Martes, 30 de octubre
de 2012
Las 00.10
Me llevo la mano a la mejilla y me seco una lágrima. Ni siquiera estoy segura de por qué estoy llorando ahora mismo; no era un recuerdo triste. Creo que lo hago porque es uno de los primeros momentos en los que empecé a querer a Karen. Ahora que sé lo que me hizo me duele pensar en cuánto la quiero. Me duele porque me da la sensación de que no la conozco. Siento que hay una parte de ella que nunca imaginé que existía.
Sin embargo, eso no es lo que más me asusta. Lo que más miedo me da es que esa única parte de ella que conozco… no sea real.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —me dice Holder rompiendo el silencio.
Asiento con la cabeza en su pecho y me seco la última lágrima que me recorre la mejilla. Me envuelve con los dos brazos al notar que estoy temblando. Me acaricia el hombro con una mano y me da un beso en la cabeza.
—¿Crees que vas a estar bien, Sky?
No es una pregunta rara. Es muy simple y directa, pero creo que es la pregunta más complicada que he tenido que responder.
Me encojo de hombros y contesto con total sinceridad.
—No lo sé. Me aterroriza mi pasado. Me aterrorizan los recuerdos que me inundan la mente cada vez que cierro los ojos. Me aterroriza lo que ha pasado hoy y el modo en que me afectará las noches que no estés conmigo para desviar mi atención. Me aterroriza no tener la capacidad emocional para sobrellevar lo que puede pasarle a Karen. Me da miedo pensar en que no tengo ni idea de quién es ella. —Aparto la cabeza de su pecho y lo miro a los ojos—. Pero ¿sabes qué es lo que más me asusta?
Holder me acaricia la cabeza y me sostiene la mirada, para que yo sepa que está prestándome atención.
—¿Qué? —pregunta, con un tono de preocupación.
—Me asusta no sentir ningún tipo de conexión con Hope. Sé que somos la misma persona, pero me da la sensación de que lo que le sucedió a ella no me pasó a mí. Siento que la abandoné. Como si la hubiese dejado allí, llorando ante aquella casa, aterrorizada para toda la eternidad, mientras yo me subía a aquel coche y me marchaba. Ahora soy dos personas completamente divididas. Soy aquella niñita, muerta de miedo para siempre, pero también soy la chica que la abandonó. Me siento muy culpable por haber construido un muro entre nuestras vidas, y me asusta que ninguna de esas vidas o de esas chicas vuelva a sentirse completa.
Hundo la cabeza en el pecho de Holder, consciente de que lo que estoy diciendo probablemente no tenga ningún sentido. Él me da un beso en la cabeza y yo vuelvo a mirar al cielo, y me pregunto si alguna vez podré volver a sentirme normal. Era muchísimo más fácil no saber la verdad.
—Después de que mis padres se divorciaran —explica Holder—, mi madre estuvo muy preocupada por nosotros, y nos mandó a Lesslie y a mí a terapia. Solo fueron unos seis meses, pero recuerdo que yo era muy duro conmigo mismo porque pensaba que era el culpable de su divorcio. Sentía que el error que cometí el día que te llevaron les causó mucha presión. Ahora sé que casi todo por lo que me culpaba en aquel momento no estaba en mis manos. Pero un día mi terapeuta me dijo algo que me ayudó. En aquel entonces me pareció una cosa muy rara; sin embargo, de vez en cuando sigo haciéndolo. Me pidió que me imaginara en el pasado y que hablara con mi versión más joven y le dijera todo lo que necesitaba decir. —Pone mi rostro frente al suyo para que pueda mirarlo a los ojos—. Creo que podrías intentarlo tú también. Sé que parece una chorrada, pero hazlo, de verdad. Puede que te ayude. Creo que te vendrá bien volver al pasado para decirle a Hope todo lo que te gustaría haberle dicho el día que la dejaste.
Apoyo la barbilla en su pecho y le pregunto:
—¿Qué quieres decir? ¿Que me imagine hablando con ella?
—Eso es —responde—. Inténtalo. Cierra los ojos.
Los cierro. No estoy segura de qué estoy haciendo, pero hago caso a Holder.
—¿Ya está?
—Sí. —Poso la mano sobre su corazón y apoyo un lado de mi cara en su pecho—. Pero no estoy segura de cómo hacerlo.
—Simplemente imagínate como eres ahora. Imagina que vas en coche a casa de tu padre y que aparcas al otro lado de la calle. Pero imagina la casa tal como estaba entonces. Imagínatela tal como estaba cuando eras Hope. ¿Recuerdas cuando era blanca?
Aprieto aún más los ojos, y tengo un vago recuerdo de la casa blanca.
—Sí.
—Bien. Ahora tienes que encontrarla. Habla con ella. Dile lo fuerte que es. Dile lo bonita que es. Dile todo lo que necesita oír de ti, Sky. Todo lo que desearías haberle dicho tú misma aquel día.
Dejo la mente en blanco y me dejo llevar por sus palabras. Me imagino a mí misma como soy ahora, y lo que estaría pasando si en realidad condujera hasta la casa. Seguramente llevaría mi vestido de tirantes y una coleta porque haría mucho calor. Es casi como si pudiera sentir la luz del sol que entra por la luna del coche y calienta mi piel.
Me bajo del coche y cruzo la calle, aunque soy reacia a acercarme a esa casa. De repente se me acelera el corazón. No estoy segura de si quiero verla, pero hago caso a Holder y sigo adelante. En cuanto tengo un lado de la casa al alcance de la vista, la veo a ella. Hope está sentada sobre la hierba, con los brazos cruzados sobre las rodillas. Tiene la cabeza hundida y está llorando, y eso me rompe el corazón.
Lentamente me acerco a ella y me detengo. Con cuidado, me agacho sin dejar de mirar a esa niñita frágil. Al situarme en la hierba, justo delante de ella, Hope levanta la cabeza y me mira. En ese momento se me cae el alma a los pies porque sus ojos marrones oscuros tienen una mirada sin vida. No muestran alegría. Sin embargo, intento sonreírle, porque no quiero que note lo mucho que me duele verla sufrir.
Extiendo la mano, pero no llego a tocarla. Sus ojos tristes se fijan en mis dedos. Tengo las manos temblorosas y ella lo ve. Quizá que ella sepa que yo también estoy asustada me ayude a ganarme su confianza. De hecho, levanta más la cabeza, extiende los brazos y posa la manita en la mía.
Estoy viendo la manita de mi infancia cogida por la mano de mi presente, pero quiero hacer algo más. Quiero coger todo su dolor y su miedo, y quitárselo.
Recuerdo lo que me ha dicho Holder sobre hablar con ella, de modo que la miro, me aclaro la voz y aprieto su mano.
—Hope.
Ella sigue mirándome, paciente, mientras reúno la valentía para hablarle para decirle todo lo que necesita saber.
—¿Sabes que eres una de las niñas más valientes que he conocido?
Ella niega con la cabeza y dirige la vista hacia la hierba.
—No, no lo soy —responde en voz baja, muy convencida de lo que dice.
Cojo su otra mano y la miro directamente a los ojos.
—Sí, sí que lo eres. Eres increíblemente valiente. Y vas a salir de esta porque tienes un corazón muy fuerte. Un corazón capaz de amar la vida y la gente de un modo que nunca has imaginado. Y eres preciosa. —Apoyo la mano en su corazón—. Aquí. Tu corazón es precioso y, algún día, alguien va a amar ese corazón como merece ser amado.
Hope aparta una de sus manos y se frota los ojos.
—¿Cómo sabes todo eso? —me pregunta.
Me inclino hacia delante y la envuelvo entre mis brazos. Ella también abre los brazos y nos abrazamos. Acerco la boca a su oído y le susurro:
—Lo sé porque he pasado por lo mismo que tú. Sé lo mucho que te duele lo que te hace tu papá porque a mí también me lo hizo. Sé cuánto loe odias por ello, pero también sé lo mucho que lo quieres porque es tu papá. Y eso no está mal, Hope. Está bien quererlo por sus cosas buenas, porque no es todo maldad. Pero también está bien odiar todas esas cosas malas que te entristecen. Todo lo que sientas está bien. Prométeme que jamás te sentirás culpable. Prométeme que nunca te culparás. Tú no has cometido ningún error. Solo eres una niña pequeña y no es tu culpa que tu vida sea mucho más dura de lo que debería ser. Y por mucho que quieras olvidar todas esas cosas que están pasándote, y por mucho que quieras borrar de tu mente que esto te ha sucedido, necesito que lo recuerdes.
Noto que los brazos le tiemblan, y está llorando en silencio contra mi pecho. Sus lágrimas hacen que yo también me ponga a llorar.
—Quiero que recuerdes quién eres —prosigo—, a pesar de todas las cosas malas que están pasándote. Porque esas cosas malas no son tú. Solo son cosas que te pasan. Tienes que aceptar que no es lo mismo quién eres y qué te pasa.
Suavemente, aparto su cabeza de mi pecho y la miro a sus ojos llorosos.
—Prométeme que, pase lo que pase, nunca te avergonzarás de ti misma, por mucho que lo sientas. Y puede que en estos momentos no estés entendiéndome, pero quiero que me prometas que no dejarás que las cosas que te hace tu papá te definan y te separen de quién eres realmente. Prométeme que nunca perderás la esperanza, Hope.
Ella asiente mientras le seco las lágrimas con mis pulgares.
—Te lo prometo —responde.
Me lanza una sonrisa y, por primera vez desde que he visto esos enormes ojos marrones, aparece un destello de vida en ellos. Pongo a Hope en mi regazo, ella me rodea el cuello con sus bracitos y la mezo mientras lloramos.
—Hope, te prometo que, de aquí en adelante, jamás dejaré que te vayas. Te llevaré en mi corazón para siempre. Nunca volverás a estar sola.
Estoy llorando apoyada en su cabeza pero, cuando abro los ojos, me encuentro llorando en los brazos de Holder.
—¿Has hablado con ella? —me pregunta él.
Asiento sin intentar contener las lágrimas.
—Sí. Se lo he dicho todo —respondo.
Holder se incorpora, y yo con él. Se vuelve hacia mí y toma mi rostro entre las manos.
—No, Sky. No se lo has dicho todo… Te lo has dicho todo. Todo aquello te pasó a ti, no a otra persona. Le pasó a Hope. Le pasó a Sky. Le pasó a mi mejor amiga, a la que quiero, a la que está mirándome ahora mismo.
Holder aprieta los labios contra los míos, me besa y se aparta. Hasta que vuelvo a abrir los ojos, no me doy cuenta de que él también está llorando.
—Tienes que estar orgullosa de haber sobrevivido a todo lo que tuviste que pasar de niña —prosigue—. No te separes de aquella vida. Acéptala, porque yo estoy muy orgulloso de ti. Cada sonrisa que veo en tu rostro me vuelve loco porque soy consciente de la valentía y la fuerza que te costó de pequeña hacer que esa parte de ti no desapareciera. ¿Y tu risa? Dios mío, Sky. Piensa en todo el valor que necesitaste para volver a reír después de todo lo que te pasó. Y tu corazón… —añade, moviendo la cabeza incrédulo—. Que tu corazón pueda encontrar el modo de volver a amar y a confiar en un hombre demuestra que me he enamorado de la chica más valiente que haya conocido jamás. Sé lo mucho que te costó dejarme entrar en tu vida después de lo que tu padre te hizo. Y te juro que pasaré el resto de mi vida agradeciéndote que me quieras. Muchísimas gracias por amarme, Linden Sky Hope.
Holder pronuncia mi nombre lentamente, y ni siquiera trata de secarme las lágrimas porque son demasiadas. Me lanzo a su cuello y me abraza. Abraza todos mis diecisiete años.