CAPÍTULO SEGUNDO
CARACTERES GENERALES DE LA MATERIA

(Julio 1797-1798)

Parece lógico pensar que al Prólogo —contenido, con distintas redacciones, en el Oktaventwurf— debía seguir, como en las obras críticas, una Introducción. Sin embargo, nos encontraremos posteriormente con nuevos Prólogos (p. e. en legajo II, III,1 y un suplemento en legajo III, 11,4). Ciertamente, los pliegos signados por Kant con las letras góticas A, B, C, inmediatamente posteriores al Borrador, se abren con una Introducción (v. cap. 3.º, XXI,307) sobre las fuerzas motrices, pero poco desarrollada. Presentaremos posteriormente otros ensayos, más elaborados, de Introducción. Ahora, y a fin de seguir en lo posible una cierta sistematicidad, presentamos los pliegos signados con las letras griegas α-δ (el primero señalado —¿por error?— como a Übergang,) que son levemente posteriores a los anteriores, pero escritos dentro del mismo periodo (julio de 1797 a julio de 1798). Inexplicablemente, a pesar de las signaturas del propio Kant, y de la coherencia del conjunto, estos pliegos están dispersos en los legajos IX, II y V. En ellos se encuentra un ensayo de derivación de los predicables, la tarea prometida en la Crítica de la razón pura, mas no cumplida, por haberse aplazado entonces —con toda razón— su desarrollo hasta un futuro Sistema de la Filosofía Trascendental. En lo que Kant se equivocó fue en creer que ésa sería tarea fácil (leicht) y no desagradable (nicht unangenehme) (KrV, B 108/A 82).

Ni qué decir tiene que los renovados esfuerzos kantianos por establecer el éter —en base a experimentos físicos copiados de manuales— como base única de explicación apenas se sostienen, y merecen las iras de un Adickes o un Tocco (v. Bibliogr.).

Sin embargo, a través del trabajoso —y muchas veces árido— establecimiento de las propiedades a priori de la materia, cabe apreciar hasta qué punto era Kant respetuoso con el proceder científico natural, lejos de las aéreas especulaciones de algunos de sus sedicentes seguidores, e intentando ser escrupulosamente fiel a ese seguro camino de la ciencia cuyo contraejemplo era la blanca paloma (KrV, B 9/A 5).

Legajo IX, pliego I, pág 1

(α Übergang)[a]

XXII,205Capítulo primero

De la CANTIDAD de la materia

§ I

Un quantum de materia es el todo de un conjunto de cosas móviles en el espacio. La cantidad de materia es la determinación de este conjunto como un todo homogéneo. Cada parte de materia es un quantum, esto es: la materia no consta de partes metafísicas simples; la expresión de De la Place «puntos materiales» (que deberían ser considerados como partes de la materia), tomada literalmente, contendría una contradicción, pues sólo debe significar el lugar desde el cual una parte de materia atrae o repele fuera de sí a otra. Por eso conviene introducir aquí la observación [de los Prin[cipios] metaf[ísicos] de la c[iencia] n[atural]) de que, si la fuerza motriz de la materia fuera mera repulsión, toda materia, disolviéndose, se expandiría al infinito, con lo que el espacio debería estar vacío; pero si fuese mera atracción, la materia toda confluiría en un punto del espacio, de modo que éste se hallaría igualmente vacío. Por consiguiente, sólo por el conflicto de atracción y repulsión de las sustancias podrá un quantum de materia llenar originaXXII,206riamente un espacio; acción y reacción es algo ya contenido en el concepto de materia espacial. Su posibilidad, empero, no puede en absoluto hacerse concebible por medio de ninguna explicación.

§ 2

La cantidad de materia no puede estar determinada por el solo contenido espacial (volumen) de ésta, pues para ello sería necesario aceptar que toda la materia es de la misma densidad; pero no hay razón para tal cosa. No sólo se debería preguntar cuánto espacio ocupa, sino también en qué grado. Ahora bien, tampoco en este caso se tendría un concepto determinado de su cantidad[a], porque el espacio puede ser llenado con una expansibilidad de grado mucho mayor, y eso es tan sólo una fuerza superficial, que no proporciona ningún concepto de la cantidad de materia delimitada por esta superficie. Sólo el movimiento de un quantum de materia según su contenido corpóreo: movimiento en masa, esto es, de todas las partes a la vez, puede dar un concepto de tal cosa[b]; pues se habría puesto aquí a la base la homogeneidad de las materias, p. e. del aire, del cual puede comprimirse un quantum doble en el cilindro de una bomba neumática; y el quantum sometido aquí a medida no sería el de la materia como tal en general, sino el de una especie particular de ésta. Pero aquí se trata de la medida de la cantidad de materia en general.

Ahora bien, dado que la cantidad de materia no puede ser medida matemáticamente, esto es: mediante el cálculo del número de magnitudes, cuando haya que calcular con exactitud su cantidad habrá que medirla dinámicamente, esto es: por la magnitud del movimiento que una materia imprime a otra con una velocidad igual por naturaleza; porque la cantidad de materia, en este caso, debe ser necesariamente proporcional a la cantidad de movimiento efectuada bajo esa condición.

XXII,207[a]La relación de este quantum con la unidad, en cuanto medida, es la cantidad de materia.

Como la materia no consta de partes simples, su unidad debe ser a su vez siempre pensada como un quantum, y la cantidad no podrá ser nunca expresada por un número con el que termine definitivamente la división. Esto es: no hay ninguna parte absolutamente primera de la materia, y lo que Laplace denomina puntos materiales no son partes simples, sino meramente lugares para partes de materia, que pueden representarse tan pequeñas como se quiera, sin que sea licito esperar que se llegue mediante división a lo absolutamente mínimo.

Se denominarían físicamente simples a aquellos corpúsculos de los cuales se admitiese —de modo meramente hipotético— que no pueden llegar a ser divididos exhaustivamente (desintegrados) por ninguna fuerza de la naturaleza, de modo que opondrían una resistencia infinita a la partición mecánica, aun cuando no dejaran de ser divisibles matemáticamente. La atomística es una especie de técnica de construcción para edificar un mundo a base de un material inmutable y configurado de diverso modo, y que verdaderamente no puede tener lugar en filosofía natural.

[b]La cantidad de materia no puede, pues, ser medida aritméticamente mediante cómputo de las partículas de los cuerpos, ni geométricamente por el volumen espacial, sino sólo de modo mecánico: por la magnitud de la fuerza motriz que un volumen de materia ejerce en una misma dirección, y con la misma velocidad, sobre un objeto móvil. Por esto, toda materia es computada como homogénea, o sea, solamente como materia en general, en cuanto que, atraída en todas sus partes con igual velocidad inicial por otro cuerpo, en dirección al punto central de éste, cuya cantidad de materia es sin comparación mayor que la del primero —esto es, por XXII,208un cuerpo celeste—, desarrolla un movimiento igual (en una balanza de brazos iguales muestra una fuerza motriz igual).

Pág. 2

§ 4

El pesaje [Wägen] es el único medio universal y dinámico para determinar exactamente la cantidad de materia en general, de la especie que sea; una materia absolutamente imponderable sería, en cuanto tal, aquélla de la que no cabria dar cantidad asignable alguna.

El pesaje consiste en experimentar la presión con que un grave reacciona, por medio de la cantidad de su materia, a la caída de otro, dado que los dos cuerpos permanecen igualmente móviles por ambas partes, en torno a un punto fijo (hipomoclio). Para pesar se requiere igual momento de velocidad en la caída de todos los cuerpos hacia el punto central de un cuerpo, pero también que estén a igual distancia de éste; así, la atracción universal que penetra en toda materia, y que es llamada gravitación. Este momento de la aceleración de la gravedad es distinto, en cuanto al grado, según las distintas distancias de aquel centro, pero en las pruebas en que podamos hacerlo intervenir puede ser considerado —cuando se trata del mismo lugar— como uniforme. Aplicada a una palanca de brazos iguales, la horizontal, esto es: la línea que corta perpendicularmente la dirección de la gravedad y pasa por el centro de gravedad, constituye la prueba de su equilibrio[66].

El cálculo de la cantidad de materia puede hacerse, pues, sólo por una fuerza motriz originaria que penetre todos los cuerpos, en todas las distancias, inmediatamente y sin intervalo de tiempo. En el instante inicial, XXII,209tal fuerza es llamada el momento de aceleración.

A esta fuerza centrípeta puede oponerse otra centrifuga, pero derivada del movimiento efectivo, o sea, de la rotación de un cuerpo atraído circularmente, y que tiende a hacer que se aleje, con igual momento, del punto central; este momento, sin embargo, no es pensado como acelerador (como, p. e., el oscilar en circulo de una piedra en una honda), sino sólo como resistencia continua contra el momento de gravitación, lo cual no es propio de la materia como tal en general, sino que está basado en el enlace del momento con el movimiento efectivo. De este tipo es la fuerza centrífuga de un cuerpo que se mueve libremente en circulo por la proyección según la tangente del mismo; esta fuerza tiene igual momento que la gravedad, sin ser en cambio aceleradora; y aunque opuesto a la gravedad, no pertenece sin embargo a las fuerzas ínsitas originariamente, y por tanto naturalmente, a la materia.

A partir de la igualdad del número de oscilaciones de un péndulo en arcos desiguales de pequeña amplitud es imposible conocer, sin balanza, el peso del cuerpo de él suspendido (porque la magnitud y el contenido material de éste no difieren en sus oscilaciones)[67]; si, en cambio, la gravitación y el momento de caída de los cuerpos a diversas distancias de un cuerpo central atractivo, e incluso la cantidad de materia de algunas parles de éste, que pueden determinar una desviación apreciable de la dirección de la gravedad[68]; de este modo pueden hacer mensurable la relación de un monte con la masa toda de la tierra.

[a]Toda materia debe ser considerada aquí como ponderable (ponderabilis), sin lo cual no cabria tener concepto determinado alguno de su cantidad[69]. Cuanta más materia contengan los cuerpos en el mismo volumen, tanto más pesados son; esta propiedad es XXII,210llamada su ponderosidad. Y dado que el cuerpo celeste con el que computamos la cantidad de materia actúa sobre todos los cuerpos, a igual distancia, con atracción inmediata de todas sus partes en dirección al centro y con igual velocidad inicial —llamada momento de gravitación—, se sigue que no puede haber ninguna materia estricta y absolutamente (simpliciter) imponderable; sin embargo, cabe que bajo ciertas condiciones que se opongan a la acción de ese momento (secundum quid), exista una tal materia.

Del mismo tipo es la tendencia de un cuerpo movido libremente en rotación, cuya tendencia a alejarse del centro contiene ciertamente un momento de velocidad, pero no de aceleración; una vez se le ha imprimido al cuerpo un movimiento, continúa alejándose sin aceleración: es la Tuerza centrifuga, que no es ninguna propiedad particular de la materia.

La fuerza de aceleración producida por la gravedad es determinada por el número de oscilaciones en arcos de pequeña amplitud. La cantidad de materia, en cambio, por la balanza de brazos, o también por una balanza de resorte. La primera indica el peso por la atracción contrapuesta de los brazos; la segunda, por la repulsión del peso.

La fuerza viva, vis viva (por impacto) debe ser distinguida de la fuerza vivificante (vis vivifica). Esta última (va) en un sistema del mundo aparte[70]; su fuerza de generación es quizá la causa de plantas y animales.

Modalidad: lo basado en hipótesis, observaciones y conclusiones, las cuales hacen que todo aquello cuente como experiencia.

Lo pensable, en el concepto; lo existente, en la sensación; lo necesario, cognoscible a priori.

Presión, impacto y cohesión pertenecen a la categoría de relación.

XXII,211De las fuerzas motrices por presión e impacto.

Movimiento impreso por atracción, o simplemente comunicado por presión e impacto: fuerza muerta y fuerza viva. Aquél, en la cohesión de lo sólido o lo fluido. ¿Será el calor imponderable e incoercible? Y ello, ¿en sentido absoluto: simpliciter, o solamente secundum quid?

Capítulo segundo

De la CUALIDAD de la materia

§ 5

Pertenecen a la posibilidad de una materia en general, además de las fuerzas atractivas, también las repulsivas; que ambas deban hallarse a la vez en toda materia es algo que cabe desarrollar a priori a partir del mero concepto de las mismas. Pues materia es algo que llena el espacio. Ahora bien, si lo propio de las partes de la materia cósmica fuera la mera atracción, confluirían todas en un punto, y el espacio permanecería vacío. Si, en cambio, fuera la repulsión el único modo de acción de las partes materiales entre sí, la materia, disolviéndole, disiparía sus partes en lo infinito, y el espacio cósmico quedarla de nuevo igualmente vacío. Por consiguiente, la existencia de la materia no consiste en otra cosa que en un todo, mayor o menor, de puntos materiales que, repeliéndose mutuamente a la vez que, y porque, se atraen mutuamente, llenan un espacio (extensiva e intensivamente)[71].

Una constante variación de atracción y repulsión, en cuanto derivada de las configuraciones primordiales de la materia (vndulatio, vibrado), sería lo tercero; y la materia de esto, el éter.

§ 6

XXII,212La materia no consta de partes simples, sino que cada parte es a su vez compuesta; la atomística es una falsa doctrina de la naturaleza: filosofía corpuscular, que saca artificiosamente de aquí la diferencia de densidad de la materia. Es inútil tomar de modelo imaginario [vorbilden] a la materia, no como un continuo (continuum), sino como todo separado (interruptum) por intervalos espaciales vados; las partes materiales tendrían entonces una cierta figura gracias al espacio vacío interpuesto, con el fin de hacer innecesaria la repulsión como fuerza particular de explicación de la diferencia de densidad. Y es inútil porque esos primitivos corpúsculos (corpúsculo), a su vez, deben constar siempre de partes mutuamente repelentes, pues de lo contrario no llenarían físicamente ningún espacio[72].

El vacío, pues, no puede estar mezclado por todas partes [durch und durch] con el plenum de la materia, porque de lo contrario ésta no llenaría activamente ningún espacio; y dado que las partes materiales —por lo menos para llenar su espacio— precisan también de fuerzas repulsivas (que significan lo mismo que la acción de llenar el espacio), la materia no determinará el volumen de un cierto quantum por su mera existencia [Daseyn], sin necesidad de fuerzas particulares repulsivas, sino que lo hará en cuanto que fuerza de repulsión en lucha con una atracción opuesta*[a].

Gehler[73].

[b]Que las sacudidas más rápidas del vidrio en contacto con el agua hagan más fácil este contacto, porque dilatan el agua en mayor medida, aunque sin aumento de calórico, es razón suficiente para explicar la subida del agua en los tubos capilares, sin necesidad de admitir un anillo de atracción a distancia[74]; cómo, pues, asciende el agua en el vidrio —aun fuera de tubos capilares—, aunque no tan alto, porque entre dos superficies cercanas [interrupción].

Pág. 4

XXII,213§ 7

La primera división de la materia en razón de su cualidad puede ser únicamente ésta: la materia es fluida o sólida; este último estado puede expresarse mejor, con Euler, como rígido (materia rígida).

El Principio de toda fluidez es puesto en general en el calor; cuando éste se escapa, la consecuencia inevitable debería ser la rigidificación. El paso al estado de rigidez, incluso cuando resulta de un fluido en reposo, conlleva —como enseña la experiencia— una cierta estructura (textura), formada regularmente según las tres dimensiones geométricas y denominada cristalización (Crystallisatio) en fibras (fibras), láminas (tabulas) y bloques (truncos). En este caso, con todo, el calor que se escapa no siempre se disipa en sustancia, sino que, en su mayor parte, queda quizá meramente ligado (latente). El calórico sirve en todo esto de vehículo e incluso de medio de configuración, siempre que ningún obstáculo mecánico impida esa regularidad.

Toda configuración en los tres reinos de la naturaleza tiene su origen en el estado fluido; por consiguiente, también en el calor[75]. Ahora bien, cabria preguntarse si el calórico es una materia fluida, cuyo paso de un cuerpo a otro constituye calentamiento (calefacción). Nunca puede existir aislado, sino que actúa únicamente por medio de su penetración en todas las materias sin excepción, con mayor o menor velocidad, y aumenta el volumen de éstas, que se fluidifican bajo su acción[76]. Convierte en elásticas a materias que antes, en su enlace con otras, no lo eran (p. e. el gas hidrógeno), sin que él mismo sea elástico, pues para ello se necesitaría, a su vez, calor.

Textura fibrosa, laminea et truncalis.

XXII,214§ 8

Si se admite, pues, una materia originariamente elástica, o no tendría calórico, o bien este último sería una materia (llamada éter) aceptada hipotéticamente, difundida por el entero espacio cósmico y presente en todos los cuerpos, a los que penetra; ligada a ellos en parte por atracción química, en parte por repulsión mecánica. O acaso se tratase tan sólo de una de las denominaciones de una estofa que penetra universalmente todos los cuerpos; la cual, por una parte, sería llamada calórico, pero, representada según otra cualidad, materia de la luz; y, en ambos respectos, éter; de modo que calor y luz serían solamente dos modificaciones de una y la misma materia repulsiva, pero no dos estofas distintas. El éter sería pues la única materia originariamente elástica[77], a la cual no convendría empero el nombre de fluido, porque, al contrario de la rigidez, eliminable tan sólo por el calórico (aplicado directa o indirectamente), la fluidez no puede encontrar aquí aplicación alguna. Ahora bien, este éter, en cuanto materia elástica movida en línea recta, se denominaría materia de la luz; pero en cuanto absorbido por los cuerpos, y haciéndolos dilatarse en las tres dimensiones, calórico; dejando aparte el hecho de que, bajo esta última cualidad, no es ni fluido ni repelente, sino tan sólo lo que hace a aquella materia fluida y a la vez la dilata.

[a]La repulsión puede actuar como fuerza superficial o como penetrante (pero no a distancia, como la gravitación). En cuanto penetrante, el calor es la repulsión de las partes materiales internas de todos los cuerpos[78].

[b]Se podría llamar al éter aire empíreo (pero no en el XXII,215sentido de Scheele[79], como una especie de aire respirable), sino como una materia expansiva, cuya penetración constituye el fundamento de toda especie de aire.

Un bloque movido manualmente no atrae de modo observable a ningún otro cuerpo (a menos que sea magnético). Schegallien[80].

Dos superficies lisas y rígidas se atraen mutuamente; mediante una lámina puedo levantar la otra. De modo que se atraen a distancia. La rigidez pasa gradualmente a fluidez en una superficie pulida (y por consiguiente rayada por fricción).

¿Qué es fluido, qué rígido? A la rigidez pertenece la fricción, sin la cual no tendría lugar ningún deslizamiento.

La atracción [Attraction] (no de la gravitación, ni tampoco del magnetismo) se contrapone a las fuerzas expansivas, y justamente en el contacto, o sea, en la cohesión[81].

En el magnetismo y la electricidad tiene lugar una atracción a distancia, aunque ciertamente por una materia interpuesta. En la cohesión, empero, inmediatamente, por contacto.

El calor puede ser pensado solamente como inherencia, no como subsistencia en el espacio, para sí. En primer lugar, debería haber materia en el espacio, la cual pudiera expandirse gracias al calor, antes de pensar en el espacio un calentamiento o eliminación de calor (enfriamiento). Pues éstas son determinaciones pertenecientes tan sólo a la modalidad del éter, o sea: expansibilidad de la materia ponderable —expansión— y ocupación del espacio, que acompaña necesariamente a tal acción. El calórico, que es el éter mismo, en este medio universal es imponderable, porque su atracción hacia todas direcciones se halla combinada con una repulsión igual; y, sobre todo, debe añadirse otra materia que gravite en este espacio hacia algún lado[82]. Ella[a] es incoercible, esto es: omnipenetrante, encontrando en unos casos resistencia —como en la electricidad—, sin ella en otros —magnetismo—.

Legajo II, pliego XII, pág. 1

(β Übergang)[b]

§ 9[83]

XXI,247Toda materia fluida ponderable debe, pues, estar también unificada por atracción reciproca de contacto, por lo que un quantum de la misma[*], pensado como libre en el espacio, tiende en todo momento a una configuración globular; la materia se mueve internamente XXI,248hasta conseguir el menor contacto posible con el espacio vacío y, por ello, el máximo posible de sus partes entre sí. Pueden suponerse estas gotas tan grandes como se quiera, siempre que se las represente en el espacio vacío y sin la evaporación producida por el calor (como ocurre cuando la velocidad de configuración no deja tiempo para esto último).

Ahora bien, toda atracción por contacto (cohesión) es tal que impide movimiento alguno de las partes mutuamente atrayentes. Una atracción causante de movimiento debe ser más bien atracción de una materia a distancia. Por consiguiente, la libre configuración de gotas (de agua, aceite, mercurio, etc.) es prueba de la atracción sobre superficies de la materia fluida a distancia. El que esa configuración no pueda ser efecto de una presión externa, p. e. del aire, queda claro por el hecho de que yo puedo imaginarme mentalmente en cualquier vaso de agua la figura de un cuerpo liquido dentro del vaso, tal como yo quiera, y [ver que] a pesar de que tal cuerpo liquido está presionado en su superficie perpendicularmente y por todos lados por el agua circundante, todo en él permanece en reposo. Y por lo demás, es posible también probar a priori que ello debía ser así. Por consiguiente, en la superficie de todo fluido está contenida una atracción que suscita movimiento y que, por ende, actúa a distancia[84]. Cuando el calor se disipa (o forma) rápidamente, por un fenómeno natural de tipo eléctrico, toman estas gotas en un instante una forma rígida, denominándose entonces granizo.

En el contacto de materias fluidas, pero de menor densidad, con superficies más densas —p. e. del agua con el vidrio— o al contrario de materias fluidas más densas con recipientes de menor densidad —p. e. del mercurio fluido con el vidrio— es observable una atracción a distancia tal que, en el primer caso, se produce un ascenso del fluido por encima del nivel de agua del recipiente, y en el segundo un descenso por debajo de éste, a fin de dejar el máximo contacto posible del Huido con la materia y el mínimo con el espacio vacío. A esto se debe que el agua del vaso sea atraída por enXXI,249cima de la superficie horizontal, y en cambio el mercurio lo sea por debajo de ella; porque el vidrio, en comparación con el mercurio, puede representarse como un espacio vacío.

[a]Lisura, deslizabilidad, pulimentación: lubricitas[85].

El momento de movimiento de una materia en masa es la fuerza muerta de la presión. El movimiento en el instante de contacto con otro cuerpo, en determinada dirección, es fuerza viva: impacto. El movimiento de un Huido por contacto sucesivo de sus partes es fuerza muerta (presión). El movimiento de un cuerpo rígido por otro cuerpo de esta clase es fuerza viva (impacto).

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§ 10

… Ahora bien, si una tal Atracción, activa en la proximidad pero no por contacto y, consecuentemente, a distancia (y que Newton aceptó sólo como fenómeno producido por una causa quizá completamente distinta)[86], es tomada literalmente como hipótesis explicativa del estado del fluido en los tubos capilares, tal cosa se convierte en una acrobacia digna de fabricantes de sistemas físicos, y que no debería cargarse en la cuenta de ningún investigador de la naturaleza que se considere filósofo. Ocurre así cuando, p. e., [se cree que] el anillo de vidrio —piénsese tan pequeño como se quiera— que se encuentra por encima del agua en los tubos capilares hace subir a ésta por encima del nivel del recipiente hasta conseguir igualar su peso con la atracción. Pero a esto se opone el hecho de que, cuando ese capilar está completamente bañado en su interior, el agua, que tendría que permanecer adherida a él, no debería adherirse al anillo superior del vaso, formando una curvatura cóncava (según la Figura de la velaría), sino que debería hacerlo, con su peso, al agua que ha XXI,250bañado ya por completo el interior del tubo. Pero como todo fluido puede ser cambiado de sitio en su interior por acción de la más pequeña fuerza motriz, éste no puede dar ninguna otra superficie liquida que la encontrada en el mismo plano del agua en el tubo. Paralelamente a esta observación, el descenso interno del mercurio en el tubo por debajo del nivel de agua —considerado como fenómeno— debería explicarse por la repulsión que el tubo de vidrio ejerce sobre el mercurio, si se quisiera proceder aquí consecuentemente. Pero no se ve que sea necesario este tipo de explicación por acción a distancia, y la curvatura convexa puede también explicarse sin esto con seguridad, apelando sin más a la atracción interna de las partes del mercurio entre sí, mayor que la experimentada con el vidrio[87].

Pero ¿cómo se produce entonces de hecho la subida del agua en los tubos capilares? Justamente por la misma fuerza que hace que el agua y otras materias fluidas tiendan a tomar una forma globular; es decir, no por una fuerza muerta —la tracción o presión de las materias en contacto mutuo— sino por una fuerza viva, a saber: los impactos y trepidaciones de un elemento que penetra a todos los cuerpos; y el calor constituye una parte de los efectos de esta fuerza motriz.

En los tubos de vidrio, y por el contacto con éste, el agua se hace aún más fluida, a causa de las trepidaciones del éter, ya que toda trepidación está ligada a una mayor dilatación en volumen, de modo análogo a la dilatación producida por el calor. Esta trepidación de la película de agua, la cual tiende a comprimirse en la superficie en forma globular, debilita la atracción mutua de las partes del agua misma, mientras que acrecienta el contacto de ésta con el espacio vacío por medio del contacto con el vidrio. Y la trepidación de éste es superior a la de la película de agua. Tanto exterior como interiormente, pues, el agua que está en la película superior de los capilares ve impedido su contacto con éstos.

XXI,251Ahora hay que probar que todo calor, en tanto que causa de fluidez, es trepidación, y debilita la cohesión de las partes del fluido entre sí mientras que, por el contrario, hace más fuerte la cohesión con el recipiente a que el agua adhiere. Y a esto se debe que el agua suba, en contacto con el vaso, por encima de su nivel.

[a]Granizo.

Todo esto debe inferirse de la formación de una gota, a incluso de la concentración en forma esférica de una pompa de jabón.

Con la disipación del calor, el cuerpo rígido, unido por contacto con el fluido en virtud de la atracción propia de la materia fluida, produce en aquélla trepidaciones —como por fuerza viva—, lo cual aumenta el volumen de la materia sólida y disminuye la densidad. Y por esta razón se ve obligado el fluido a subir. La superficie se hace así cóncava, mientras que la de los más densos se hace convexa. Cuanto mayor sea la superficie[b] y el contacto con el espacio vacío, tanto mayor será la atracción a distancia, o sea, la tendencia a un contacto interno en forma globular. Una pompa de jabón comprime mediante esta tensión leí aire en ella contenido, a fin de constituir una gota, y estalla cuando alcanza el punto máximo de sutileza[88]. Toda fluidez es resultado de la trepidación producida por el calor. La rigidificación es una separación de las diversas materias, cada una de las cuales tiene su particular tipo de elasticidad, con vibraciones propias (vibrationes); cada una de estas materias, empero, actúa en la totalidad de su espacio interno, como cuando se tira a la vez al agua arena fina y gruesa y se producen círculos menores y mayores, que no se obstaculizan mutuamente al cruzarse en la superficie. Parte de estas materias está siempre latente, y tiene círculos menores de trepidación, de modo que sólo el calor libre que pertenece propiamente a cada una traba estas materias unas con otras. De la dilatación del agua al congelarse y, por el contrario, de la contracción de algunos fluidos[89]. Azufre, yeso, al solidificarse. ¿También el aire se congela?

De la fluidez

Toda materia fluida es, en todas sus partes internas, o repulsiva o activamente fluida, La atractiva es, o gloXXI,252bularmente fluida (como por ejemplo el agua o el mercurio), tendiendo cada una de sus partes, al estar separadas, a la esfericidad, o bien no tiene de suyo tendencia a adquirir una cierta configuración (figura), sino a inmiscuirse íntimamente en otras materias; así es representada, por ejemplo, la materia del calor, en la cual no es pensada de suyo una cierta conformación y delimitación sino sólo una mayor o menor difusión por todas partes.

Un fluido originariamente expansivo no sería por tanto tal fluido, como ocurre con el aire, elástico sólo por mediación del calor. Pero el calórico mismo no puede ser tal fluido primitivo, pues en ese caso debería poder ponerse de suyo en un cierto volumen, lo cual se contradice con su concepto, según el cual lo consideramos sólo como inherente a otra materia, no subsistente de suyo y separadamente; [inhiere, en efecto] a la materia que posee un cierto quantum de calor. De lo contrario, al ser meramente expansiva y no estar ligada a otra, esta estofa se dispersaría en el infinito, quedando así vacío todo espacio.

[a]La materia del calor es una estofa que hace expansiva a otra materia, aunque ella misma no se encuentre expandida en el espacio libre; pues de otro modo haría falta aún otra materia calórica que la expandiera.

Pero por qué deba haber un fluido elástico originario es algo que sólo puede encontrarse en la idea de una materia primitiva que, al llenar activamente el espacio cósmico, no es concebida con otra propiedad que la de un perpetuo movimiento oscilatorio (vibrado, vndulaXXI,253tio), que ejerce atracción a distancias infinitas, así como repulsión en la más pequeña proximidad, y que por tanto no tiene peso (pues, ¿hacia dónde pesaría la materia que llena el entero espacio cósmico, y hacia dónde sería llevada al moverse?), pero que lleva a unificarse en configuraciones corpóreas a las materias ponderables que se encuentran en este espacio, mediante sus impactos como fuerza vida. De ella depende la presión, como fuerza muerta, en la cohesión de los cuerpos.

Esta materia originariamente elástica es, pues, el ÉTER: una cosa hipotética que la razón debe, con todo, captar para llegar a un fundamento supremo de los fenómenos del mundo de los cuerpos. Ahora bien, ya que es preciso pensar un comienzo de todos los movimientos y de las configuraciones de ellos surgidas (aun cuando no se tratase justamente del comienzo primero de todos los sistemas, esto es: del comienzo absoluto del mundo), tal inicio deberá ser puesto en la atracción interna de este éter y en el movimiento acelerado de confluencia en un espacio más restringido, con la repulsión resultante, que lleva [a la materia] a extenderse más allá de la media de su densidad en reposo; esto es, [debe ponerse] en tales sacudidas y vibraciones internas.

Por lo que sigue se verá que estas sacudidas, en cuanto efecto de una fuerza viva, no pueden ser derivadas de la presión y la tracción, que son fuerzas muertas en el contacto, remitiendo por consiguiente a la configuración del fluido globular, que es la causa de aquel efecto, lo cual confiere, incluso, realidad a este hipótesis ideal.

[a]El capilar internamente bañado es atraído hacia arriba por el agua de encima con tanta fuerza como lo es hacia abajo por la inferior, permitiendo únicamente que la columna de agua no pueda variar de lugar en el vidrio, pero sí en el agua.

Del ascenso de la humedad en los tubos capilares de los vegetales, en forma de vapor.

XXI,254De una causa que haga disminuir inmediatamente la elasticidad del aire, y de un elaterómetro[90] de mercurio a construir en base a ello.

De un fluido capaz de formar gotas, a diferencia de otro incapaz de ello.

La producción de una gota (agua o mercurio) precisa de fuerza viva, no siendo posible por mera presión. La fuerza viva consiste en la vibración del éter y de sus fuerzas repulsivas por impacto; por tanto, no por presión[91]. La tracción, fuerza de aproximación casi por contacto, no debe ser admitida.

La cohesión de las partes de un fluido, así como la de las partes de un cuerpo sólido, es efecto de una fuerza viva de la materia cósmica.

Todos los fluidos capaces de formar gotas, entre los cuales hay que contar también a los metales fundidos, son una mezcla de distintos tipos de materia, específicamente distintos según su peso, constituyendo sin embargo un continuum al penetrar cada uno a los demás, guardando cada una de estas materias su vibración específicamente propia. Si el calor disminuye, esto es: la vibración del éter, estas materias se separan específicamente unas de otras, pero sólo por relaciones locales internas, como las cuerdas diversamente tensas o los colores a la luz del sol, formando fibras, láminas y bloques.

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§ 11

De la fluidez y solidez de la materia.

[a]Formación de un cuerpo

A. De la fluidez

Fluida es una materia que no impide el desplazamiento interno de sus partes. Aquélla que sí lo hace es la materia sólida, o rígida (materia rigida). La materia fluida es o expansivamente fluida (no oponiéndose, pues, en nada al desplazamiento de las partes), como p. e. el aire, o atractivamente fluida, que se opone al XXI,255desplazamiento sólo en la superficie de la materia (en el contacto con el espacio vacío). Esta última es la materia fluida capaz de formar gotas, p. e. agua, mercurio, etc. Las gotas son cuerpos de materia fluida que no se deshacen por su propio peso al estar sobre una materia sólida que no los atraiga (p. e. espolvoreada con semillas de licopodio), pero que, al intentar conservar su figura, o sea su forma globular, mediante atracción interna, tienden a achatarse, como sucede en los sólidos elásticos, rebotando también, cuando caen de poca altura, como cuerpos sólidos. Dejando aparte este último fenómeno; si se piensa un cuerpo líquido —sea cual sea su tamaño y figura— flotando en el aire, tomaría siempre, por la atracción de su partes en la superficie, la forma de una gota, tan grande como se quiera.

§ 12

Aquello que actúa inmediatamente en los más intimo de toda materia, dilatándola, y que tiene por ello fuerza expansiva, aunque produzca también la atractiva de la fluidez de la materia, es el calor; pensar para éste una estofa particular omnipenetrante es ahora algo aceptado universalmente como la hipótesis más apta para explicar los fenómenos.

Según esta hipótesis, el calórico es un fluido omnidifuso, que dilata los cuerpos en su interior, y que no subsiste para sí solo, sino que se adhiere a los demás, y cuyas fuerzas repulsivas no pueden ser derivadas de su elasticidad originaria, pues para tener un fluido elástico se precisa de calor, que es lo que hace elásticas a todas las materias, a la vez que permite también su enlace en un todo continuo.

XXI,256[a]Si se piensa una estofa cósmica omnidifusa y omnipenetrante que, al principio de todas las cosas, a causa de la atracción cósmica originaria (gravitación) diera comienzo a la aproximación de los elementos para producir configuraciones de la estofa cósmica, pero también se acepta, al mismo tiempo, aquel Principio que hace a lo fluido elástico: calórico —o como se quiera llamarlo—, se tiene entonces la idea de un fluido (aunque meramente hipotético) difuso originariamente por el universo, que actúa por repulsión y a la vez por atracción, con la misma fuerza y frecuencia; fluido llamado ÉTER. Y como para todo movimiento hay que pensar siempre un comienzo, [el éter] debe tener como consecuencia sacudidas continuas, ininterrumpidas (vibrationes, vndulationes), provocadas por impacto —que condensa esta materia— y por contragolpe, que vuelve a su vez a dilatarla; de modo que este mismo éter, aun cuando no existiera otra materia en el mundo o estuviera ésta absolutamente disuelta, en sus distintas especies, en un único expansum uniforme, formarla ya —en virtud de su propia e interna atracción y repulsión— como una gran esfera, en la que la luz y el calor no deberían ser consideradas como dos especies de materia, sino como las dos modificaciones superiores de una materia única (el éter).

Los fenómenos de fluidez, por consiguiente, nunca pueden ser explicados —ni sus leyes representadas de modo universal— sino presuponiendo ese fluido originario y su movimiento interno oscilatorio.

XXI,257 Pliego XIII, pág 1

(γ)[a]

B. Leyes de la fluidez

Son dos: en primer lugar, la del contacto de las partes del fluido meramente entre sí; en segundo, la del contacto de éstas con un recipiente no disuelto por la acción de ese fluido.

La primera fuerza motriz del fluido es, o la de la mera repulsión del fluido meramente expansivo, o la del atractivo; o bien de ambas, interactuando al mismo tiempo en el contacto.

El fluido meramente expansivo que puede estar contenido en recipientes (como p. e. el aire) no determina para sí mismo límite alguno, ni por tanto figura, y tiene mera fuerza superficial. El momento de velocidad de su dilatación es finito. La cantidad de materia en un mismo volumen puede ser tan pequeña, y su dilatación tan grande, como se quiera (sin peso); y el todo no tiene forma de cuerpo, que es de lo que aquí se trata, porque para ello se precisa del calórico, que contiene el fundamento de movilidad de todas las partes de una materia.

§ 13

El principio hidráulico de la fluidez en general (como se ha dicho en los Pr. Met. de la c. n., pág.)[92] es: con la misma fuerza que se presiona sobre un lado se tiene movimiento en cada uno de los otros lados; se basa en la elasticidad de todo fluido capaz de formar gotas, dado que hay que considerar a éste, no como un montón de pequeñas esferas sólidas, sino como el continuum de una materia expansiva. Vid. Gehler.

XXI,258Todo fluido es elástico, pues es fluido sólo por virtud del calor, que da fuerza expansiva a la materia. Pero no por ello es ésta elasticidad de dispersión, o sea, de eliminación de la fuerza atractiva, por cuya causa puede haber un fluido capaz de formar gotas, sino que sus partes cambian de posición mutuamente, por propia atracción, hasta alcanzar el contacto máximo entre sí y el mínimo con el espacio vacío, esto es: la redondez esférica. En cuanto fuerza superficial, esta atracción confiere a la gota (agua o mercurio), si ésta no es demasiado grande, una semejanza con la rigidez (como la de la hoja combada de una espada), de modo que las gotas de agua rebotan, como si fueran cuerpos sólidos elásticos, sobre una superficie cubierta de semillas de licopodio.

Que por lo demás el agua (y presumiblemente también todo otro fluido) sea una materia elástica es algo que ha sido directamente demostrado por medio de pruebas efectivas de su compresión.

[a]Se ve fácilmente que lo que el calórico sea propiamente en sí [es algo indecidible], pues es una cosa imponderable, incoercible, incapaz de admitir configuración y que penetra a toda materia. Como todos los cuerpos sólidos se calientan por fricción y percusión, pero no los fluidos, sin que se vea que esa estofa, que aumenta en el cuerpo calentado, sea extraída de otros cuerpos, es fácil colegir que todo calor debe estar, inevitablemente, en conexión con la vibración de las partes mínimas de la materia de un cuerpo y que, por consiguiente, el calor es capaz de un aumento meramente formal.

De los saltos de agua y la hidráulica.

De la hipótesis directa y subsidiaria[93].

XXI,259De la protestatio facto contraria, en la hipótesis de que no haya vida futura ni exista un Dios bajo el respecto práctico[94].

Por medio de la vibración del cristal es sacudida, y por tanto también rarificada y dilatada, el agua en el tubo capilar o entre dos láminas de vidrio, pues una materia puesta en vibración ocupa más espacio que otra en reposo. Que esta vibración no produzca ondas, como pasa al frotar un vaso, se debe a que la mano no entra en contacto con aquélla[95].

Todo fluido contiene un quantum de calor y por tanto un grado de vibración, que comunica al recipiente en que se encuentra; sólo que éste contiene impactos más o menos grandes de oscilación, según tenga mayor o menor tensión con respecto al fluido contenido.

Que en el fluido haya mezclas de muchas clases, presentes en otros tantos medios de disolución, cada uno de los cuales penetra al todo —y por tanto, se penetran todos entre sí—, conservando cada uno, empero, su particular tensión y tono; todos ellos son mezclados por el calor [convirtiéndose] en uno[96]. Con la pérdida del calor se concentran los elementos sueltos y se unen en fibras, láminas y bloques, pero de tal modo que cada lámina está separada de las otras por calórico.

§ 14

Ahora bien, la propiedad elástica del fluido (aquí, del agua) sirve sólo para la hidrostática, doctrina de la fuerza de sustentación de un cuerpo líquido, o de otro que ocupe su lugar en el agua, de modo que parece perder en ella su propio peso, en cuyo caso el momento de caída de este cuerpo es el mismo; y cuando la presión es establecida, mediante tubos, en sentido inverso, proporciona igualmente en un instante sólo el momento de velocidad de subida, no una velocidad finita de su movimiento.

El Principio de la hidráulica es: «Por la presión de su propio peso, el agua vuelve a subir, en movimiento libre, hasta la altura del depósito, con velocidad inicial XXI,260igual a la que alcanzaría un cuerpo al caer de esa altura»[97]. Por consiguiente, al salir por una apertura del fondo —de radio insignificante, en comparación con la altura— el agua, a causa de la presión con que circunda esa apertura, deberá alcanzar esa misma velocidad, haciendo omisión del aumento debido a la caída libre.

La presión del agua, que hace salir a ésta en chorro, tiene lugar —en un fondo simplemente agujereado— no en la dirección de la gravedad, sino lateralmente con relación a la vertical de ésta[98]:

La materia del calor es incoercible, pues penetra a todo cuerpo, aunque con mayor o menor resistencia. También a eso se debe que sea imponderable.

§ 15

Toda fluidez está basada en la trepidación de una materia en el interior de todas sus partes (motus tremulus)[99].

Pues toda materia fluida lo es sólo a causa del calor, que la fluidifica; no podría ser éste, empero, omnipenetrante y dilatador si no contuviera un movimiento inXXI,261terno de repulsión de todas sus partes, alternándose continuamente con la atracción de éstas (motus oscillatorius), porque sin atracción se dispersarían, y sin repulsión mutua se solidificaría. Por eso [el éter] sería también atractivo, a fin de constituir un todo[a] continuo, aunque sus partes no se solidificarían mutuamente: estas dos exigencias juntas sólo pueden encontrarse en el estado de trepidación interna (motus tremulus), en el cual ocupa la materia un espacio mayor del que le corresponde en reposo, sin dispersarse, mientras que, en cambio, las partes se aproximan mutuamente más de lo que permitiría, en estado de reposo, la fuerza expansiva; por eso la fluidez de la materia debe ser un estado[b] concebido en rápido cambio continuo de repulsiones y atracciones de contacto (motus oscillatorius).

Ahora bien, cabe tomar como mera hipótesis esta explicación de la modificación de la materia por el calor como causa de fluidez; pero es difícil poderla evitar, así como esperar otras explicaciones verosímiles de esos fenómenos.

§ 16

De la naturaleza de las materias fluidas, según lo que de ellas pueda inferirse a partir de experimentos con tubos capilares.

En tubos estrechos o, con el mismo resultado, en láminas de vidrio inclinadas en ángulo agudo, el agua sobrepasa la altura de la superficie del agua en que el tubo está inmerso, y tanto más cuanto más cercanos estén entre sí los puntos opuestos del vaso que atrae al agua. Atraída así por el vaso, el agua pierde por ello parte de su peso y, si confluyen las pequeñas elevaciones de las partes opuestas del vaso, rebasa el nivel de agua del recipiente. ¿Cuál es la causa de esto?

XXI,262No puede ser sino ésta: el agua, allí donde está en contacto con el vidrio —y en virtud del movimiento oscilatorio por el que el calor produce en general la fluidez del agua—, en el punto de contacto con el vidrio, y en sus proximidades, se convierte en un fluido de especie más ligera[100], y por eso se eleva por encima del nivel del agua, o sea en el tubo, conforme a la ley ya señalada: que una materia cuyas partes están interiormente en movimiento oscilatorio (motus concussionis), que cabe considerar como continuo, ocupa más espacio —haciéndose, por tanto, de especie más ligera— que la situada a mayor distancia de aquella superficie más densa[a]; esa materia se ve pues elevada, o por las columnas de agua que se encuentran dentro, o por el agua del recipiente, fuera del tubo.

[b]De acuerdo con la explicación habitual de la capilaridad, el agua se adhiere a un cuerpo sólido, a saber, al anillo de vidrio que está por encima del nivel del agua en el tubo. Ahora bien, el capilar puede ser bañado completamente, sumergiéndolo más profundamente y en vertical en el fluido, y sin embargo, cuando se le vuelve a llevar a la altura inicial, el liquido permanece al nivel anterior, aunque ahora no debería estar ya adherido al anillo de vidrio en cuanto cuerpo sólido, sino al agua que baña el interior del tubo. Esto último, empero, y según las condiciones arriba indicadas, no puede suceder, ya que el agua cambia de posición en el agua por su propio peso, y por tanto debería descender hasta la superficie horizontal fuera del tubo.

Pág 4

El modo habitual de explicar esta subida del agua en un capilar consiste en admitir que el anillo de vidrio que está por encima hace subir el nivel de agua a tanta altura como lo permite el peso de la columna interior de agua. Pero este tipo de explicación se equivoca en dos puntos: 1) que de ese modo se admite una hipótesis XXI,263muy arriesgada, a saber: la de la atracción del vidrio a distancia; 2) que, aun admitiendo esa hipótesis, queda sin explicar a qué se debe que el agua del tubo permanezca en suspensión por encima del nivel de agua en el recipiente externo.

Si, pues, sumergís este capilar, primero, tan profundamente en el recipiente que quede bañado en su interior por completo, el vidrio permanecerá, ciertamente, bañado en su interior; pero ello no impedirá que, dentro de este vidrio bañado, el agua deba descender a causa de su peso hasta el nivel del recipiente, porque las partes del agua (según los Pr. Met. de la c. n., pág.)[101] cambian mutuamente de posición con una fuerza minima, y consecuentemente, con un mínimo de peso, de modo que el agua debería descender siempre en los capilares en virtud de su propia gravedad. La causa de este fenómeno no puede ser, pues, otra que la rarefacción del agua por las colisiones en su interior, producidas en general por el calor —cosa precisa en todo fluido—. Y esa causa está en conformidad con las leyes generales de la hidrodinámica[*] [102] [103].

También puede establecerse esta prueba de modo indirecto. Si, en efecto, la causa de la subida en los capilares se debiera a la atracción que el agua ejerce internamente en el recipiente [interrupción].

XXI,264[a]Vis mortua, vis vitalis, vis vivifica: fuerza muerta, viva, vital, vivificante.

a) del momento del movimiento; b) del impacto; c) de la organización; d) de la espontaneidad (de arbitrio). Animati. Cuando se suprime la presión, la elasticidad del agua no es mayor que la atracción [ejercida] para volver a ocupar el espacio anterior. No sirve, pues, para explicar la salida violenta [Sprung] del agua del tubo.

En la apertura del fondo de un recipiente se ejerce tan sólo una presión horizontal, igual a la ejercida por la columna de agua contra el fondo; una película de agua infinitamente sutil que, comprimida, origina un chorro de agua [Wasserstrahl] de momento de peso superior a aquélla. Ahora bien, un momento no puede producir ningún movimiento con una cierta velocidad sino en un cierto tiempo. El momento del movimiento horizontal estará, pues, respecto al momento de gravedad, en razón inversa de ¼ de diámetro de la apertura circular respecto a la altura de la columna de agua, porque la velocidad del flujo de agua, producida por la presión [interrupción].

El impacto de un cuerpo de velocidad finita determinada (p. e.: el de un perdigón contra la tierra) es infinito en comparación con el movimiento en un momento, como es la presión, esto es, el peso; la fuerza motriz de una materia que fluye con la misma velocidad es igual a un momento de movimiento de un cuerpo (a un peso); es sólo una presión, o sea fuerza muerta, igual a un peso. La elasticidad del agua, que debe asumirse en vista de los fines de la hidrostática, ha de entenderse sólo como la que proporciona al agua una tendencia a volver a su estado natural tras la compresión y a tomar su anterior volumen; no a rebotar [springen], sino a actuar del mismo modo en todas direcciones.

Legajo quinto, pliego I, pág. 4

(δ)[a]

XXI,503… El pulsus, es decir, la alternante atracción y repulsión de la materia del espacio cósmico (attractio et repulsio), [es lo] que proporciona el concepto de un calórico omnidifuso que agita incesantemente a la materia cósmica; es una fuerza viva, distinta de la represión y de la contrapresión, con las cuales todo queda en reposo. Reusch[104].

Todo fluido es, o capaz de formar gotas, o aeriforme; en ambos casos, ponderable y coercible. O bien no es ninguna de estas cosas, sino una materia a la que sólo negativamente puede atribuirse fluidez.

Las pulsaciones son de dos clases: I) la que siempre se propaga en línea recta; 2) la que se difunde en todas direcciones. Calor y luz.