AL LECTOR
Aunque quien ha corrido con los gastos de la primera impresión del presente Libro, por razones personales, no haya querido encabezarlo con dedicatoria ni prefacio alguno, he creído, no obstante, que no resultaría del todo inadecuado el poder decir cuán admirable esta obra puede llegar a ser: porque pese a llevar consigo el título de Libro Mudo, exhaustivamente todas las naciones del mundo, tanto los hebreos, griegos, latinos, franceses, italianos, españoles, como los alemanes, etc, pueden leerlo y comprenderlo. Además es el libro más bello de cuantos, hasta ahora y sobre esta cuestión, hayan sido jamás impresos, por aquello que suelen manifestar los sabios, de que hay en él ciertas cosas que nunca han sido dichas por nadie. Sólo hay que ser un verdadero Hijo del Arte para saberlo de antemano. He aquí (queridos lectores) todo cuanto he creído ser mi deber el decíroslo.