Ha llegado el momento de recapitular los principales puntos de esta visión inédita y asombrosa del amor. Hemos rastreado e identificado las últimas contribuciones de la ciencia sobre la naturaleza y el impacto del comportamiento amoroso y se imponen las siguientes conclusiones.
Estas sugerencias, unidas a la prueba de autoevaluación que cierra el libro y que el lector puede efectuar por sí mismo para medir su capacidad de amar, junto a la fórmula de los factores responsables del amor (véanse una y otra en el capítulo siguiente), acercarán al lector, posiblemente por primera vez, a la comprensión de un sentimiento que ha conmovido a los organismos vivos desde hace más de tres mil millones de años.
La ciencia acaba de adentrarse en el análisis del amor, y -como ocurrió con el estudio de la felicidad- sólo lo ha hecho cuando las nuevas tecnologías y el conocimiento genético le han permitido «medir» los impactos del amor y aplicar, por consiguiente, el proceso científico al conocimiento de las emociones. Se trata de un esfuerzo investigador que se inició hace unos años apenas, pero cuya intensidad y rigor ha desvelado ya hechos sorprendentes, todavía desconocidos por el gran público y las instituciones sociales afectadas.