DÍAS DE MANTA Y POESÍA
I
Cuando los lunes se vuelven sábado
la vida es un eterno domingo
de tardes desnudas,
donde hay llantos que arropan
la sombra de los atardeceres.
Y me zambullo en entonces,
donde disfrutaba montañas
que hoy son asfalto,
bajo un hormiguero de masas
que ayer era enjambre,
en humo de perdidas miradas
que antaño era aire,
añorando barricas de barro
donde quería envejecer.
II
De pronto apareces
y me escondo
en una efigie de bronce
que cubre mi espalda.
Me llamas, inerte, por mi nombre,
en una jaula de plumas,
donde una mano en la cara
es mi soga en el cuello,
y ese baile en los pies
tu rostro en mi cama.
Tus labios se vuelven
asueto de mis pasiones,
aljibe de besos
para mis noches en vela,
canela de lluvia
para este postre que llega,
sudor con aroma
a hojaldre en mis venas.
III
Dudo y…
me siento y…
te siento y…
me asomo de golpe
para golpearme duro
al calor de la brasa,
para enjuagar la garganta
mientras te trago,
profunda en boca, como los buenos vinos.
IV
Eres sonrisa que espolvorea luces
de cielo azul
en mis luces de pupilas de cielo,
volviéndome vivo,
a sentirme
en imágenes y nombres sin sentido,
a pensar
que estás al otro lado del lago
sentada en el río,
esperando latidos en la mañana
donde cada cuerpo
serás tú,
poesía de ritmo arco iris,
sólo tú.
V
Quiero que vueles
en el tango de las palabras,
que despegues tus alas
alegres en versos,
que para llanto y recuerdo,
decepción y asco
ya está el cubo de mi vida repleto.
VI
¡Que yo quise quererte!
pero no quisiste que te quisiera…
Y porque quiero seguir queriéndote
no tengo otra forma de hacerlo
que queriéndote en otra.
Otra de ocres y tierra,
de verdes y hiedra,
de rimas y leyendas.
Otra que no es otra que tú.