«La plancha seis es la continuación de la quinta», nos dice Magophon quien en eso, tiene tanta más razón cuanto que hace la observación de que «las operaciones son siempre efectuadas por un hombre y por una mujer, simbolizando las dos naturalezas».

Esta es también nuestra opinión que se encuentra confirmada por la particularidad, bastante sorprendente, de que la pareja, aplicada a las manipulaciones, cambia de vestimentas en cada una de ellas y parece, además, no estar siempre compuesta de los dos mismos individuos. Ciertamente, si se trata bien del alquimista y de su fiel compañera, el uno y la otra, en sus transformaciones, subrayan las que sufren en el curso del largo trabajo los dos protagonistas minerales.

Ante el complicado horno, que volveremos a encontrar a continuación, las tapas de los dos pares de vasos de fondo circular, continúan atrayendo nuestra atención. Era ya su forma de pequeñas cucúrbitas sin pico, y es ahora esta especie de levitación, en la intención de suscitar toda reflexión fecunda en el aficionado. Así cubierta, la vasija cilíndrica asegura la circulación lenta y cerrada de la verdadera cohobación de la que Sulat nos señala la gran importancia.