EL MAGO
Lo llama. Un sobresalto… ¡y allí está!
¿Quién pues? Lo otro: todo
aquello que él no es deviene ser.
Y el ser entero vuelve una mirada rápida
que es más que una mirada.
¡Oh mago, aguanta, aguanta! Crea equilibrio
y sobre la balanza no te muevas,
para que en un platillo estéis la casa y tú
y sobre el otro aquel cuerpo emergido.
La decisión se toma. El vínculo se instaura.
Lo sabe: la llamada prevaleció sobre la negativa.
Pero su rostro, aguja sobre aguja,
señala medianoche. Ligado está él también.
Muzot, febrero de 1924