Nota bibliográfica

Alguien heló tus labios es una obra de ficción. Si bien muchos de los personajes que aparecen en sus páginas existieron en la realidad, es importante subrayar que todos están tratados de forma novelesca, como también los sucesos y los acontecimientos históricos. Es decir, sometidos a las exigencias de un desarrollo dramático.

La escritura de una novela de estas características presupone la existencia de muchos otros libros. No creo exagerar si cuento por cientos los leídos o consultados para documentar Alguien heló tus labios. Aquí dejaré constancia de aquellos que me resultaron imprescindibles para tejer los episodios narrados.

Para recrear el siglo XVI fueron muy útiles Felipe II y su tiempo, de Manuel Fernández Álvarez; El rey imprudente. Felipe II. La biografía definitiva revisada y España y los Países Bajos, ambos de Geoffrey Parker; y Don Juan de Austria, de Sir Charles Petrie. Si Antonio Pérez, Juana Coello y la princesa de Éboli han cobrado vida propia en esta novela, ello ha sido solo posible gracias al sabio y monumental Antonio Pérez, del doctor Gregorio Marañón, y a la documentadísima obra de Helen H. Reed y Trevor J. Dadson La princesa de Éboli. Cautiva del rey. Vida de Ana de Mendoza y de la Cerda. Por último, la descripción de la revuelta de Zaragoza está escrita sobre los Comentarios de los sucesos de Aragón que redactó el conde de Luna poco tiempo después de entrar las tropas reales en la capital aragonesa.

Inquisición y política en el reinado de Felipe IV. Los procesos de Jerónimo de Villanueva y las monjas de San Plácido, 1628-1660, de Carlos Puyol Buil, fue indispensable para revivir en mi mente los misterios del convento de San Plácido, así como el breve capítulo que dedica a dichos sucesos Gregorio Marañón en su Don Juan. La peripecia de la monja Teresa Valle de la Cerda me fue facilitada por el estudio que Isabel Barbeito dedica al personaje en Cárceles y mujeres en el siglo XVII.

Cientos son los libros que se han escrito sobre Felipe IV y su tiempo. A mí me han sido de gran utilidad para esta novela La corte de Felipe IV, de Martin Hume, El rey se divierte, de José Deleito y Piñuela, y los Avisos históricos, de José Pellicer, fresco sobrecogedor de aquel Madrid desmedido, inseguro y lleno de aventuras que pasaba del lujo más barroco a la miseria más angustiosa. También debo mencionar aquí el libro de J. H. Elliot El conde-duque de Olivares y el inteligentísimo estudio que Gregorio Marañón hizo sobre el mismo personaje El conde-duque de Olivares. La pasión de mandar. He de señalar igualmente la Anécdotas del gobierno del conde-duque de Olivares, obra fascinante que escribió el agudo y sutil Vittorio Siri no muchos años después de la caída del poderoso valido.

Las coplas y sátiras que se citan tanto en la novela proceden del libro Sátiras políticas de la España moderna, introducidas y seleccionadas por Teófanes Egido, autor de un magnífico estudio sobre el motín madrileño de 1699.

Para recrear el Madrid de Carlos II, con sus personajes, intrigas políticas y querellas cortesanas, me han sido de enorme ayuda Carlos II el hechizado y su época, de José Calvo Poyato, y, sobre todo, el tomo III de la Vida y reinado de Carlos II, del duque de Maura. Debo mencionar también Un viaje por España en 1679, de la condesa d’Aulnoy, fuente de errores y dislates, pero también de jugosos comentarios y coloridas escenas que me sirvieron para viajar a ese período.

Finalmente, junto a los libros mencionados, no puedo dejar de citar las obras de los grandes autores del Siglo de Oro, algunos de los cuales, como Cervantes o Francisco de Quevedo, aparecen en Alguien heló tus labios.