Arma 2: Seguros

¿Puedes evitar las cosas malas de la vida? No.

¿Puedes evitar que esos eventos te hagan pasar un mal rato? No.

¿Puedes lograr que ese mal rato, además de todo, te cueste dinero? Definitivamente.

Para eso son los seguros, para eliminar o disminuir el golpe a la cartera que los eventos inesperados de la vida te cobran.

La manera en que funcionan es simple: la persona que busca protegerse (o sea, la Cabrona y Millonaria, es decir, tú) paga una cantidad periódica a una compañía aseguradora (una prima mensual o anual) para que en caso de que el evento temido ocurra, pueda recibir una cantidad de dinero que le ayude hacer frente al imprevisto.

¿Quieres proteger tu salud? Pagas una prima a la aseguradora, generalmente anual, y en caso de que enfermes la compañía paga directamente los costos de los médicos y hospitales o te reembolsa el dinero que gastes en ellos.

¿Quieres proteger tu coche? A cambio de una prima, la compañía aseguradora te regresa una cantidad en caso de que te roben el coche o choques, o bien te paga determinado monto para arreglar o reponer el vehículo o cubrir los daños que hayas causado.

Cierto, comprar un seguro no es exactamente barato. Las primas, particularmente contra cierto tipo de eventos y en ciertas circunstancias, pueden ser caras (¡para cuántas cosas más podrías usar ese dinero!), pero son una ganga si las comparas con el enorme precio de un evento inesperado, llámese un accidente de coche, una enfermedad o la muerte del jefe de la familia.

¿Qué seguros necesitas? En el mundo de hoy puedes asegurar prácticamente todo. Dicen que Heidi Klum tiene aseguradas sus piernas por dos millones de dólares (¿en caso de que se las roben?, ¿de qué se lastime con la rasuradora?, ¿de que le salga celulitis?), pero es impráctico e irreal pensar que puedes asegurarte para absolutamente todos los eventos posibles de la vida. Dado que los seguros tienen un costo (las primas), es importante que elijas los seguros que realmente necesitas y que te van a proteger para poder aprovecharlos al máximo sin tener que desembolsar más de lo necesario.

Ésta es la lista, por orden de importancia, de los que debes tener. Es importantísimo que compares entre varias opciones de aseguradoras (todas ellas respetables, nada de elegir una aseguradora patito de la que nadie ha oído sólo porque promociona cosas extraordinarias) antes de tomar una decisión y comprar un seguro:

(Ojo: Los seguros son contratos financieros. Revisa muy bien la regla 7 para saber cómo contratar uno de la manera más asertiva e inteligente posible. Presta especial atención a leer y entender todas y cada una de las partes del contrato para no enfrentarte con sorpresas -“uy es que eso no estaba cubierto”- en un momento de histeria.)

1° Seguro de gastos médicos. El mundo médico de hoy no está hecho para la gente que no está asegurada. El costo de los médicos y de los tratamientos ha escalado de tal manera que solventar una enfermedad, particularmente si es larga, puede dejarte en la quiebra. Por eso es fundamental que tú (y todos los miembros de tu familia o tus dependientes económicos) cuentes con un seguro médico. En caso de que no te ofrezcan uno en el trabajo (ya sea de seguridad social o de medicina privada), debes contratarlo lo antes posible. Incluso si estás afiliada a una institución de seguridad social, puedes pensar en pagar por tu cuenta un seguro privado adicional para poder cubrir gastos o eventos extraordinarios.

Una buena idea es optar por el deducible más alto que puedas solventar (o sea, la cantidad que vas a tener que desembolsar en caso de un evento que te obligue a hacer uso del seguro) para que puedas tener una prima más baja.

2° Seguro de vida. Si tienes hijos o dependientes económicos a los que mantengas completamente o en parte, es indispensable que tengas un seguro de vida para que en caso de que tú llegaras a faltar sus necesidades económicas queden cubiertas. Cierto, no hay ninguna cantidad de dinero que compense la pérdida de un ser querido, pero es más cierto que las penas con pan son menos… Morir y dejar a tus hijos es una tragedia, dejarlos además en la ruina económica es doblemente trágico.

Es muy, pero muy, importante que si tu marido o tu pareja te mantiene (totalmente o aporta una parte importante del gasto de la casa), él también tenga un seguro de vida del que seas la beneficiaria para que, en caso de una tragedia, puedas salir a flote más rápidamente.

¿Qué tan grande debe ser este seguro? Idealmente, debes tener un seguro de vida que pague cinco veces tu salario anual, o sea, que si ganas $10 000 al mes ($120 000 al año), debes tener una póliza que pague por lo menos $600 000.

Muchos seguros de vida ofrecen además protección por invalidez, para que en caso de que la persona asegurada (tú o tu pareja, según sea el seguro) pierda la capacidad de trabajar por alguna enfermedad o accidente, pueda recibir una cantidad de dinero que le permita seguir viviendo y manteniendo a la familia.

3° Seguros para tus bienes. Podemos decir que los bienes materiales son secundarios, que realmente no nos importan, que no nos importaría prescindir de ellos… pero en el momento en que uno de ellos se pierde o se rompe o lo tenemos que reponer por alguna razón, ¡ay!, cómo nos duele la cabeza y la cartera.

Por eso es importante asegurar tus bienes. Esto podrá parecer misión imposible considerando la cantidad de cosas, tiliches y chácharas que almacenamos a lo largo de la vida: lo que compramos, lo que nos regalan y lo que, por alguna razón, aparece dentro de nuestras pertenencias.

¿Cómo definir cuáles son las cosas que tenemos que asegurar? (No puedes asegurar todos, sería ridículo e incosteable.) Los bienes que necesitas tener cubiertos son los que cumplen con dos requisitos: el primero es que estén expuestos a que algo malo les pase (los pierdas, se averíen, te los roben…); y el segundo es que, en caso de un incidente, el costo de reponerlos o repararlos sea alto, altísimo o altérrimo (o la suma de los tres).

Dentro de este grupo están, sobre todo, los automóviles, que para muchas personas son prácticamente indispensables en la vida moderna. Éstos son los bienes que debes tener asegurados. En caso de un robo o un choque, reparar o reponer un vehículo es extremadamente caro (¡el costo de una pequeña hojalateada es mayor que el de hacerte una cirugía plástica completa!).

Hay muchísimos tipos de cobertura en los seguros para proteger tu automóvil. Lo primero que debes procurar es tener un seguro que avale tu responsabilidad civil, o sea, los daños que puedas causar a terceros o a sus bienes con tu automóvil, y después buscar protección en contra de accidentes y de robo.

Nuevamente, en este tipo de seguros opta por tener el deducible más alto que puedas solventar (o sea, lo que tienes que pagar de tu bolsillo en caso de tener que usar el seguro) para que la prima (la cantidad mensual que pagas cada mes) sea la menor posible.

Cabrona y millonaria
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