ARGUMENTO

La magna empresa del Jasón cristiano

que, al través de las brumas de Occidente,

el velo descorrió del Océano

con la invención de un nuevo continente;

más la prez del imperio castellano,

que al Almirante dio barcos y gente,

celebraré cantando con voz alta

si el necesario aliento no me falta.

Que si bien tañedor del plectro usado,

nunca empuñé la sonorosa trompa,

ni estoy, según se entiende, acostumbrado

á su broncíneo son y épica pompa,

al sacro numen pediré confiado

sonoro acento con que el aire rompa.

Dame, ¡oh Numen!, que cante como sienta

y con la inspiración, bríos y aliento.

Dame, sí, que con estro vigoroso

de un Dios airado la venganza cante

cuando á un vuelco del ponto proceloso

á la nada redujo el mundo Atlante;

cante luego el desquite venturoso

que el mismo Dios reserva al Almirante

que siga al nauta á la invenida zona,

ciña en sus sienes inmortal corona.