11. Batalla de los marcianos con los habitantes de la tierra
Plinio, el naturalista de la antigua Roma, transmite en uno de sus escritos una narración muy difundida en su época sobre la existencia, en un lugar de la India y a orillas del mar, de una peña imán que atraía con extraordinaria fuerza todos los objetos de hierro. Desgraciado del marino que se exponía a acercarse con su barco a esta peña. Todos los clavos, tornillos y grapas de hierro eran arrancados por la atracción y la nave se deshacía en una multitud de tablas sueltas.
Esta narración fue recogida después en los cuentos de las "Mil y una noches".
Naturalmente, esto no es más que una leyenda. Ahora sabemos que en realidad existen montañas magnéticas, es decir, montañas ricas en magnetita o piedra imán, como, por ejemplo, la famosa Magnitnaia Gorá (Monte Imán) a cuyo pie se alzan en la actualidad los altos hornos de Magnitogorsk. No obstante, la fuerza de la atracción de estas montañas es extraordinariamente pequeña. En cuanto a montañas o peñas del tipo que describe Plinio, ni existen ni han existido nunca en la Tierra.
Si hoy día se construyen barcos en los que no hay ni una sola pieza de hierro o acero, no es por temor a las peñas imán, sino para hacer más fácil el estudio del magnetismo terrestre. En los trabajos realizados de acuerdo con el programa del Año Geofísico Internacional (AGI) en los años 1957-1958 la Unión Soviética colaboró con un navío de este tipo (la goleta "Zariá"), no sujeto a la acción de las fuerzas magnéticas. En este barco todos los elementos de sujeción, los motores, las anclas, etc., no son de acero ni de hierro, sino de cobre, bronce, aluminio y otros metales no magnéticos.
El novelista científico Kurd Lasswitz utilizó la idea de la leyenda de Plinio en su novela "Auf Zwei Planeten" (En dos planetas), refundiéndola en un arma terrible a la que recurren los habitantes de Marte (llegados a la Tierra) en su lucha contra los ejércitos terrestres. Se trata de un arma magnética (o mejor dicho, electromagnética) que permite a los marcianos desarmar sin lucha a los habitantes de la Tierra antes de comenzar la batalla.
El novelista describe el episodio de la batalla entre marcianos y habitantes de la Tierra como sigue:
"Las filas relucientes de la caballería se lanzaron hacia adelante impetuosamente. Y parecía que la abnegación de las tropas obligaba ya a replegarse al poderoso enemigo (los marcianos - Y. P.), cuando entre sus naves aéreas se notó cierto movimiento. Se remontaron en el aire como si quisieran dejar el paso libre.
Pero al mismo tiempo descendió desde las alturas una masa oscura y extensa que hasta este momento no se había visto. Esta masa, que parecía un velo ondeante, estaba rodeada por todas partes de aeronaves y pronto se desplegó por todo el campo. La primera fila de jinetes entró en su esfera de acción y un momento después la extraña máquina se extendía sobre todo el regimiento. El efecto que causó fue sorprendente y monstruoso. Por el campo corrió un clamor de pánico. Hombres y caballos rodaron por el suelo hechos ovillos, mientras que en el aire flotaba una nube de picas, sables y carabinas que volaban estrepitosamente hacia la máquina y se adherían a ella.
El velo se deslizó hacia un lado y tiró a tierra el hierro recién recogido. Después volvió dos veces más. Parecía que segaba cuantas armas había en el campo. Ni una sola mano fue capaz de aguantar el sable o la pica.
Esta máquina era un nuevo invento de los marcianos que atraía con una fuerza irresistible todo lo que era de hierro o acero. Los marcianos utilizaban este imán volador para arrancar las armas de las manos de sus enemigos sin causarles ningún daño.
El imán aéreo pasó raudo en dirección a la infantería. En vano intentaron los soldados aferrarse a sus fusiles, la fuerza invencible del imán se los arrancaba de las manos. Los que no soltaron las armas volaron con ellas. En varios minutos estuvo desarmado todo el regimiento. La máquina se lanzó entonces en persecución de los regimientos que desfilaban por la ciudad, preparándoles la misma sorpresa.
La artillería corrió una suerte semejante".
Si después de esto retiramos el imán, el reloj seguirá funcionando mal, puesto que las piezas de acero continúan estando imanadas y el reloj necesita una reparación radical, que incluye la sustitución de algunas piezas del mecanismo. Por esto, no aconsejamos hacer estos experimentos con relojes de oro; resultan demasiado caros.