Capítulo 10 LA MUERTE DEL CENTRO
El 29 de diciembre de 1978, como ya he dicho, Suárez anunció la disolución de las cámaras y la convocatoria de elecciones. En los dos meses y pico que transcurrieron hasta las elecciones del 1 de marzo de 1979 la Diputación Permanente, que yo presidí, tuvo algunos debates, principalmente sobre asuntos de orden público. En uno de ellos, a propósito del terrorismo, los portavoces condenaron como siempre los atentados, pero Manuel Fraga fue un paso más allá, con una intervención que recordaba a la famosa de José Calvo-Sotelo en 1936. Fue un discurso angustioso sobre lo que llamó desorden público, aunque se distinguía de la intervención de Calvo-Sotelo en sus conclusiones positivas.
Llegado el momento de las elecciones de 1979 Suárez y Osorio, que tenían unas relaciones tensas desde hacía tiempo, habían roto definitivamente. De hecho, Osorio estaba ya en otro grupo político. Su Partido Democrático Progresista se había unido a la Alianza Popular de Fraga, la Acción Ciudadana Liberal de Areilza y otros grupos menores para constituir lo que acabó llamándose Coalición Democrática.
No sé si porque sabía que yo había nacido en Santander, Suárez me propuso en principio que fuera candidato por aquella circunscripción, que era donde se presentaba Osorio; pero yo no podía hacerle esa faena a quien en cualquier caso era mi amigo y había sido compañero de muchas vicisitudes. Prefería repetir por Palencia, que es lo que hice.
Esta vez ya no éramos tan novatos, teníamos el rodaje de los comicios anteriores, los de 1977. En bastantes aspectos la precampaña y la campaña fueron más cómodas para nosotros los candidatos, aunque no dejaran de resultar muy trabajosas, porque siempre lo son. En la lista por Palencia repetíamos los mismos de dos años antes, y el resultado fue idéntico: dos diputados de UCD, uno del PSOE y los tres senadores para el centro.