Seguridad
Le obsesiona la seguridad: hizo cambiar puertas y ventanas de su casa, la llenó de rejas, y rodeó su patio con altísimas vallas y alambre de espinas. Compró perros de presa, hizo instalar alarmas, y dotó su vivienda de sensores, trampas y cámaras espía. Por las noches, en el salón, intenta leer, pero necesita controlar en los monitores que todo sigue bien. En ocasiones tiene el sentimiento vago de que el peligro habita ya en la casa, y registra entonces armarios y alcobas. Con el revólver en la mano, vigilando ante la puerta, ahoga en alcohol las ganas de suicidarse.
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05/09/2009