13. Un móvil "perpetuo" magnético
En la historia de los intentos que se han hecho para inventar el móvil "perpetuo" el papel que ha desempeñado el imán no ha sido el último. Los inventores fracasados procuraron utilizar el imán para construir un mecanismo que se moviera eternamente a sí mismo. He aquí uno de los proyectos de "mecanismos" de este tipo (descrito en el siglo XVII por John Wilkins, epíscopo de Chester).
Un imán potente A se encuentra sobre un pedestal (Figura 99) en el que se apoyan dos planos inclinados M y N situados uno debajo del otro, con la particularidad de que el de arriba M tiene un pequeño agujero C en su parte superior, y el de abajo N está encorvado. Si en el plano inclinado superior - razonaba el inventor - se coloca una bolita pequeña B de hierro, la atracción del imán A hará que esta bolita ruede hacia arriba; pero al llegar al agujero se colará por él y caerá en el plano inclinado inferior N, por el que rodará hacia abajo, y después de pasar por la parte curvada D, del extremo inferior del plano N, volverá al plano M y será atraída de nuevo por el imán hacia arriba. De esta forma se repetirá el ciclo. Por lo tanto, la bolita correrá hacia arriba y hacia abajo ininterrumpidamente, realizando un "movimiento perpetuo".
¿Por qué es absurdo este invento?
La contestación no es difícil. El inventor pensaba que la bolita, después de bajar rodando por el plano inclinado N, tendría suficiente velocidad para subir por la parte redondeada D. Esto ocurriría si la bolita estuviera sometida únicamente a la acción de la gravedad, en cuyo caso rodaría aceleradamente. Pero en realidad se mueve bajo la acción de dos fuerzas: una, la gravedad, y otra, la atracción magnética. Esta última, por las propias condiciones del proyecto, es tan considerable que puede hacer que la bola suba desde B hasta C. Por esto, la bolita no bajará por el plano N con movimiento acelerado, sino retardado y, si llega al extremo inferior, es seguro que no tendrá la velocidad suficiente para subir por la parte curva D.

Figura 99. Otro "móvil perpetuo" ilusorio.
Este proyecto salió a relucir muchas veces con distintas formas. Una de éstas, aunque parezca raro, fue patentada en Alemania en el año 1878, es decir, ¡treinta años después de haber sido formulada la ley de la conservación de la energía! El inventor enmascaró de tal forma la idea absurda que servía de base a su proyecto, que confundió a la comisión técnica encargada de conceder las patentes. Y aunque el reglamento establece que no deben concederse patentes a aquellos inventos que contradicen las leyes de la naturaleza, en esta ocasión fue patentado. El feliz poseedor de esta patente única en su género es seguro que se convenció pronto de la inutilidad de su creación, puesto que a los dos años dejó de pagar los impuestos y esta patente tan curiosa perdió su fuerza legal, es decir, el "invento" pasó a ser del dominio público, aunque a nadie le hizo falta.