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Hay una mancha en la pared, cerca del suelo — ¿es sangre? La oscuridad no deja ver bien. En el techo hay telarañas, mugre, tal vez hollín. Las paredes están garrapateadas y por entre las lagunas de la humedad se pueden leer los letreros: «maMá tE QUiero mucHo PRUdeNcio» ¿Quién es Prudencio? ¿Dónde está ahora? Aparece otro: «Biva, Cuva Lire!!!» También más allá con perfecta ortografía está escrito sobre la pared un párrafo. Parece que lo han hecho con la punta de un gancho y quizá su autor sea una mujer: «La Tiranía toca a su fin. Lo sé porque las torturas aumentan. Cuando los asesinos sienten miedo su única expresión es la tortura». La última palabra ha sido preciso adivinarla, porque casi había sido borrada; pero quien la borró quería que, con trabajo, fuera posible leerla.
«Mami, no tengo miedo. Voy a morir y no tengo miedo.» (Esto está escrito a lápiz, con un letra fea pero decidida.) «HA LLEGADO EL TIEMPO DE LOS ¿No adivinan ustedes la palabra que falta? Algo — y cunde una sospecha temerosa —le impidió terminar. «CuERga eR 26». El autor quiso decir «Huelga el día 26». Hizo lo mejor que pudo y nadie sabe cuánto le costó escribir esta frase que al principio parece el discurso de un morón. «¡Viva Cuba Libre!» No queda otro remedio que pensar en un hombre maduro, que no ha querido sumarse a la causa de los jóvenes, pero que por ella ha sufrido prisión, sin duda torturas y acaso la muerte.
«Que alguien diga a mi mujer Felá que vive en Pasaje Romay 15 la habitación no recuerdo que su marido Antonio fue torturado y que murió como un hombre Antonio Pérez.» Hay un dibujo obsceno y una palabra encima, terrible: «Batista». Otro ha querido describir las torturas y ha hecho un garabato.
Si hubiera más luz se podrían leer los demás mensajes. Pero los que hay bastan. Ellos son la verdadera literatura revolucionaria.