3
—Desearía saber qué está ocurriendo aquí —dijo Brian Chaney.
Su voz tenía un tono de queja.
—Llevo una hora intentando decírselo, señor Chaney.
—Inténtelo otra vez —suplicó él.
Kathryn van Hise lo estudió.
—Le dije en la playa que los ingenieros de la Westinghouse habían construido un VDT. El vehículo fue construido aquí, en este edificio, bajo un contrato de investigación con la Oficina de Pesos y Medidas. El trabajo fue realizado en el más absoluto secreto, por supuesto, con un grupo del Congreso, un subcomité, proveyendo directamente los fondos necesarios y manteniendo una estricta supervisión del proyecto. Operamos con el conocimiento absoluto de, y la responsabilidad de, la Casa Blanca. El Presidente efectuará la elección final de los objetivos.
—¿Él? En todo caso será un comité quien decidirá por él.
La expresión de la mujer fue de profunda desaprobación, y Chaney comprendió que había tocado un punto sensible. Imaginó que la lealtad de ella hacia aquel hombre estaba motivada tanto por una elección política como por su actual ocupación.
—El Presidente ha sido mantenido informado en todo momento de nuestros progresos cotidianos, señor Chaney. Como lo fue su predecesor. —La mujer parecía beligerante—. Su predecesor creó este proyecto mediante una Orden Ejecutiva hace tres años, y hoy seguimos operando únicamente porque tenemos el consentimiento y la aprobación del nuevo Presidente. Estoy segura de que es usted consciente de los hechos políticos de la vida.
—Oh, soy consciente —dijo Chaney, pesaroso—. El informe de la Indic falló en no anticipar un Presidente débil. Fue escrito y presentado durante la administración de uno fuerte, y estaba basado en la suposición de que aquel hombre continuaría en su cargo durante dos mandatos completos. Nuestro error fue no anticipar su muerte. A este nuevo hombre hay que sacarle el dinero centavo a centavo… cada día. Carece de iniciativa, carece de empuje.
Una mirada a un lado le dijo a Chaney que el mayor estaba de acuerdo con él en un punto. Moresby asentía con aire ausente, manifestando su conformidad.
Kathryn van Hise carraspeó.
—Prosigamos. Hay un laboratorio experimental en otra parte de este edificio, debajo de nosotros, y las pruebas del vehículo han sido llevadas a cabo allí durante un cierto tiempo. Cuando las pruebas alcanzaron un nivel que indicaba un éxito final, fue reclutado el equipo de investigación sobre el terreno. El mayor Moresby, el comandante Saltus y usted son las tres primeras elecciones en sus campos respectivos, y los únicos contactados hasta ahora. Por el momento no hay ningún equipo de reserva.
—Eso no es característico de ellos —dijo Chaney—. Los militares siempre lo adquieren todo de dos en dos, por si acaso.
—Ésta no es una operación militar, y sus superiores no han sido informados de por qué el mayor Moresby y el comandante Saltus han sido transferidos a un equipo de reserva, y quizá los estamentos militares serán informados de nuestras operaciones. —Cruzó las manos, recuperando su compostura—. Los ingenieros les explicarán el vehículo y su funcionamiento; yo no estoy lo suficientemente informada como para ofrecerles una explicación lúcida. Sólo comprendo que cuando el vehículo es operado se crea un intenso vado, y el sonido que oyó hace un momento era el resultado de una implosión de aire en ese vacío.
—¿Están efectuando pruebas de sesenta y un segundos?
—No, señor. Las pruebas pueden ser de cualquier duración; hasta ahora la más larga se ha demostrado que ha sido a doce meses en el pasado, y la más corta a sólo un día. Esos sesenta y un segundos representan un margen de seguridad necesario para el pasajero; el pasajero no regresa al momento exacto de su partida, sino exactamente sesenta y un segundos después de su partida, independientemente del tiempo que haya pasado sobre el terreno.
Pero parecía preocupada por algo que no había dicho.
Brian Chaney estaba seguro de que había algo más.
—En la actualidad —dijo ella—, el laboratorio está empleando monos y ratones como pasajeros de prueba. Cuando esa fase haya sido completada, cada uno de ustedes realizará una prueba para familiarizarse con el vehículo. Irán de uno en uno, por supuesto, debido a lo pequeño del mismo. Los ingenieros les explicarán los problemas de masa y volumen al ser propulsados por medio de un vacío.
—Entiendo eso —dijo Chaney—. No me gustaría en absoluto regresar de una exploración y aterrizar sobre mi propia cabeza. Pero ¿por qué sesenta y un segundos?
—Esa cifra es debida en cierto modo al azar. Los ingenieros pretendían un mínimo de seguridad de sesenta segundos, pero cuando el vehículo regresó en dos pruebas sucesivas a los sesenta y un segundos adoptaron esa cifra, por decirlo así.
—¿Todas las pruebas han tenido éxito?
Ella vaciló, luego dijo:
—Sí, señor.
—¿No han perdido a ningún mono? ¿Ni uno solo?
—No, señor.
Pero sus sospechas no quedaron apaciguadas.
—¿Qué ocurriría si las pruebas no tuvieran éxito? ¿Si una de ellas fracasara, en el estadio actual del proyecto?
—En ese caso, el proyecto sería cancelado y ustedes tres serían devueltos a sus anteriores ocupaciones. Usted sería libre de volver a la Indiana, si lo quisiera.
—¡Me despedirían! —declaró Arthur Saltus—. Me enviarían de vuelta a esa vieja draga en el mar de la China: aceite y salmuera.
—De vuelta a la playa de Florida —dijo Chaney—. Y hermosas doncellas deliciosamente desvestidas.
—Civil, es usted un sinvergüenza. Usted le arrancó el velo a aquella mujer.
—Pero las doncellas hacen eso innecesario.
—Caballeros, por favor.
Saltus no podía detenerse.
—Y piense en nuestra pobre Katrina…, de vuelta a un trabajo burocrático. El Congreso cortaría inmediatamente nuestros fondos. Ya sabe como son.
—Tacaños, excepto para sus ríos y sus puertos favoritos. De modo que supongo que deberemos seguir adelante en bien de ella, desnudos y estremecidos, hasta los albores del año dos mil. —Chaney estaba pensativo—. ¿Qué pensará de nosotros la próxima generación?
—¡Por favor!
Chaney cruzó los brazos y la miró.
—Sigo pensando que alguien ha cometido un error, señorita Van Hise. No poseo talento militar y ni siquiera soy capaz de distinguir una nuez del cerrojo de un fusil; no puedo llegar a imaginar por qué me necesitan a mí para una investigación sobre el terreno, pese a todo lo que me ha dicho, pero encontrará en mí a un recluta bien dispuesto si me promete usted que no habrá más sustos. ¿Tiene aún algo en la manga?
Los marrones ojos de la mujer se clavaron en los de él, mostrando una ligera chispa de irritación. Chaney sonrió, esperando borrarla. Bruscamente ella apartó la mirada, y deslizó los tres abultados sobres por encima de la mesa hacia los tres hombres.
—¿Ahora? —preguntó Saltus.
—Pueden abrirlos ahora. Es nuestra primera área de investigación, con todos los datos necesarios para penetrar en ella.
Brian Chaney abrió su sobre y sacó un grueso fajo de hojas fotocopiadas y varios mapas doblados. Su mirada volvió a clavarse en el sobre. En él estaba escrito un nombre en código, bajo el inevitable sello de Alto secreto. Lo leyó una segunda vez y luego alzó la vista.
—¿Proyecto Donaghadee?
—Sí, señor. El señor Donaghadee es el Director de la Oficina de Pesos y Medidas.
—Por supuesto. El monumento es el hombre.
Chaney abrió el primer mapa del montón y lo giró hasta que el norte estuvo en la parte de arriba, para leer el nombre de la primera ciudad que cayó bajo sus ojos: Joliet. Era un mapa de la sección central norte de los Estados Unidos, con Chicago situado exactamente en el centro, y mostrando grandes porciones de los estados que rodean el área metropolitana: Illinois, Indiana, Michigan, Wisconsin, y el extremo este de lowa. La Estación de Elwood estaba señalada con un punto rojo justo al sur de Joliet. Observó que el mapa había sido preparado por cartógrafos del ejército y llevaba también el sello de Alto secreto. Excepto por el punto rojo, era idéntico a los mapas que dan en las gasolineras.
El segundo mapa era más grande, abarcaba tan sólo Illinois, y aquí la ampliación revelaba que la Estación de Elwood estaba a unos doce kilómetros al sur de Joliet, junto a una vieja carretera señalada como Alternativa 66. El tercer mapa también era grande: un plano detallado del condado de Will, con Joliet localizado casi en su centro. En este mapa, la Estación de Elwood era una gran mancha roja de casi ocho kilómetros cuadrados, con varias casas individualizadas y edificios identificados por un número clave. La estación tenía dos carreteras de servicio privadas que la enlazaban con la carretera general. La línea férrea de la Chicago & Mobile Southern Railroad pasaba muy cerca del recinto militar, y una derivación se desviaba de la línea principal y penetraba en él.
El mayor alzó la vista tras estudiar los mapas.
—Katrina, ¿las pruebas sobre el terreno se harán aquí, en la estación?
—Sólo en parte, señor. Si encuentran ustedes la estación normal cuando salgan, se dirigirán a Joliet en un transporte que hallarán preparado. Piensen siempre en su seguridad.
Moresby parecía decepcionado.
—Joliet.
—Esa ciudad será el límite de las pruebas, señor. No podemos subestimar los riesgos. De todos modos, la investigación propiamente dicha se realizará en Chicago y sus suburbios si los primeros ensayos resultan satisfactorios. Por favor, estudien cuidadosamente los mapas y memoricen al menos dos rutas de escape; pueden verse obligados a andar si algún vehículo se estropea.
Saltus:
—¿Andar? ¿Con coches por todas partes?
La mujer frunció el ceño.
—No intenten robar un automóvil. Podría ser difícil, quizá imposible, sacarlos de la cárcel. Ni siquiera lo intentaríamos, comandante.
—Desnudo y abandonado en una celda en Joliet —murmuró Chaney—. Creo que hay allí una penitenciaría del estado.
La mujer lo miró con el ceño fruncido.
—Creo que esta pequeña broma ha ido ya demasiado lejos, señor Chaney. Una vez allí se les proporcionarán ropas, por supuesto; se les proporcionarán ropas para las pruebas y luego para la investigación propiamente dicha, pero cada vez deberán desnudarse de nuevo antes de regresar al vehículo. Hallarán una provisión adecuada de ropas, herramientas e instrumentos aguardándoles en cada punto de llegada. Y el laboratorio se hallará constantemente en servicio, por supuesto; siempre habrá ingenieros aguardando su llegada y ayudándolos en los tránsitos.
—Eso ya está mejor —admitió Chaney—. Pero ¿cómo se las arreglarán para lo de las ropas y los ingenieros…, cómo conseguirán que estén allí aguardándonos?
—Todo está ya arreglado, señor. Hay un refugio antiatómico y un depósito de almacenaje debajo de nosotros, adyacente al laboratorio. Está provisto de todo lo que puedan necesitar ustedes en cualquier estación del año, así como armas y provisiones. Nuestro programa requiere que el laboratorio y el vehículo sean constantemente mantenidos en servicio durante un período indefinido de tiempo; un centenar de años o más, si es necesario. Todas las fechas de llegada en el futuro serán conocidas por esos futuros ingenieros, por supuesto. Se han tomado todas las medidas necesarias.
—A menos que se declaren en huelga.
—¿Señor?
—Su planificación a largo plazo está sujeta a las mismas incertidumbres que mis proyecciones. Un azar, un acontecimiento inesperado puede echarlo todo a rodar. El informe de la Indic falló en no prever una Administración débil reemplazando a una Administración fuerte, y si pusiera hoy ese informe ante mí me negaría a firmarlo; los factores variables hacen dudar de la validez del conjunto. Lo único que podemos hacer es esperar que los ingenieros sigan dedicados a su trabajo mañana, y sigamos utilizando la misma hora oficial.
—Señor Chaney, la planificación a largo plazo de la Oficina es más cuidadosa que todo eso. Está sólidamente fundamentada, y ha sido diseñada para durar. Le recuerdo que el área primaria de investigación se halla tan sólo a veintidós años de distancia.
—Tengo la sensación de que saldré de ella mil años más viejo.
—Estoy segura de que lo hará bien, señor. Nuestro equipo es notable por su eficiencia individual.
—Lo cual es una forma excelente de ponerme en mi lugar, señorita Van Hise.
—¿Qué hay acerca de esos almacenamientos? —interrumpió Moresby.
—Sí, señor. El refugio está equipado con todo lo necesario: cámaras filmadoras, grabadoras de cinta, radios, armas y detectores de armas, radar manual, y cosas así. Habrá dinero, y joyas, y un completo botiquín médico. Materiales tales como película, cintas, municiones y ropas serán reemplazados periódicamente a fin de garantizar provisiones frescas o modernas.
—¡Qué me condene! —exclamó el mayor Moresby, y permaneció por un momento en admirado silencio—. Tiene sentido, después de todo. Tomaremos lo que necesitamos del almacén para cubrir nuestra zona de exploración, y devolveremos lo que nos sobre antes de volver.
—Sí, señor. Nada de las provisiones deberá volver con ustedes, excepto las cintas y las películas impresionadas en el transcurso de la exploración. Los ingenieros les darán instrucciones acerca de cómo compensar ese pequeño peso extra. No traigan de vuelta las grabadoras y filmadoras, y se les prohibe terminantemente llevar consigo ningún recuerdo personal como monedas o valores. Pero pueden fotografiar el dinero o los valores si lo desean.
—Esos ingenieros tienen una respuesta para todo —observó Chaney—. Deben de trabajar las veinticuatro horas del día.
—Nuestro proyecto ha estado trabajando las veinticuatro horas del día durante los últimos tres años, señor.
—¿Quién paga la cuenta de la electricidad?
—Tenemos una central nuclear de energía para cubrir nuestras necesidades.
Chaney se sintió repentinamente interesado.
—¿Su propio reactor? ¿Cuánta energía genera?
—Lo ignoro, señor.
—Yo lo sé —dijo Saltus—. La Commonwealth-Edison tiene uno nuevo cerca de Chicago, que proporciona ochocientos mil kilovatios. Es grande… Lo he visto, y he visto el nuestro. Se parecen a bombillas eléctricas de acero vueltas boca abajo.
Chaney seguía sintiendo curiosidad.
—¿Necesita el VDT tanta energía?
—No sabría decirlo, señor. —La mujer cambió de tema, llamando su atención hacia el fajo de hojas fotocopiadas que habían sacado de los sobres. Aún tenemos tiempo esta tarde de empezar con estos informes.
La primera hoja llevaba el estilizado sello de la Corporación Indiana, y Chaney reconoció rápidamente su propio trabajo. Lanzó a la mujer una divertida mirada, pero ella desvió sus ojos; otra mirada en torno a la mesa le reveló a sus compañeros contemplando el grueso informe con anticipado hastío.
La siguiente página sumergía inmediatamente al lector en la materia ofreciéndole largas columnas de estadísticas llenas de notas a pie de página; las primeras columnas estaban sólidamente ancladas en las cifras de los censos de 1970, mientras las columnas de las siguientes páginas eran sus proyecciones hasta 2050. Chaney recordó el intenso pero emocionante trabajo que había representado todo aquello para él… Y volvió a verse a sí mismo inclinado sobre su mesa de trabajo intentando alcanzar hasta la fecha más lejana.
Nacimientos: legítimos e ilegítimos, anticipados anualmente por razas y zonas geográficas (descendiendo intensamente a lo largo de la costa atlántica más abajo de Boston y en los estados del sur excepto Florida; las cifras no incluían el número impredecible de nacimientos producidos por medios artificiales en los hospitales-laboratorio; las cifras no incluían el número impredecible de nacimientos anormales en Nevada y Utah debidos a la acumulación de precipitaciones radiactivas).
Muertes: con cifras separadas para asesinatos y suicidios conocidos, proyectadas anualmente por grupos de edad (suicidios incrementándose a un ritmo predecible por debajo de los 30 años; las mujeres sobreviviendo a los hombres en 12,3 años en el año 2000; las expectativas de vida anticipadas incrementadas 1,9 años en el año 2050; las cifras no incluían la mortalidad infantil en la zona de precipitaciones radiactivas de Nevada-Utah; las cifras no incluían la mortalidad infantil en los nacimientos artificiales en los hospitales-laboratorio).
Matrimonios y matrimonios a prueba: con subsecuentes divorcios y anulaciones previstos sobre una base anual tras 1980, primer año de entrada en vigor del decreto de matrimonio a prueba (los matrimonios a prueba no influyendo apreciablemente en el índice de natalidad excepto en Alabama y Mississippi, pero tendiendo a incrementar el índice de asesinatos y suicidios, y contribuyendo al lento declive de los matrimonios a largo plazo). Nota a pie de página: recomendado un matrimonio a prueba renovable al término de su plazo, por ejemplo garantizando un segundo período de prueba a petición de las dos partes.
Incidencia de la criminalidad: proyecciones detalladas en veinte categorías, separadas por estados que aplican o no aplican la pena de muerte (asesinatos y robos incrementándose enormemente, pero las violaciones descendiendo en un porcentaje significativo debido a los matrimonios a prueba y al descenso de la edad legal para contraer matrimonio).
Electorado probable y su perfil: surgimiento gradual de un sistema tripartito duradero a partir de 1980 (con el electorado dividido desigualmente entre tres partidos mayores y uno menor; los votantes negros concentrados en uno de los partidos mayores y el menor; decantación pronunciada hacia la derecha conservadora en los dos mayores partidos blancos durante la siguiente década, con probablemente Administraciones conservadoras hasta el año 2000, más o menos cuatro años).
Población total en el cambio de siglo: basado en lo anterior, unos trescientos cuarenta millones de habitantes en los cuarenta y ocho estados contiguos y unos diez millones adicionales en los tres estados restantes (los estados alineados en las llanuras del norte con un descenso anual previsto y consistente, pero con Alaska subiendo significativamente; la isla de Manhattan alcanzando su punto de saturación dentro de dos años, California en 1990, Florida en 2010). Nota a pie de página: recomendado que la emigración a la isla de Manhattan, California y Florida sea prohibida por ley, y que sean ofrecidas compensaciones monetarias a aquellos que se trasladen de forma permanente a los estados centrales de baja densidad de población.
Brian Chaney se sintió ligeramente intranquilo acerca de algunas de sus conclusiones.
Cabía esperar que los matrimonios a prueba se incrementaran en un índice fantástico una vez se afirmara su popularidad, pero con el término de la prueba limitado a un año esperaba que los índices de asesinatos y suicidios ascendieran también; los asesinatos serían seguramente crímenes pasionales cometidos por las mujeres debido a la posibilidad de perder a sus maridos a corto plazo en busca de otras esposas a corto plazo, mientras que los suicidios podían predecirse por la misma razón. El término recomendado de dos años renovables podía tender a refrenar la posibilidad de esos actos violentos.
Cabía esperar una cierta cantidad de alocada inconsecuencia en algunos de esos matrimonios a prueba, pero él apostaría a que no contribuirían casi en absoluto en la variación del índice de natalidad. Como tampoco creía que otra pildora —la nueva pildora— afectara a sus proyecciones. Chaney tenía una opinión más bien negativa de la recientemente introducida pildora KH-3, y se negaba a creer que poseyera ningún poder restaurador; se aferraba a la creencia de que la expectativa normal de vida del hombre era de setenta y cinco años, y que el incremento previsto de 1,9 años en 2050 podía ser atribuido a la erradicación de enfermedades…, no a pildoras y remedios milagrosos supuestamente poseedores del poder de restaurar el vigor mental y físico de los viejos. Los pacientes podían vivir seis meses más que sus expectativas normales debido a que se veían vigorizados por la euforia, pero seis meses no iban a afectar a toda una masa de estadísticas.
Los grandes movimientos de población habían sido previstos con anterioridad y se habían cumplido, centrándose la euforia del cambio a lo largo de las vías de agua naturales. Las mayores densidades de población —en 2050— se hallarían a lo largo de cinco áreas claramente definidas: la costa atlántica, la costa pacífica, la costa del golfo desde Tampa hasta Brownsville, las orillas del sur de todos los Grandes Lagos, y toda la longitud de los ríos Ohio y Missisippi. Pero sentía serias inquietudes acerca de aquellos cinturones de los Lagos. Los niveles del agua en los Lagos habían estado subiendo ininterrumpidamente desde principios del siglo XX, y las perspectivas de inundación y de erosión —combinadas con el incremento de la poblaciónpodían crear problemas de proporciones catastróficas en dichas áreas.
El mayor Moresby rompió el silencio.
—Supongo que en definitiva se espera que confirmemos todo esto.
—Sí, señor. Se desean cuidadosas observaciones en cada una de las tres fechas previstas, pero la mayor cantidad de trabajo recaerá sobre el señor Chaney. Sus proyecciones necesitarán ser verificadas o modificadas.
Chaney, con sorpresa:
—¿Tres? ¿No vamos a ir juntos? ¿No vamos a ir los tres a la misma época?
—No, señor, eso sería antieconómico. El esquema prevé tres exploraciones individuales de tres fechas cuidadosamente separadas entre sí, un año como mínimo a fin de obtener una mejor visión de conjunto. Cada uno de ustedes viajará separadamente a su fecha predeterminada.
—La gente de allí se va a reír de nuestras ropas.
—La gente de allí estará demasiado preocupada para darse cuenta de su presencia, a menos que ustedes hagan todo lo posible por llamar su atención.
—¿Oh? ¿Qué puede preocuparles?
—Supongo que estarán preocupados a causa de sí mismos y de sus problemas. No ha pasado usted mucho tiempo últimamente en las ciudades norteamericanas, ¿verdad, señor Chaney? ¿No observó que los trenes con los que entró y salió de Chicago eran trenes blindados?
—Sí. Lo observé. Los periódicos israelíes publicaban también algunas noticias norteamericanas. Leí acerca del toque de queda. ¿La gente del futuro no se sorprenderá ante nuestras cámaras y grabadoras?
—Sinceramente, esperamos que no. Todo nuestro proyecto se verá comprometido si las actuales exigencias de intimidad son proyectadas tal como se plantean ahora hasta finales de siglo, si su presión actual se intensifica.
—Yo estoy en el otro lado —dijo Chaney—; me gusta la intimidad.
—Y por supuesto —prosiguió la mujer—, no sabemos qué status tendrán sus instrumentos en esa fecha futura, no sabemos si las cámaras y grabadoras estarán permitidas en público, ni lo que podemos esperar de la eficiencia de la policía. Puede que se vean ustedes obstaculizados. —Miró a Saltus—. El comandante les enseñará cómo actuar subrepticiamente.
—¿Yo? —dijo Saltus.
—Sí, señor. Debe idear usted una técnica para llevar a cabo esa parte de la misión sin ser descubiertos. Las cámaras son muy pequeñas, pero necesitan ustedes una forma de poder esconderlas y accionarlas adecuadamente.
—Katrina, ¿de veras cree usted que será ilegal tomar una foto de una Chica guapa en la esquina de una calle?
—No sabemos nada del futuro, comandante; la investigación nos informará de lo que es y no es legal. Pero sea cual sea la técnica, deben fotografiar ustedes un cierto número de objetos y personas durante un cierto período de tiempo sin que los otros se den cuenta de lo que están haciendo.
—¿Durante cuánto tiempo?
—Tanto como sea posible; durante todo el tiempo que permanezcan allí y mientras dure su provisión de cintas. Lo más importante es la profundidad, comandante. Una investigación en profundidad, para determinar la exactitud de las proyecciones de la Indic. Idealmente, podrán permanecer ustedes sobre el terreno durante varios días y exponer todos los rollos de película y grabar todas las cintas que lleven consigo; deberán registrar cualquier objeto de importancia que vean, y luego los que consideren de menor interés también si el tiempo se lo permite. Deberán poder penetrar en el terreno con seguridad, realizar todos sus objetivos, y regresar sin apresurarse en el momento en que lo deseen. —La sombra de una sonrisa cruzó su rostro—. Pero siendo realistas, el ideal es algo difícilmente alcanzable. De modo que van a ir allí, van a registrar todo lo que sean capaces, y regresarán cuando vean que es necesario. Esperamos el máximo, pero deberemos contentarnos con el mínimo.
Chaney se volvió en su silla.
—Hace usted que todo esto suene como peligroso.
—Puede ser peligroso, señor Chaney. Lo que van a hacer ustedes no ha sido hecho nunca antes. No podemos ofrecerles ninguna línea de conducta acerca de su proceder, ninguna técnica de campo, ninguna medida de seguridad. Los equiparemos tan bien como podamos, los instruiremos lo mejor que podamos según nuestros conocimientos actuales y los enviaremos por sus propios medios.
—¿Deberemos informar de todo lo que hallemos allí?
—Sí, señor.
—Lo único que espero es que Seabrooke haya anticipado la reacción del público. Veo que se dirige al abismo sin llevar consigo ninguna cuerda.
—¿Perdón?
—Sospecho que va a buscarse problemas. Una gran parte del público no se mostrará satisfecha precisamente cuando esa historia del VDT sea divulgada…, cuando sepan lo que les espera dentro de veinte años. Lo que hay en ese informe de la Indic es para asustar a todo el mundo.
Kathryn van Hise meneó la cabeza.
—El público no será informado, señor Chaney. Este proyecto y nuestros programas futuros son y seguirán siendo secretos; las cintas y películas tendrán una circulación restringida, y no se dará publicidad a las misiones. Por favor, recuerden que todos ustedes están bajo seguridad y en misión secreta, y las penalidades que puede comportar el no cumplimiento de la reserva. Guarden silencio. El presidente Meeks ha decidido que el conocimiento de esta operación no es de interés público.
—Secreto, encerrado en sí mismo y solitario como una ostra —dijo Chaney.
Saltus abrió la boca para echarse a reír cuando los ingenieros empujaron su equipo al vacío. Las luces se debilitaron.
La gruesa banda de caucho restalló dolorosamente contra sus tímpanos; o quizá fue un mazo, o un martillo, hundido por una presión implacable en un bloque de aire comprimido. Todo el conjunto emitió un ruido de impacto, luego suspiró como si rebotara al ralentí a través de un espeso líquido. El sonido dolía. Tres rostros se volvieron a la vez para observar el reloj.
Chaney se contentó con observar sus rostros antes que al reloj. Imaginó a otro mono tripulando el vehículo hacia algún lado, algún cuándo. Quizá el animal llevara una etiqueta: Restringido, y tuviera órdenes de no hablar. El Presidente había dictaminado que su viaje no era de interés público.