15. Otro móvil "perpetuo" imaginario
Entre los buscadores del movimiento perpetuo se ha generalizado mucho últimamente la idea de unir una dinamo con un motor eléctrico. Cada año llegan a mis manos cerca de media docena de proyectos de este tipo. Todos ellos se reducen a lo siguiente. Las poleas del motor eléctrico y de la dinamo se unen entre sí por medio de una correa sin fin y los hilos conductores de la dinamo se conectan al motor. Si se da un primer impulso a la dinamo, la corriente producida por ella pondrá en movimiento al motor y la energía de la rotación de este último, trasmitida por medio de la correa sin fin a la polea de la dinamo, hará que ésta siga moviéndose. De esta forma - suponen los inventores -, estas dos máquinas se moverán la una a la otra y este movimiento no cesará hasta que no se desgasten.
La idea que acabamos de exponer atrae extraordinariamente a los inventores; pero todos los que intentaron ponerla en práctica vieron con sorpresa que ninguna de las dos máquinas funciona en estas condiciones. Era lo único que se podía esperar de este proyecto. Incluso en el caso ideal de que cada una de las máquinas que se unen tuviera un rendimiento del cien por ciento, solamente podrían funcionar sin interrupción si no existieran los rozamientos. La unión de una dinamo con un motor eléctrico (formando "grupo") es en esencia una máquina que, según el proyecto, debería moverse a sí misma. Si no existiera el rozamiento, este grupo, lo mismo que cualquier volante, se movería eternamente, pero este movimiento sería totalmente inútil, ya que en cuanto el "móvil" tuviera que realizar cualquier trabajo exterior se pararía en el acto. Tendríamos, pues un caso de “móvil perpetuo de segunda especie" pero no un motor de movimiento continuo. Como el rozamiento existe, el grupo no se moverá en absoluto.
Es extraño que a las personas que se sienten atraídas por esta idea no se les ocurran otras más simples para conseguir este mismo fin, por ejemplo, unir dos poleas cualesquiera por medio de una correa sin fin y hacer que gire una de ellas. Guiándonos por la misma lógica que en el caso anterior, podemos esperar que la primera polea arrastre con su movimiento a la segunda y que ésta a su vez, al girar, mantendrá el movimiento de la primera. Lo mismo se pueden conseguir con una sola polea; una vez puesta en marcha, su parte derecha tirará de la izquierda y ésta girará y mantendrá el movimiento de rotación de la parte derecha. La ingenuidad de estos dos últimos casos es demasiado evidente y por eso estos proyectos no inspiran a nadie. No obstante, los tres "móviles perpetuos" que hemos descrito se basan en el mismo error.