OTOÑO
Oh alto árbol de nuestro mirar que se deshoja:
ahora toca hacer frente al exceso de cielo
que irrumpe por en medio de sus ramas.
Colmado de verano, parecía hondo y tupido,
como casi pensándonos: era una cabeza familiar.
Ahora su adentro entero se convierte en
carretera del cielo.
Y el cielo no nos conoce.
A lo sumo: que cual el vuelo de algún pájaro
nos arrojemos por el vacío recién abierto
que nos rehúsa con el derecho del espacio,
ése que no conoce nada más que de mundos.
Nuestras ondas de tacto, sobre el borde,
buscan la relación y se consuelan
en lo Abierto ondeando cual banderas.
Mas el sentir añora la cabeza del árbol.
Muzot, finales de otoño de 1924