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Carta de don Luis Usoz y Río a Serafín

Estébanez Calderón, alias «El Solitario».

Jermyn Street, n° 15. Londres. Verano de 1840.

Caro amigo Serafín, le escribo para comunicarle que la nueva remesa de libros está ya lista para partir con destino a España. Después de atravesar el Canal de la Mancha, emprenderán viaje por carretera hasta Bayona. Si no los mando directamente a Madrid es porque tengo un agente en San Sebastián, el señor Fernando de Brunet, y hemos pensado que es más seguro que los libros viajen a través de un tercer país. Da la casualidad de que el cónsul de Gran Bretaña en Bilbao tiene familia en Burdeos, así que será él el encargado de pasar la aduana con la mercancía. Es hombre amante de los libros, así que los pliegos están en buenas manos. No obstante, he trabado amistad con don José Sánchez Balsa, funcionario de la aduana de Madrid, por si el negocio se torciera. Si los libros fueran decomisados o surgiera algún otro problema, recurrid a él. Él sabrá obrar en consecuencia. Mi fiel Wiffen y yo mismo nos hemos encargado de desencuadernar las obras con sumo cuidado, y también de embalarlas. En cuanto al opúsculo del que le hablé en mi anterior misiva, y que he bautizado como La biblioteca, puesto que así dice llamarse el propio libro, no quiero desvelarle su contenido, pues dejaría de causar en usted el efecto de sorpresa que yo mismo experimenté cuando tuve ocasión de leerlo. No obstante, el misterio en torno al librito sigue creciendo.

Según consta en la portada, la obra fue impresa en casa de Pickering, que como sabrá es gran amigo mío. De hecho, en su imprenta he impreso alguno de mis libros prohibidos. Con motivo de sonsacarle información acerca de quién le había encargado trabajo tan singular, me dirigí a su casa. Pues bien, tenía usted que ver la cara que puso el impresor cuando vio aquel libro. Por descontado, reconocía que se trataba de un trabajo llevado a cabo en su taller, no le cabía duda por las matrices empleadas, pero en cambio no recordaba haber aceptado semejante encargo ni tampoco el nombre de la persona que lo realizara. Créame que nunca había visto tan contrariado al viejo Pickering, hombre ordenado y metódico como pocos. Dijo que de inmediato pensaba abrir una investigación interna, por si alguno de sus empleados estuviera utilizando la imprenta en beneficio propio, cosa que el propio Pickering dudaba, puesto que, según aseguró, hay días de trabajo que duran las veinticuatro horas.

Así las cosas, me dirigí a la librería Road, que fue donde Wiffen halló la obra. Tampoco su propietario recordaba cuándo y en qué circunstancias había llegado La biblioteca hasta su establecimiento. De hecho, ni siquiera aparecía en los asientos de entradas del negocio, de ahí que cuando mi colaborador fuera a pagar, el librero decidiera poner un precio a ojo, en consonancia con la clase de papel y de encuadernación de la obra. No obstante, el propietario asegura que dos días después de que Wiffen comprara La biblioteca para mí, un caballero que dijo llamarse conde de Saint-Germain quiso también adquirirla. Da la casualidad de que el tal conde de Saint-Germain es uno de los protagonistas de la obra, quien es calificado como uno de los mayores ladrones de libros de todos los tiempos. ¿Podría usted corroborar este extremo? ¿Sería tan amable de indagar sobre ese personaje? Le ruego, pues, que ponga el máximo celo y custodie «nuestro» libro en cuanto llegue a su poder.

Y hablando de casualidades, resulta que me estoy tomando la molestia de escribir estas líneas de mi puño y letra, cuando la misiva forma parte del libro que le mando desencuadernado.

Sí, amigo Estébanez, ni he perdido el juicio ni trato de escribirle de manera críptica. En cuanto reúna la obra, la recomponga y la lea, entenderá mis palabras.

Reciba un afectuoso saludo,

Luis de Usoz y Río.

Cerré el volumen, lo coloqué en la columna de los que iban a ser sacrificados en primer lugar, y sin solución de continuidad abrí otro y comencé a inspeccionarlo. En esta ocasión, el texto perteneciente a La biblioteca había sido insertado en la página 178.