ARMA 3: TESTAMENTO
Siempre que empiezo a hablar de testamentos, la gente se bloquea, voltea la hoja, cambia el tema o sufre un ataque de risa nerviosa… “Para qué pensar en la muerte si todavía me falta mucho por vivir”.
Espérate. No le des vuelta a la página, lee un poco más. Es por tabúes y temores que la mayor parte de nosotras omitimos hacer un testamento. No importa cuán modernas nos sintamos, seguimos pensando que planear para la muerte es poco sexy, innecesario, una manera de salarse el futuro (ni siquiera Blanca Nieves, que sabía que la Reina la estaba buscando para matarla, tuvo la consideración de hacer un testamento para no causar conflictos entre sus siete herederos enanos).
Pero la consigna es simple: si realmente quieres ser Cabrona y Millonaria en vida, por fuerza tienes que preocuparte por lo que va a pasar con tus bienes cuando estés en el cielo (o en el infierno, según qué tanto vuelo le hayas dado a la hilacha en el mundo terrenal).
Morir intestada lo único que hace es heredar problemas y conflictos a la gente que quieres (y no vas a estar ahí para ver cómo se desgañitan unos contra otros, ¡qué lástima!), darle a ganar un dineral a los abogados y hacer que lo mucho o poco que juntaste en vida pierda valor.
¡No hay pero que valga!
No importa si no tienes (todavía, porque estás en camino para conseguirlo) “mucho dinero”, o si piensas que eres muy joven (que siempre lo vas a ser… o por lo menos a parecer), o si crees tener a alguien de tu confianza que se encargará de darle buen uso a tus bienes en caso de que algo te llegara a pasar.
Necesitas tener un testamento porque tienes que asegurar que tus bienes pasen a manos de quien tú quieres que pasen, y porque en caso de que tengas hijos, tienes que asegurar su cuidado y bienestar.
Un testamento es un trámite sencillo, fácil de hacer ante un notario (que en mi experiencia son particularmente guapos y tienen una seriedad bastante atractiva) y que puedes cambiar y ajustar tantas veces como quieras.
No hay pretexto, hazlo hoy.
Vive como Cabrona pero procura que, cuando tú ya no estés, se acuerden de ti como Millonaria y precavida.
