Días después, la piedra se abre: de su interior sale una cría
de dragón. Cuando Eragon la toca, le aparece una marca en la palma
de la mano y se crea un vínculo inquebrantable entre la mente de
ambos, lo que convierte al chico en uno de los legendarios Jinetes
de Dragón. Llama a su dragón Saphira, en recuerdo de un dragón que
mencionaba el cuentacuentos del pueblo.
Los Jinetes de Dragón fueron creados miles de años antes,
tras la devastadora guerra entre elfos y dragones, con el fin de
evitar que las dos razas volvieran a luchar entre sí. Los Jinetes
se convirtieron en guardianes de la paz, educadores, sanadores,
filósofos naturales e insuperables hechiceros, ya que el estar
vinculados a un dragón les daba el poder de efectuar hechizos. Bajo
su guía y su protección, la Tierra vivió una edad
dorada.
Al llegar los humanos a Alagaësia, se les incorporó a esta
orden de élite. Tras muchos años de paz, los belicosos úrgalos
mataron al dragón de un joven Jinete humano llamado Galbatorix. La
pérdida le hizo enloquecer; cuando sus ancianos se negaron a
conseguirle un nuevo dragón, Galbatorix se propuso acabar con los
Jinetes.
Robó otro dragón, al que llamó Shruikan, y le obligó a
servirle tras recurrir a la magia negra. Luego consiguió reunir a
un grupo de trece traidores: los Apóstatas. Con ayuda de estos
crueles seguidores, Galbatorix atacó a los Jinetes; mató a su
líder, Vrael, y se autoproclamó rey de Alagaësia. Sus campañas
obligaron a los elfos a retirarse a su bosque de pinos y a los
enanos a ocultarse en sus túneles y cuevas, y desde entonces
ninguna de estas dos razas se atreve a salir de sus guaridas
secretas. La situación de tablas entre Galbatorix y las otras razas
se ha prolongado cien años, tiempo durante el cual los Apóstatas
han ido muriendo por diversas causas. Eragon se encuentra de pronto
implicado en esta tensa situación política.
Varios meses después de que Saphira saliera del cascarón, dos
extraños de aire siniestro y con aspecto de escarabajo, los Ra'zac,
llegan a Carvahall, en busca de la piedra que en realidad era el
huevo de Saphira. Eragon y su dragón consiguen escapar de ellos,
pero no pueden evitar que destruyan la casa de Eragon y maten a
Garrow.
Eragon jura encontrar y matar a los Ra'zac. Cuando se dispone
a dejar Carvahall, Brom, el cuentacuentos, que sabe de la
existencia de Saphira, se ofrece a acompañarle. Le entrega a Eragon
una espada roja de Jinete de Dragón, Zar'roc, aunque se niega a
decirle cómo la ha conseguido.
El chico aprende mucho de Brom durante sus viajes, entre
otras cosas cómo luchar con la espada y cómo usar la magia. Cuando
pierden el rastro de los Ra'zac se dirigen al puerto de Teirm y van
a ver a Jeod, viejo amigo de Brom, del que éste dice que podría
ayudarlos a localizar la guarida de los Ra'zac. En Teirm se enteran
de que éstos viven en algún lugar próximo a la ciudad de DrasLeona.
Por otra parte, una curandera, Angela, le lee el futuro a Eragon, y
su compañero, el hombre gato Solembum, le da dos curiosos
consejos.
De camino a Dras-Leona, Brom le revela que es miembro de los
vardenos, un grupo rebelde que lucha por derrocar a Galbatorix, y
que estaba oculto en Carvahall a la espera de que apareciera un
nuevo Jinete de Dragón. Veinte años antes, Brom había participado
en el robo del huevo de Saphira de manos de Galbatorix, acción en
la que había matado a Morzan, primero y último de los Apóstatas.
Sólo existen otros dos huevos de dragón, y ambos están en posesión
de Galbatorix.
En Dras-Leona se encuentran con los Ra'zac, que hieren
mortalmente a Brom mientras éste protege a Eragon. Un joven
misterioso llamado Murtagh ahuyenta a los Ra'zac. Agonizante, Brom
confiesa que él en su tiempo también fue Jinete y que su dragón,
muerto en combate, también se llamaba Saphira.
Eragon y Saphira deciden unirse a los vardenos, pero el chico
es capturado en la ciudad de Gil'ead y conducido ante Durza, un
malvado y poderoso Sombra al servicio de Galbatorix. Con la ayuda
de Murtagh, Eragon consigue escapar de la prisión, llevándose
consigo a la elfa Arya, otra prisionera de Durza y que es
embajadora ante los vardenos. Arya ha sido envenenada y necesita
tratamiento médico.
Perseguidos por un contingente de úrgalos, los cuatro se
dirigen a toda prisa hacia el cuartel general de los vardenos, en
las enormes montañas Beor, de más de 15.000 metros de altura. Las
circunstancias obligan a Murtagh -que no quiere unirse a los
vardenos- a revelar que es hijo de Morzan. Murtagh, no obstante,
reniega de la maldad de su padre muerto; si ha viajado a la corte
de Galbatorix era para buscar su propio destino. Le cuenta a Eragon
que en otro tiempo la espada Zar'roc perteneció al padre de
Murtagh. Momentos antes de sucumbir ante el aplastante ataque de
los úrgalos, Eragon y sus amigos son rescatados por los vardenos,
que viven en Farthen Dür, una montaña hueca en la que también se
encuentra la capital de los enanos, Tronjheim. Una vez en su
interior, Eragon conoce al rey de los enanos, Hrothgar, y a la hija
de Ajihad, Nasuada, y es puesto a prueba por los Gemelos, dos
desagradables magos al servicio de Ajihad. Eragon y Saphira también
bendicen a un bebé huérfano de los vardenos. Por otro lado, los
médicos curan a Arya del envenenamiento.
La tranquilidad de Eragon se ve interrumpida con las noticias
de que un ejército de úrgalos se acerca por debajo, usando los
túneles de los enanos. En la batalla que sigue, Eragon se ve
apartado de Saphira y obligado a luchar contra Durza en solitario.
Durza, mucho más fuerte que cualquier humano, derrota sin problemas
a Eragon: le raja la espalda desde el hombro hasta la cadera. En
ese momento, Saphira y Arya atraviesan el techo de la sala -un
zafiro estrellado de veinte metros- distrayendo lo suficiente a
Durza para que a Eragon le dé tiempo a apuñalarle en el corazón.
Liberados de los conjuros de Durza que los tenían sometidos, los
úrgalos retroceden.
Mientras Eragon yace inconsciente tras la batalla, un ser que
se identifica como Togira Ikonoka, «el Lisiado que está Ileso»,
comunica con él telepáticamente y le apremia a que vaya a
encontrarse con él en Ellesméra, la capital de los elfos, para
recibir instrucción.
Al despertar, Eragon tiene una enorme cicatriz en la espalda.
Decepcionado, se da cuenta de que ha conseguido acabar con Durza
por pura suerte, y que necesita desesperadamente un mayor
aprendizaje. Al final del primer libro, decide que irá en busca de
ese tal Togira Ikonoka y aprenderá de él.
Eldest empieza tres días después de que Eragon matara a
Durza. Los vardenos se están recuperando de la batalla de Farthen
Dür, y Ajinad, Murtagh y los Gemelos han estado dando caza a los
úrgalos que han escapado por los túneles situados bajo Farthen Dür
tras la batalla. En un ataque sorpresa por parte de un grupo de
úrgalos, Ajihad muere y Murtagh y los Gemelos desaparecen. El
consejo de ancianos de los vardenos nombra a Nasuada como sucesora
de su padre y nueva líder de los vardenos; Eragon le jura fidelidad
y vasallaje.
Eragon y Saphira deciden marcharse a Ellesméra para iniciar
su aprendizaje con el Lisiado que está Ileso. Antes de partir, el
rey enano, Hrothgar, se ofrece a adoptar a Eragon en su clan, el
Dürgrimst Ingeitum, y el chico acepta, lo que le da todos los
derechos como enano y le permite participar en sus asambleas. Arya
y Orik, el hijo adoptivo de Hrothgar, acompañan a Eragon y a
Saphira en su viaje hasta la tierra de los elfos. Por el camino se
detienen en Tarnag, una ciudad de enanos. Algunos de ellos se
muestran acogedores, pero Eragon observa que, para un clan en
particular, él y Saphira no son bienvenidos: los Az Sweldn rak
Anhüin, que odian a los Jinetes y a los dragones debido a las
numerosas muertes causadas por los Apóstatas entre los de su clan.
La compañía llega por fin a Du Weldenvarden, el bosque de los
elfos. En Ellesméra, Eragon y Saphira se presentan ante Islanzadí,
reina de los elfos, y se enteran de que es la madre de Arya.
También conocen al Lisiado que está Ileso: un antiguo elfo llamado
Oromis. Él también es Jinete. Oromis y su dragón, Glaedr, han
ocultado su existencia a Galbatorix durante los últimos cien años,
y en ese tiempo han estado buscando un modo de
derrocarlo.
Antiguas heridas impiden luchar tanto a Oromis como a Glaedr:
a éste le falta una pata, y el primero, que fue capturado y
torturado por los Apóstatas, es incapaz de controlar la magia en
grandes cantidades y tiene tendencia a sufrir ataques que lo dejan
muy debilitado.
Eragon y Saphira empiezan su entrenamiento, tanto juntos como
por separado. El aprende la historia de las razas de Alagaësia,
esgrima y la lengua antigua, y descubre que cometió un terrible
error cuando él y Saphira bendijeron a la niña huérfana de Farthen
Dür: quiso decir: «Que te veas protegida ante la desgracia», pero
en realidad lo que dijo fue: «Que te conviertas en protectora de la
desgracia», de modo que maldijo a la niña a proteger a los demás de
todo dolor y desgracia.
Saphira aprende rápido de Glaedr, pero la cicatriz que lleva
Eragon a resultas de su enfrentamiento con Durza ralentiza su
aprendizaje. La marca de la espalda no sólo le desfigura, sino que
cuando menos se lo espera le incapacita y le provoca dolorosos
espasmos. No sabe cómo mejorar como mago y espadachín si han de
seguir esas convulsiones.
Eragon empieza a notar que siente algo por Arya. Se le
confiesa, pero ella le rechaza y muy pronto parte de regreso a la
ciudad de los vardenos.
Entonces los elfos celebran un ritual conocido como Agaetí
Blodhren, o Celebración del Juramento de Sangre, durante el cual
Eragon sufre una transformación mágica; se convierte en un híbrido
entre elfo y humano: ni una cosa ni la otra. De este modo, su
cicatriz queda curada y adquiere la misma fuerza sobrehumana que
tienen los elfos. Sus rasgos también quedan algo alterados y su
aspecto tiene algo de elfo.
En esa época llega a oídos de Eragon la noticia de que los
vardenos están a punto de iniciar la guerra contra el Imperio y que
los necesitan urgentemente a él y a Saphira. En el tiempo que
Eragon ha estado lejos, Nasuada ha trasladado la ciudad de los
vardenos de Farthen Dür a Surda, país al sur del Imperio que se
mantiene independiente de Galbatorix.
Eragon y Saphira parten de Ellesméra, junto con Orik, después
de prometerles a Oromis y Glaedr que volverán para completar su
formación en cuanto puedan.
Mientras tanto, Roran, el primo de Eragon, ha vivido sus
propias aventuras. Galbatorix ha enviado a los Ra'zac y a una
legión de soldados imperiales a Carvahall para capturar a Roran y
poder usarlo contra Eragon. Sin embargo, el chico consigue escapar
por las montañas cercanas. Junto a otros habitantes del pueblo,
intenta ahuyentar a los soldados. Muchos de sus compañeros mueren.
Sloan, el carnicero del pueblo -que odia a Roran y se opone a su
noviazgo con su hija, Katrina-, traiciona a Roran y lo entrega a
los Ra'zac; estas criaturas con aspecto de escarabajo se lanzan
sobre él en su dormitorio, pero Roran escapa, a duras penas. Sin
embargo, capturan a Katrina. El chico convence al pueblo de
Carvahall para que abandone el poblado y busque refugio con los
vardenos, en Surda. Inician la marcha hacia el oeste por la costa,
con la esperanza de poder embarcar allí en dirección a Surda. Roran
demuestra sus habilidades como líder, conduciéndolos a través de
las Vertebradas hasta la costa. En el puerto de Teirm encuentran a
Jeod, que le cuenta a Roran que Eragon es un Jinete y que les
explica lo que buscaban los Ra'zac en su primera incursión en
Carvahall: a Saphira. Jeod se ofrece a ayudar a Roran y a sus
compañeros a llegar a Surda, y le explica que, una vez estén a
salvo con los vardenos, el chico podrá pedir a Eragon que le ayude
a rescatar a Katrina. Jeod y los paisanos de Roran roban un barco y
parten en dirección a Surda.
Eragon y Saphira llegan con los vardenos, que se preparan
para la batalla. Allí él se entera de lo que ha sido del bebé al
que bendijo erróneamente: se llama Elva y, aunque por edad sigue
siendo un bebé, tiene el aspecto de una niña de cuatro años y la
voz y el aspecto de un adulto hastiado de la vida. El hechizo de
Eragon le obliga a sentir el dolor de toda la gente a la que ve y a
protegerlos; si se resiste, sufre más.
Eragon, Saphira y los vardenos parten al encuentro de las
tropas del Imperio en los Llanos Ardientes, una vasta extensión de
tierra abrasada y humeante a causa de los fuegos subterráneos.
Asombrados, ven llegar a otro Jinete a lomos de un dragón rojo. El
nuevo Jinete mata a Hrothgar, el rey enano; después empieza a
luchar con Eragon y Saphira. Cuando Eragon consigue arrancar el
casco al Jinete, observa, sorprendido, que se trata de
Murtagh.
Murtagh no había muerto en la emboscada de los úrgalos. Los
Gemelos lo arreglaron todo; son traidores que habían planeado la
emboscada para matar a Ajihad y poder capturar a Murtagh y llevarlo
hasta Galbatorix. El rey ha obligado a Murtagh a jurarle lealtad en
el idioma antiguo. Ahora Murtagh y su dragón recién nacido, Espina,
son esclavos de Galbatorix. El sostiene que ha jurado fidelidad al
rey, aunque Eragon le ruega que abandone a Galbatorix y que se una
a los vardenos. Murtagh supera a Eragon y a Saphira con una
inexplicable exhibición de fuerza. No obstante, decide liberarlos
en honor a su antigua amistad. Antes de irse, Murtagh despoja a
Eragon de Zar'roc, y afirma que es su legítima herencia como hijo
mayor de Morzan. Luego revela que no es el único hijo de Morzan:
Eragon y Murtagh son hermanos, hijos de Selena, la consorte de
Morzan. Los Gemelos han descubierto la verdad al examinar los
recuerdos de Eragon el día en que llegó a Farthen
Dür.
Aún tambaleante tras la revelación de Murtagh sobre su
parentesco, Eragon se retira con Saphira, y por fin llegan con él
Roran y los habitantes de Carvahall, que han alcanzado los Llanos
Ardientes justo a tiempo para ayudar a los vardenos en la batalla.
Roran ha luchado heroicamente y ha conseguido matar a los
Gemelos.
Finalmente, Roran y Eragon aclaran los malentendidos sobre la
responsabilidad de éste en la muerte de Garrow. Eragon jura ayudar
a Roran a rescatar a Katrina de manos de los Ra'zac.