CAPÍTULO 16

Ava

Los últimos días no he hecho nada más que pensar. Pensar, ir a terapia y pensar un poco más. Estoy harta de pensar. Estoy harta de las jaquecas de tanto pensar. Lo último que recuerdo es que estaba saliendo con un tío llamado Matt. Incluso recuerdo que hablábamos de irnos a vivir juntos. ¿Qué pasó con eso? ¿Y con la carrera que tanto me estaba esforzando por labrar? Trabajo para mi marido. Vivo con mi marido. Es evidente que siempre me mantiene cerca. ¿Eso es normal? ¿Es sano?

Suspiro y me doy la vuelta en la cama para ver la hora en el despertador sobre la mesilla. Son las ocho en punto. Oigo ruidos en la cocina. Anoche intentó desvestirme. No pude evitar estremecerme cuando tocó mi piel desnuda, y no fue solo por la sorpresa. Mi carne pareció encenderse, y aunque tenía la sensación de que jamás había sentido algo así, en el fondo sé que sí lo he sentido. En ese momento me alarmaron mis reacciones. Me asustaron. Apenas lo conozco, pero mi cuerpo sí, y me lo indica todos los días. Existe una conexión. Algo profundo y casi debilitante. Él es abrumador.

Cierro los ojos e intento entender todos los signos que dicen que lo amo. No solo las pruebas tangibles: las fotos, los niños, lo que la gente me ha contado; sino las pruebas invisibles. Como el modo en que me late el corazón cuando lo veo. Como el modo en que mi piel arde cuando me toca. Como la extraña necesidad que me invade por dentro al estar cerca de él. Algo se activa, como cuando me abraza con esos inmensos brazos. Se le da bien acurrucarse conmigo. Se le da bien reconfortarme. Se le da bien darme espacio cuando lo necesito.

Interrumpo ese proceso de pensamiento ahí y rebobino. No creo que lo de darme espacio se le dé tan bien. Veo su expresión de ansiedad cada vez que sale del dormitorio. Y siento la ansiedad en mi interior. Algo no va bien. Él parece no estar bien, y es una extraña conclusión a la que llegar por mi parte teniendo en cuenta que no lo conozco.

Me acerco con cuidado al borde de la cama y hago una mueca de dolor al levantarme. El músculo bajo la herida que aún se está curando me tira mucho. Me pongo una bata color crema y me dirijo a la puerta. Quiero saber cosas, y estoy preparada para formular las preguntas, así que más le vale estar preparado también él para responderlas.