Dictámenes favorables del Ministerio de la Gobernación
Invitado por Miguel Galante y Aurelio Lerroux, José Valdivia, director general de Seguridad, visita una madrugada el Straperlo instalado en el Ritz. Después de conocer personalmente su funcionamiento, Valdivia promete enviar una comisión técnica y otra jurídica, formadas en su propio departamento ministerial, con el fin de que sean emitidos los pertinentes dictámenes sobre el aparato, como era preceptivo para iniciar el expediente de autorización. En los días siguientes, las comisiones enviadas por Valdivia analizan el funcionamiento del Straperlo y redactan un informe favorable en el que se decía:
«Es una máquina parecida a una ruleta, cuya bola cae en un número, pasa por un pivote y no hay más que hacer una suma determinada con aquel por donde ha pasado la bola y en ese número cae automáticamente».
Este informe favorable en el que también se decía que el Straperlo «agudizaba el ingenio», se fundamentaba en la característica de no tratarse de un juego de envite ni de azar, sino de destreza mental, acogiéndose a un artículo del Código Civil que se refería a juegos de destreza física.
Los informes oficiales favorables al Straperlo eran el primer y necesario paso para una previsible resolución positiva a la instancia que Daniel Strauss había presentado con fecha 7 de junio ante el Ministerio de la Gobernación. En aquel escrito, el holandés solicitaba autorización:
«… para explotar el juego de sociedad denominado Straperlo, por no contravenir las disposiciones del Código Penal y de acuerdo, además, con el precedente de otros países».
Pocos días después de emitidos los informes, el Straperlo del Ritz fue trasladado al Ministerio de la Gobernación a requerimiento del subsecretario Eduardo Benzo:
«Como ministro de la Gobernación, se me instó para que autorizase un juego que, según se me decía, no era de azar. No me avine a ello, y con el propósito de que me cerciorase, trajeron una noche al Ministerio el aludido aparato para hacer ante mí unas demostraciones. Esto no tenía nada de particular. Frecuentemente traían a mi examen aparatos, armas… Me asomé a la habitación donde lo habían instalado, y vi en el suelo una especie de tablero verde y con muchos números. No quise detenerme ni escuchar detalles [47]»
Las demostraciones del Straperlo en el Ministerio de la Gobernación fueron realizadas por Daniel Strauss una noche de agosto, después de que el ministro Salazar Alonso saliese de una sesión de teatro. Junto al ministro asistieron el subsecretario Benzo y algunos altos cargos, quienes observaron el funcionamiento de la ruleta y escucharon las explicaciones de su inventor, empeñado en hacer comprender a los presentes que se trataba de una máquina recreativa de destreza mental. «Es inútil, señores. Yo no entiendo nada de eso», fue la respuesta del ministro, quien sentía auténtica aversión por cualquier tipo de juego. No obstante, a la vista del favorable informe redactado por las comisiones técnica y jurídica de la Dirección General de Seguridad, Rafael Salazar Alonso pareció dar, en principio, su conformidad a la ruleta de Strauss: para mí, un aparato cuya licitud declaraban los técnicos y los juristas de la Dirección de Seguridad no podía ser prohibido, diría el ministro con posterioridad [48].
Es en estos días cuando Aurelio Lerroux inicia contactos con Sigfrido Blasco Ibáñez [49], hijo del famoso novelista y diputado por el partido Unión Republicana Autonomista, aliado del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, ofreciéndole participar en el negocio del Straperlo. A cambio de este ofrecimiento se le pide que haga uso de la gran amistad que le une a su paisano y correligionario Ricardo Samper, presidente del Gobierno, con el fin de que este contribuya a acelerar la autorización solicitada.