Notas
[1] Calzado que usan los indígenas de América.<<
[2] Septiembre. <<
[3] Jefe de tribu. <<
[4] Hacha de guerra. <<
[5] Nobles peruanos que ocupaban los principales cargos del Imperio. <<
[6] Carne seca, reducida a polvo, según el sistema indio. <<
[7] En efecto: En Verona conocí a un jovencito llamado Ferruccio Dal Santo, el cual había logrado desarrollar estos músculos, de suerte que movía las orejas (E. Salgari.) <<
[8] No es claro, sino muy obscuro, y hasta completamente falso, además de ridículo. En cualquier Apologética elemental, se hallarán refutadas estas teorías transformistas, contrarias a la revelación católica y desmentidas además, por los últimos descubrimientos de los más eminentes sabios y naturalistas modernos (Nota del traductor.) <<
[9] El aparato Rouquayrol es un depósito de hierro, cargado de aire comprimido, y que se lleva a la espalda como un zurrón. Un mecanismo especial, colocado sobre el aparato, hace que el aire, aunque fuertemente comprimido, no penetre en los pulmones del hombre, sino con la tensión ordinaria; y una pequeña válvula exterior, formada por dos sutiles trozos de goma, se abre y deja salir el aire respirado. Este aire llega a la boca del hombre por medio de un tubo de caucho, provisto también de un pequeño ramal que cubre la nariz. Estos aparatos se emplean especialmente en los incendios de las minas, cuando las explosiones del grisú hacen el aire irrespirable. (E. Salgari.) <<
[10] Ou-Ouahg, cabeza de la dinastía de los Tcheou, que sucedió a la de los Chang, empezó a reinar hacia el año 1122, antes de Jesucristo. <<
[11] En octubre de 1882 sucedió un descubrimiento semejante a éste, y que despertó gran interés en toda América. El Progreso Italo-Americano, de Nueva York, narraba que algunos mineros habían hallado en las minas de Cassir (Columbia inglesa) a la profundidad de seis pies, algunas monedas chinas, unidas entre si por un hilo de hierro. Apenas éste fue tocado y expuesto al aire se deshizo en polvo, pero no sucedió así con las monedas, cuyas inscripciones probaban que habían sido acuñadas hacía tres mil años. El ingeniero Webber tenía, pues, razón. (E. S.) <<
[12] El ingeniero Webber no se engañaba. Cabalmente, por aquellos días, sobrevenía una erupción, extremadamente furiosa, del Colima y precedida de un espantoso terremoto. <<
[13] En efecto, aquel violento terremoto, que había sepultado a los audaces buscadores del tesoro de los incas, había causado también, en la superficie de la tierra, daños inmensos.
La ciudad mejicana de Colima, bajo la cual se hallaban, sin duda, los exploradores, había sido furiosamente sacudida, en el momento mismo en que la galería se derrumbaba. Por espacio de cuarenta segundos, osciló aparatosamente toda la ciudad. La tierra se abrió en diversos sitios, se descuajaron gran número de árboles, algunos riachuelos cambiaron de cauce, la catedral, un magnífico almacén y otros edificios de mampostería, fueron arrasados hasta sus cimientos, y muchas personas, que se hablan refugiado en la plaza mayor, fueron aplastadas por la caída de un muro del palacio real.
Manzanillo, otra ciudad mejicana, sufrió también mucho. Cayó la catedral, construida hacía más de un siglo, fueron aplastadas veinte personas por la caída de una parte del Hotel Americano y quedaron otras tres sepultadas bajo las ruinas del almacén de Wussennan y Compañía…
Algunos días antes, el volcán Colima había sufrido una erupción violentísima. Sin duda, era éste el volcán que habían visitado el ingeniero Webber y Morgan (E. Salgari.)
<<[14] El grisú tiende siempre a subir. <<