[PARA MAX PICARD]
Henos de nuevo aquí con los espejos:
uno allí, y atrapamos;
y otro aquí, sin haber dado noticia,
mas también atrapando, y el reflejo
concuerda con nosotros a lo lejos.
Esta pura imagen alcanzando a la otra
a través del fulgor del espejo.
Juego de la pelota para dioses.
Juego del espejo en el que tal vez tres,
tal vez nueve pelotas se cruzan
sin haber caído juntas
desde que el mundo tiene uso de razón.
Receptores que somos.
Viene invisible atravesando el aire y, sin embargo,
qué seguro el espejo intercepta esta imagen
(sólo llegada en ella), esta imagen
que sólo permanece mientras consideramos
la fuerza con que va a continuar y adonde.
Sólo eso. He ahí el por qué de aquella larga infancia,
de las inclinaciones, la miseria, la honda despedida:
eran sólo por eso. Pero vale la pena.
Muzot, noviembre de 1923