Capítulo 29
Él me mira, no puedo creer que esté saliendo con otra. Estoy furiosa, se calla. Y eso confirma mis sospechas.
―Yo te amo ―contesta. Estoy cansada, muy cansada.
Voy a buscar a mi bebé y vuelvo al dormitorio.
Él sigue ahí parado donde lo dejé.
―Voy a dormir un rato ―le digo, acostándome con el bebé en la cama.
Solo me mira, sin decir nada se pega media vuelta y sale rumbo hacia la cocina.
No entiendo nada. Se quiere casar, pero sale con otra. Dios, no sé qué pensar, su proceder me desconcierta y llego a pensar que la loca tiene razón, él jamás va a ser feliz conmigo. Él necesita algo más, sea lo que sea, estoy segura yo no se lo puedo brindar.
Me duermo con Brunito dos horas, cuando me despierto todos se fueron no sé adónde.
Estoy triste, muy triste. Le doy la mamadera al bebé, lo cambio, me cambio, agarro las llaves de mi coche y me voy.
A los diez minutos suena mi celular, sé que es él y no contesto. Entro en una galería, compro algunas cosas para la casa y el celular empieza sonar otra vez. Atiendo, es él.
―¿Dónde estás? ―pregunta, enojado.
―En una galería ―le contesto―. ¿Qué quieres?
―Sofí, no te enojes ―dice más tranquilo.
―Todo bien, bonito, todo bien ―digo y sabe que cuando le digo bonito estoy más loca que una cabra.
―Ven a casa. pequeña, fuimos a comprar carne, Falcao va a hacer asado. Sofí, yo te amo ―afirma.
Cuando dice “te amo”, Dios, lo siento tan sincero, y creo que me estoy volviendo loca. Los celos me pueden, sé que, si lo pierdo, muero. Pero ¿quién lo llama a esa hora?, no puede ser otra que una mujer.
Lo miro a Bruno, él me mira y sonríe. Tengo el celular en la mano, sé que Davy está del otro lado de la línea, esperando mi respuesta.
―Davy ―le digo―. Te amo tanto que si me dejaras moriría de amor ―digo, y una lágrima cae sobre mi mejilla.
―JAMÁSSSSSSSSSSSS TE DEJARÍA. Tendría que estar muerto para dejarte. Sofí, tenemos un hijo. Por favor ven, te espero.
Cuando llego a casa, mi brasilero está sentado en la escalerita de la entrada de la casa, con las manos agarrándose la cabeza. Me ve llegar y se para. Lo veo venir hacia mí, este es el hombre que elegí, es espectacular. Parece uno de sus modelos de publicidad, con unos vaqueros gastados, una remera blanca y una campera abierta. Su pelo rubio rebelde cae como siempre sobre su frente, sé que nunca podré alejarme de él, lo tengo metido en mi piel, en mi sangre, mi vida no sería lo mismo sin este brasilero cabrón.
Camina hacia mí sin dejar de mirarme. Yo tengo a Brunito en brazos, llevo mi gorra que tanto lo enoja y estamos frente a frente.
Con una mano me saca suavemente la gorra, mi pelo cae como una cascada sobre mis hombros. Me toma la nuca y me besa con pasión. Lo besa a Brunito en la cabeza y lo agarra, mientras me toma de la cintura y entramos en la casa.
―Llegaste, pequeña, tu suegro te va a hacer un asadito que te vas a chupar los dedos ―dice él, me abraza y me lleva al patio.
Todos están sentados conversando, me miran y Marisa me hace seña que me siente a su lado. Ana agarra al bebé y Davy se sienta a mi lado.
―Te amo, las llamadas son de trabajo, por favor entenderme, eres la única mujer en mi vida ―me dice mientras me besa la mejilla.
Me acerco a él todo lo que puedo para sentir el calor de su cuerpo, percibiendo mis miedos me aprieta contra él.
Me calmo, comemos en paz, los chicos se durmieron y los acostamos.
Todos nos sentamos en el living a tomar café, noto cierto nerviosismo en el ambiente, pero creo que soy yo y no digo nada.
Davy no sale de mi lado, me abraza, me besa y en un momento dado me susurra al oído.
―Acompáñame al dormitorio, por favor ―dice―. Ahora venimos ―les dice a todos. Y sé que hasta la mañana no vamos a salir de nuestra habitación.
Cuando entramos, me acerca a la pared, acerca su cuerpo al mío, y me dice:
―Quiero hacerte el amor ahora, así como estamos, parados como nos gusta. Quiero que sepas que eres la dueña de mi corazón y de mi cuerpo, que si un día no te encontrara vendería mi ALMA AL DIABLO para poder hallarte. Ni la muerte podría separarme de ti.
Me da vuelta y mi espalda queda pegada a su pecho.
―Te deseo siempre, pequeña, eres un ángel que me va a sacar de toda esta mierda que llevo encima.
Cuando voy a contestar, me toma de la cara y me besa metiendo su lengua que saluda a la mía.
―Shhh… déjame hablar ―dice mientras sus caderas se refriegan contra mi culo y noto su erección palpitando.
Con una mano me baja el vaquero, termino de sacarlo con mis pies, se baja el cierre del suyo, estiro mi mano hacia atrás y acaricio lo que me vuelve loca.
―Tómame ―le grito―, te deseo dentro mío yaaaaaaaaaa.
Toma distancia y de una estocada contundente me penetra.
―Ayyyyyyyyyyy ―le grito―, me vas a matar ―digo.
―Tú hace tiempo que me mataste, tomate mi cuerpo y mi alma. Seré lo que quieras que sea de ahora en más, seré tu esclavo, tu amante, tu marido, lo que quieras, amor. CASATE CONMIGO ―dice mordiéndome la oreja.
―Bésame ―le ruego, buscando sus labios.
Se aprieta más a mí y yo estiro mi cola para que pueda tener mejor penetración. Pone toda su fuerza en cada impacto, siento su respiración agitada sobre mi oído, mis piernas empiezan a temblar y empiezo a gritar su nombre como siempre.
Con una mano me toca el sexo, mientras que con la otra me agarra la cintura y puja cada vez con más fuerza.
―Voy a llegar, pequeña, vamos juntos ―susurra.
Estiro mi mano y acaricio sus testículos.
―TE AMOOOOOOOOO ―le digo mientras muerde mi labio y absorbe mis gemidos entre los suyos.
Nos vamos y nuestros gemidos y gruñidos se sienten en la habitación, nuestros fluidos corren por nuestras piernas y nos quedamos quietos esperando a que nuestra respiración se tranquilice. Me da vuelta y me toma la cara con sus grandes manos.
―Nunca olvides que TE AMOOOOOOO. Jamássssssssss ―murmura en mi oído, sin llegar a entender la insistencia del jamás.
Mis manos lo abrazan con toda la fuerza posible.
―Nunca voy a olvidar lo feliz que soy con vos, sos mi ADORABLE TORMENTO ―afirmo, besándolo.
―Te voy dar un chirlo, pequeña ―dice riendo.
Nos vamos a duchar, me subo sobre sus caderas y riendo nos damos una larga ducha. Nos acariciamos, y nos mimamos, ya estamos listos otra vez. Beso su cara, él me mira, me levanta y así mojados como estamos nos acostamos. Me sube los brazos arriba de mi cabeza, me besa la cara, los pechos y mi vientre.
―Te voy a coger otra vez ―dice con esa sonrisa de niño pícaro.
El aroma de su perfume me vuelve loca, aproxima su pene duro en mi entrada, lo mueve con la mano, lo saca, lo pone despacio. Suavemente mete su lengua caliente en mi boca, mi cuerpo siente puñaladas de placer que hacen que mi cuerpo se arquee. Acaricio su barba y beso su pera con devoción, nuestras miradas se encuentran y como siempre los fuegos artificiales se hacen presente. Sin dejar de mirarnos, sus caderas aumentan la potencia y siguen moviéndose a un ritmo descontrolado, creo que voy a desfallecer entre sus brazos, es un amante único.
―Te quiero tanto ―le grito mientras levanto mis piernas para que él trabaje mejor.
―Te amooooooooo, pequeña, no puedes saber cuánto ―dice mientras invade mi boca y su lengua juega con la mía―. ¿Te gusta lo que te hace tu brasilero? ―pregunta sonriendo.
―Fanfarrón, sabes lo que me gusta y sabes cómo hacerlo ―digo mientras mi mano acaricia sus testículos.
―Quiero que me ames solo a mí ―dice ordenándolo.
―Solo a ti, siempre a ti ―digo, mientras su mano toca mi clítoris y el orgasmo toca a mi puerta.
Mi brasilero, mi cabrón, hace el amor como nadie. Le beso la boca, sintiendo como todo su cuerpo entra en ebullición, y sé que se aproxima el tan esperado orgasmo.
―Te amo y ya me voy, nena ―dice tirando la cabeza hacia atrás. Me agarro a su cuello y gritando su nombre nuestro orgasmo ve la luz, quedando nuestros cuerpos sudados y cansados nos abrazamos, quedando extasiados del sexo frenético y alocado que tuvimos. Nuestro sexo es siempre así, demencial, salvaje, increíblemente perfecto.
Después de una cena estupenda, todos se van y nosotros nos vamos a dormir.
Estamos exhausto, acostamos al nene y nos acurrucamos en la cama como siempre, y abrazados nos dormimos.
Cuando nos levantamos, desayunamos y Falcao me mira, me besa la cabeza y me dice:
―Tenemos que hablar. ―Yo lo miro a Davy, sus ojos presentan una tristeza que me llama la atención, no dice nada, se levanta y se dirige a la cocina. Todos los demás se miran y bajan la cabeza.
Me lleva al jardín de invierno, me sienta y se sienta enfrente mío. Ya me estoy asustando.
―¿Qué pasa? ―pregunto, y sé que nada bueno va a decirme, su cara está seria, preocupada. Me mira y toma mis manos.
―Sofí ―empieza a decir―, sabes que tengo muchos negocios, no todos están declarados y estoy haciendo lo imposible para blanquear todo y ustedes puedan vivir en paz, pero uno de los que tengo es muy peligroso, solo faltan unos meses para poder terminarlo, pero mientras eso ocurra, la familia se tiene que separar. ―Me mira―. Estamos amenazados, pequeña, y pueden ir tras lo que más quiero y eso son mis nietos ―sigue diciendo. Mi cara debe ser una mezcla de espanto y terror porque él me aprieta las manos―. Yo jamás los pondría en peligro, ¿entiendes, Sofí?
Miro hacia donde están todos y los veo callados. Marisa llora sobre el pecho de Frank, creo morir, estoy dura sin poder contestar.
―¿Yo me tengo que ir con Davy y Brunito? ―pregunto con las lágrimas agolpadas por salir.
Él me mira y sus palabras me van a romper el corazón.
―No, Sofí, tienes que irte Argentina, con Brunito. ―Yo empiezo a llorar, no puedo creer lo que me está pidiendo. Miro a Marisa y Frank no la puede contener.
―Pero, pero… ―empiezo a tartamudear―, ¿y Mia y Cindy? ―le pregunto. Ya estoy parada, hecha un manojo de nervios. Camino por todo el jardín y él camina tras mío.
―A Mia Ana se la lleva a Alemania y Cindy se va al sur de Argentina. Sofí, yo moriría por mis nietos, mientras viva nadie los va tocar.
Empiezo a gritar como loca, él no me puede pararme, lloro y grito. Me golpeo contra la pared, estoy endemoniada, él quiere agarrarme, pero no puede. Lo puteo, le pego, él se queda quieto, veo que Marisa llora a mares y grita mi nombre.
―Sos muy cruel ―le grito―. MIERDAAAA, MIERDAAAAAA ― grito―. Yo no me voy sin mi marido ―grito―, ¿ESCUCHASTE?
―No ENTIENDESSSSSSS, ESTAN EN PELIGROOOO, CARAJOOO ―dice, gritando.
―Vos sos el culpable de todo esto. ¡TEEEEEEEE ODIOOOOOOO! ―contesto.
Él se deja caer en la silla y me mira.
―Yo los amo, es por eso que hago esto ―dice con lágrimas en los ojos.
Davy entra, me mira.
―Nena, hablemos ―dice mirándome y mirando al padre.
Lo miro con toda la rabia que tengo.
―¿Por qué no me dijiste vos?, no tienes huevossssssssss ―le grito―. Me vas a alejar de tu vida, DAVYYYYYYYY. Por favor no nos hagas esto, POR FAVORRRRRR ―le grito―. TE AMOOOO.
Él me abraza contra su pecho.
―Lo tenemos que hacer ―dice besándome la cara―, no hay otra solución. Cree en mí, por favor. No me lo hagas más difícil, esta decisión me está matando, Sofí ―dice levantando mi cara para que lo mire―. TE AMOOOOO TANTOOOOO.
―Si me amas no me dejessssssssss ― grito golpeando su pecho.
―Sofí, yo te voy a llamar, todos los días.
―NOOOOOOO ―le grito―. No me voy a ir.
Me agarro a él sin querer soltarlo, él me abraza fuerte y lloramos juntos.
―Mi amor, va a ser duro, pero nadie nos va a poder separar ―dice dándome mil besos en la cabeza.
Entra Marisa, me aparta de los brazos de Davy y me abraza.