PACIENCIA, CONSTANCIA, VOLUNTAD, TRABAJO Y ESFUERZO
Para evitar los problemas de sobrepeso y obesidad hay que hacer todo lo que hemos indicado y llevar a cabo lo que nos prescriba el médico especialista, pero para ello hay que tener voluntad, y como indicamos al principio, esta se debe basar en un motivo, y este a su vez no debe ser muy rebuscado. Dice un proverbio que «las almas grandes poseen voluntad, las pequeñas solo deseos». Qué gran verdad.
Cuando se quiere perder peso, como cualquier otro proyecto que tengamos en la vida, lo primero que tenemos que hacer es establecer un factor de temporalidad en su desarrollo, es decir, ponerle un tiempo de realización lógico no ilusorio. Generalmente el médico nos dará una cifra real aproximada. Si debemos perder un número de kilos no podemos pensar en una meta imposible en el tiempo, que si no se cumple rápidamente nos desanime. Tampoco nos engañemos con que cualquier conocido adelgazó muchísimo en tan solo unas semanas, cada uno tiene sus tiempos. Es como si tuviéramos que hacer un viaje en coche de mil kilómetros y si no lo lográramos en tan solo tres horas nos desalentáramos. Esto es del todo imposible, como lo es perder unos determinados kilos en un corto período de tiempo. En ese hipotético viaje tampoco sirve de nada estar cada cinco minutos preguntado cuánto falta para llegar. Es ganas de agobiarnos sin motivo. Hay que seguir un proverbio que dice que «si estás deseando llegar, el viaje se te hará interminable».
La mayoría de los fracasos en la vida —no solamente en el caso que nos ocupa del sobrepeso— se deben a no saber dimensionar lo que queremos hacer en el tiempo necesario para llevarlo a cabo, y querer acelerar o retardar los logros de forma incorrecta y, generalmente, precipitada. La paciencia es una virtud que hace que se racionalice el esfuerzo y se convierta en un éxito, lo que la impaciencia generalmente destruye.
La temporalidad es una forma inteligente de ejercer la paciencia, pero esta debe estar unida a la constancia, y entre las dos se forma un dúo magnífico. Si a estas dos capacidades le añadimos la voluntad, el trío es extraordinario, y si, además, le sumamos el trabajo y el esfuerzo se convierten en un quinteto monumental. Evidentemente hay personas que tienen una, dos o las cinco cualidades-virtudes de «fábrica», pero como, ya dijimos, también se pueden desarrollar, simplemente hay que preocuparse de que sea así. No son un ente físico, sino un comportamiento que podemos asumir. El lugar donde se adquieren y se desarrollan lo tenemos muy cerca: en el cerebro.
Una vez que hemos tomado la decisión de modificar un comportamiento y después de introducir una dinámica para conseguirlo, no es tan complicado mantenerlo. La «rueda» del comportamiento es muy pesada, le cuesta mucho trabajo girar, cambiar de dirección y arrancar, pero una vez que lo ha hecho se desplaza con cierta facilidad con un pequeño empujón que, eso sí, tiene que ser frecuente, porque si no es así se detiene y hay que volver a hacer un esfuerzo enorme para ponerla en marcha. Por eso cuando iniciamos algo que ha costado mucho trabajo hay que continuar con ese impulso, que aunque sea mínimo es necesario.
LA SUERTE
Escucho infinidad de veces: «A ver si tengo suerte y pierdo peso» estableciendo una imprescindible relación entre la necesidad de tener suerte para perder peso. Pocas cosas hay que dependan tan poco de la fortuna como quitarse esos kilos de más.
En todo caso hay que tener en cuenta que la paciencia, la constancia, la voluntad, el trabajo y el esfuerzo son cinco inquilinos que viven en la misma planta del edificio de la vida, y da la casualidad de que en ese mismo piso vive también la suerte, de manera que si visitamos con frecuencia a esas cinco cualidades, es más, si las visitamos tanto que prácticamente nos pasamos la vida en esa planta, es muy probable que coincidamos más de una vez con «la suerte» y de esa forma nos conozca y nos ayude, y lo que entendemos que depende solo de la fortuna, en realidad ha sido motivado por nuestra conducta.
Pero en relación con la utilización de diferentes métodos para perder peso en los que se intenta atajar por caminos extraños que ya hemos visto que no conducen a nada, a veces en ese edificio que hemos descrito donde habitan las cualidades y la suerte se intenta colar algo que las menosprecia —el último método novedoso que nos promete perder muchos kilos en pocos días sin pasar hambre y comiendo de todo, etc.—, y que considera que eso de tener paciencia, voluntad y todo lo demás es absurdo y lo que importa es tal o cual método milagroso. En esos casos la suerte se molesta mucho por el menosprecio a sus vecinas y a quien hace esto le envía a una «prima» suya que tiene muy mal carácter y es muy desagradable y que se llama «mala suerte», y que con este ejemplo podemos identificar de dónde suelen venir en muchos casos bastantes situaciones que terminan mal.
MEDIANTE UNA ESCALERA, NO A SALTOS
En la mayoría de las intervenciones médicas los pacientes deben seguir las indicaciones para lograr el efecto deseado, pero en el caso de la pérdida de peso el respetar rigurosamente lo prescrito es clave.
Casi todo lo que nos proponemos conseguir en la vida debemos hacerlo gradualmente. Hay personas que se empeñan en obtener las cosas «a saltos», es decir, sin continuidad ninguna. ¿Cuánta distancia se podría alcanzar con un salto hacia arriba? Cualquiera que fuera sería insignificante en comparación con la longitud que podríamos lograr subiendo por una escalera. En la vida las cosas no se consiguen «saltando», sino con «escaleras». Mucha gente es capaz de estar unos días sin comer y solo por eso se sienten satisfechas de esa capacidad de la que, además, presumen, pero no son capaces de seguir un régimen unas cuantas semanas.
Para subir una escalera hay que hacer un pequeño esfuerzo en cada escalón y por eso en muchos casos llega la sensación de cansancio —«Me canso de estar a dieta», se oye habitualmente—. Para eso todas las escaleras tienen tramos y descansillos, precisamente para eso, para descansar en la subida.
Cuando se pierde peso se puede establecer alguna que otra pausa —pausa, no retroceso; ya que entonces es un «sube y baja» que no conduce a nada—. Naturalmente estos paréntesis hay que contabilizarlos en el tiempo y no hay que desanimarse mientras duren, pues aunque no perdemos, tampoco ganamos.
La calidad en nuestros logros se obtiene gestionando inteligentemente el esfuerzo. Hay personas que tiene una gran potencialidad en sus impulsos, pero no los saben direccionar adecuadamente. Cuando la potencia de un explosivo, por ejemplo, no se direcciona y explota sin más se genera mucho ruido, pero muy localizado. Sin embargo, cuando se organiza su explosión en una dirección determinada se consigue llegar mucho más lejos.