Trece años antes

Estoy sudando porque tengo calor bajo las mantas, pero no quiero descubrirme la cabeza. Sé que si la puerta se abre, no importará que esté tapada, pero me siento más segura así. Asomo los dedos y levanto la sábana que tengo sobre los ojos. Miro el pomo de la puerta, como cada noche.

No gires. No gires. Por favor, no gires.

Siempre hay un silencio absoluto en mi habitación, y lo odio. A veces oigo cosas que me hacen pensar que el pomo está girando, y eso provoca que el corazón me lata muy fuerte y rápido. Ahora mismo, mirando el pomo, el corazón me late muy fuerte y muy rápido, pero no puedo dejar de mirarlo. No quiero que gire. No quiero que la puerta se abra. No quiero.

Todo está en silencio.

En silencio.

El pomo no gira.

El corazón ya no late tan rápido porque el pomo no gira.

Me pesan los párpados y al final cierro los ojos.

Estoy muy contenta de que esta sea una de esas noches en las que el pomo no gira.

Todo está en silencio.

En silencio.

Y luego ya no, porque el pomo gira.