n p a s o s s e n s u a l e s h a c i a
David. Lo había visto hacer en miles de películas y no era tan difícil como parecía. Se detuvo frente a él y se puso de puntillas para darle un beso en los labios-.
¿Vuelves a la cama?
David la miró a los ojos con ternura y algo mucho más profundo. Iba a decirle que la quería, pero Eva volvió a hablar, recordándole su presencia.
-¿No lo dirás en serio? Mírala, pero si es… -La mirada de él le dejó claro que no terminara la frase-. Da igual. Supongo que tienes derecho a vengarte por lo de Charles. No importa. Te perdono.
-¿Me perdonas? –David empezaba a perder los estribos. ¿De verdad había estado a punto de casarse con eso?
-Claro. Si quieres, incluso puedes seguir viéndola después de la boda. Siempre que seas discreto.
Amanda no sabía si insultarla o tirarle de los pelos. ¡Y la muy estúpida siguió hablando!